¡®Madres verdaderas¡¯: La deslumbrante luz de Naomi Kawase

El habitual cine sensorial de la japonesa Naomi Kawase nunca fue tan carnal como en Madres verdaderas, su ¨²ltima pel¨ªcula. Y sin embargo, la directora no deja de ahondar en algunos de los grandes temas de su carrera con una obra inequ¨ªvocamente suya, aunque mucho m¨¢s terrenal. Un relato en el que la inevitable ligaz¨®n entre las dos madres de un hijo dado en adopci¨®n adquiere tintes que superan lo legal, lo psicol¨®gico y lo testimonial, para acabar alcanzando un estado de corte espiritual.

Kawase, tambi¨¦n coguionista, establece una estructura a la vez f¨¦rrea y atractiva con continuos saltos en el espacio y en el tiempo que adem¨¢s ejercen de acicate emocional, casi a la manera de una historia de intriga, aunque no lo sea en absoluto. Porque lo esencial en Madres verdaderas es el soberbio retrato del estado interior de los personajes, y no solo de las progenitoras, la f¨ªsica y la finalmente legal, sino tambi¨¦n del padre adoptivo y de una serie de mujeres que pululan por las vidas de ambas f¨¦minas y, a su modo, establecen tambi¨¦n en muchos sentidos un v¨ªnculo materno.

En principio lejos de El bosque del luto (2007) y Aguas tranquilas (2014), quiz¨¢ las mejores pel¨ªculas de Kawase, pues estas abordaban sus relatos de corte familiar desde una perspectiva m¨ªstica y su nueva obra lo hace en algunos pasajes de un modo casi documental ¡ªcomo en las reuniones de padres en la agencia de adopci¨®n¡ª, Madres verdaderas, no obstante, termina conectando con su habitual estilo envolvente a trav¨¦s de los interludios musicales y de sus siempre misteriosas met¨¢foras. Los elementos de la naturaleza y del hogar se funden, al son de unas notas de piano de corte new age y de una estruendosa luz de tonos blancos muy acorde con el mensaje del relato, en el rostro tranquilo de una madura madre por devoci¨®n que merece la felicidad, y el nervioso de una madre adolescente por obligaci¨®n.