¡®La casa del caracol¡¯: el lobo viene, pero no llega

Ambientada en un pueblo de la serran¨ªa andaluza en los a?os setenta, con un elenco de conocidos actores y un combo de referencias del cine y la literatura de terror, La casa del caracol tiene destellos de inter¨¦s, pero se pierde en un bosque que pretende abrazar demasiados relatos. El principal y m¨¢s interesante es el que tiene que ver con la Espa?a profunda de los mitos y leyendas. El protagonista, un joven escritor interpretado por Javier Rey, alquila una casona a las afueras de un pueblo blanco para aislarse del mundo y escribir all¨ª su pr¨®xima novela. A su llegada se cruza con un perro abandonado, dos misteriosas ni?as, una vieja tuerta y un ambiente abiertamente hostil, amortiguado por la ¨²nica vecina del pueblo que parece alegrarse de su presencia, interpretada por Paz Vega.

Pero lo que parece una pel¨ªcula sobre miedos ancestrales, bestiarios y un pueblo encerrado en s¨ª mismo desembocar¨¢ en un delirio abigarrado y mal concebido. El protagonismo y embrujo de la m¨¢quina de escribir, los fantasmas y demonios de la literatura, estar¨¢n presentes desde el principio, pero el cruce de Stephen King con el imaginario de Cristina Garc¨ªa Rodero para concebir a este Jack Torrance aut¨®ctono se tambalea entre demasiadas dosis de mezcal. Que el escritor est¨¦ enganchado a esta bebida alucin¨®gena no justifica ni los cabos sueltos ni el torpe desenlace reservado a personajes que parec¨ªan importantes. Ni, en definitiva, al todo vale de la locura y el delirium tremens. En su debut en el largometraje, Macarena Astorga adapta la novela de la guionista Sandra Garc¨ªa Nieto y pese a que por momentos consigue inquietar con la atm¨®sfera de la vieja casa, los habitantes del pueblo y sus leyendas, se pierde totalmente cuando los personajes secundarios acaban reducidos a la nada y el principal deja al espectador, como poco, perplejo.