Un Javier Bardem en estado de gracia
¡®El buen patr¨®n¡¯, de Fernando Le¨®n de Aranoa, consigue divertirme y que en alg¨²n momento estalle la carcajada. Solo por la actuaci¨®n de su protagonista compensa ver la pel¨ªcula
Ocurri¨® aqu¨ª. ?Hace 20 a?os? Fue uno de esos momentos milagrosos en los que el cine te regala de todo. De todo lo bueno. Risa, emoci¨®n, tristeza, lucidez, complejidad, piedad, comprensi¨®n, verdad. Esa extraordinaria pel¨ªcula se titulaba Los lunes al sol. La sigo viendo, pero aunque no lo hiciera los personajes, las situaciones, los di¨¢logos seguir¨ªan incrustados a perpetuidad en mi memoria. Santa, el protagonista, aquel parado de larga duraci¨®n y experto en supervivencia, lenguaraz, desvergonzado, mordaz, canallita, amigo de sus amigos, solidario, rebelde, generoso, rabioso con causa, con profundo conocimiento del lamentable estado de las cosas, interpretado de forma genial por Javier Bardem, es uno de mis h¨¦roes (aunque sea un perdedor) m¨¢s queridos en la historia del cine espa?ol.
Aquel talento y sensibilidad excepcionales que demostr¨® Fernando Le¨®n de Aranoa no volv¨ª a percibirlos en su cine posterior. Incluso recuerdo alguna pel¨ªcula suya, como Princesas, que me puso de los nervios, que me irrit¨® m¨¢s de lo debido. Con El buen patr¨®n consigue divertirme, hacerme sonre¨ªr en muchas ocasiones, que en alg¨²n momento estalle la carcajada. Son sensaciones que agradezco enormemente en la vida y en el cine. Y me cuesta mucho recordar pel¨ªculas de los ¨²ltimos tiempos, y ninguna en lo que llevamos de festival, que me provoquen esos gestos tan liberadores, tan gozosos. Lo consigue la inteligencia que despliega un guion muy trabajado, con iron¨ªa, mala hostia y cinismo de altura en muchos momentos y en unos pocos (hay una secuencia que se desarrolla en un club de se?oras putas que me parece muy d¨¦bil, con la actuaci¨®n muy pasada de alguno de sus int¨¦rpretes) con molesta tendencia al esperpento. Pero el resultado final es notable. Y alberga una de las composiciones m¨¢s impresionantes, llenando la pantalla, dotando de matices a su personaje, desprendiendo un magnetismo muy poderoso, que le recuerdo a ese actor inmenso que es Javier Bardem. Solo por su actuaci¨®n compensa ver El buen patr¨®n.
Bardem aparece con un careto y una apariencia rara e inquietante. Su personaje tambi¨¦n lo es. Es el due?o de una pr¨®spera empresa de b¨¢sculas en una ciudad provinciana. Tambi¨¦n puede ser un cabr¨®n, un manipulador, un profesional de las trampas emocionales, cuando las cosas amenazan con ponerse chungas. No desde?a la negociaci¨®n ante los peligros laborales o sentimentales que puedan destruir su imagen p¨²blica y la de su empresa. Chantajea, compra, vende, miente, agrede. Pero ese tipo abominable en el fondo y retorcido en las formas tambi¨¦n posee su gracia. Y considera fundamental el control de todo lo que afecte a su negocio, a su reconocimiento social, a las ayudas que le aportan las instituciones. Pero se lo pueden complicar empleados que no aceptan su despido, un capataz que descuida sus labores por una crisis matrimonial, una amante demasiado lista. No s¨¦ si Fernando Le¨®n pretende un retrato feroz del capitalismo puro y duro, pero este t¨ªo tan poderoso, pragm¨¢tico, maquiav¨¦lico y perverso en algunos momentos logra que le comprenda, incluso que me inspire algo de compasi¨®n. Y, repito, es imposible en ning¨²n plano apartar los ojos y los o¨ªdos de Javier Bardem. Ya no existen en este festival los premios al mejor actor y a la mejor actriz. Solo hay uno a la mejor interpretaci¨®n. Decisi¨®n que me escandaliz¨®. Por boba. Sospecho que si el jurado es honesto va a tener un problema moral al otorgar el galard¨®n.
Babelia
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