La reconversi¨®n cultural y millonaria de Oslo
En apenas dos a?os las aperturas del imponente Munch, de la sede central de la red de bibliotecas y del nuevo edificio del Museo Nacional convierten la capital noruega en la ciudad europea que con m¨¢s energ¨ªa y presupuesto apuesta por la renovaci¨®n de sus infraestructuras culturales
En sus seis plantas libres comunicadas por escaleras mec¨¢nicas y con enormes ventanales hay mesas para cortar patrones y media docena de m¨¢quinas de coser; impresoras 3D donde un ni?o, una tarde de noviembre, fabricaba una serpiente y su amiga un casco de Star Wars; cub¨ªculos que se cierran con cortinas para permitir el visionado de pel¨ªculas, adem¨¢s de un gran cine; estudios de grabaci¨®n sonora y salas de m¨²sica; cuartos para gamers; un rinc¨®n tapizado con bolas de tela para que los beb¨¦s jueguen; un bar donde tomarse un vino y otro espacio reservado para el caf¨¦. En la nueva e impresionante Deichman de Oslo, la sede central de la red de bibliotecas p¨²blicas de la ciudad, que abri¨® sus puertas en junio de 2020, hay un poco de todo. ?Queda espacio para leer? S¨ª, tambi¨¦n hay rincones de lectura y estudio y amplias zonas con butacas y bancos donde recostarse, disponibles para los cerca de 6.000 visitantes de media que en d¨ªas laborables acoge este edificio eficiente (el cemento con el que ha sido construido rebaj¨® la emisi¨®n de carbono hasta alcanzar solo un 20% del valor habitual, su climatizaci¨®n es por suelo radiante), cifra que alcanza los 10.000 usuarios en fin de semana, seg¨²n aclaran desde la biblioteca. Entre semana la biblioteca est¨¢ abierta hasta las diez de la noche.
El coste total del edificio ascendi¨® a 2,6 mil millones de coronas noruegas (252.664.000 euros). El hall de entrada con las paredes de cristal hace pensar en una plaza cubierta protegida de las inclemencias del tiempo, donde padres con cochecitos, adolescentes y mayores disfrutan de un espacio p¨²blico gratuito, accesible y bien dotado, distinto de cualquier otro de los que se ofrecen normalmente en las ciudades. ¡°Siempre pensamos en ir m¨¢s all¨¢ de las funciones de una biblioteca, quer¨ªamos que fuera algo nuevo, abstracto, espacioso, una biblioteca del futuro¡±, apunta Jonas Norsted de Atelier Oslo, disc¨ªpulo del veterano Svein Lund con quien ha trabajado en este proyecto. ¡°Lo pensamos no como un contenedor de libros sino un espacio para la gente, donde se celebrasen talleres y reuniones, incluso que fuera atravesado por los ciudadanos como un atajo entre calles. No quer¨ªamos hacer un lugar donde te chisten, sino un espacio de reuni¨®n¡±.
Margarita Sandhal, de 89 a?os, con una impecable chaqueta de cuadros y una coqueta boina gris, aclara mientras toma un t¨¦ y un bizcocho en el caf¨¦ de la Deichman que, aunque hab¨ªa visitado el nuevo edificio en varias ocasiones a lo largo de este a?o, esta es la primera vez que se acerca para tomar prestado un libro, curiosamente de uno de los autores noruegos m¨¢s internacionales, J? Nesbo. No hab¨ªa frecuentado su obra hasta ahora porque ¡°sus novelas chorrean sangre¡±. El nuevo libro de relatos que se lleva a casa ser¨¢ uno de los siete t¨ªtulos al mes que lee de media, y que habitualmente recoge en la biblioteca de su barrio, una de las 22 con las que est¨¢ equipada esta ciudad de 697.000 habitantes. Como apunta Oliver M?ystad de Norla, la agencia de promoci¨®n de la literatura noruega en el exterior, las bibliotecas en Oslo a menudo sirven como centros sociales y lugares de encuentro especialmente para j¨®venes ¡ªalgunas sedes tienen restringido el acceso a los adultos y sus usuarios son exclusivamente adolescentes¡ª, algo que fortalece la cultura lectora y af¨ªn a los libros. De media la nueva biblioteca tramita 900 pr¨¦stamos cada d¨ªa de la semana y 1.500 en fin de semana, y estas cifras incluyen libros, pel¨ªculas y m¨²sica. Tras la retirada de algunos ejemplares da?ados el fondo ¨ªntegro de la Deichman fue trasladado al nuevo edificio en una mudanza en la que participaron cientos de escolares con sus mochilas llenas de libros.
A Luis Callejas, arquitecto colombiano del despacho LCLA, el proyecto de la Deichman le recuerda, salvando las distancias, a la red de bibliotecas que se construy¨® en Medell¨ªn. ¡°Su papel va m¨¢s all¨¢, son espacios m¨¢s c¨ªvicos que las bibliotecas tradicionales¡±, subraya este profesor de la Universidad de Oslo. Callejas enmarca la construcci¨®n de la nueva biblioteca y de la flamante sede del museo Munch, dise?ado por el espa?ol Juan Herreros, dentro del giro urban¨ªstico que ha desplazado el eje de la ciudad hacia el mar. Un plan para la ciudad que no ha estado exento de pol¨¦mica y que las voces m¨¢s cr¨ªticas califican de ejemplo de una ¡°cultura de nuevos ricos¡±. Uno de los puntos m¨¢s espinosos tiene que ver con el abandono de los viejos edificios para los que no se ha pensado a¨²n su funci¨®n futura. Lund, el arquitecto que capitane¨® el proyecto de la nueva biblioteca, ha sido contratado por el inversor privado que se ha quedado con la antigua Deichman, un edificio de 1933 que por el momento, y sin haber sido remozado a¨²n, se usa como sede de exposiciones. ¡°El desplazamiento de la ciudad hacia ese puerto reconvertido en paseo mar¨ªtimo deja un cierto vac¨ªo, pero esas zonas evolucionar¨¢n¡±, apuntaba Lund en una entrevista en su estudio. ¡°El cambio est¨¢ relacionado con el hecho de que el centro de producci¨®n ya no est¨¢ en las ciudades¡±. Y este no es en ning¨²n caso el primer gran desplazamiento de Oslo, una urbe que creci¨® en el monte de Ekeberg hasta que sus habitantes decidieron bajar y proteger el puerto construyendo un castillo y la muralla. El cambio en el siglo XXI no es por un motivo defensivo, pero se ha traducido igualmente en un frenes¨ª constructivo y urbanizador.
Recuperar y transformar
En apenas dos a?os las tres aperturas del imponente Munch, de la sede central de la red de bibliotecas de Oslo y del nuevo edificio del Museo Nacional (cuya inauguraci¨®n est¨¢ prevista para el pr¨®ximo junio) convierten la capital noruega en la ciudad europea que con m¨¢s energ¨ªa y presupuesto apuesta por la renovaci¨®n de sus infraestructuras culturales. La recuperaci¨®n y transformaci¨®n de los terrenos del puerto y su zona industrial en el flamante barrio Bj?rvika arranc¨® con el proyecto de la ¨®pera dise?ada por el estudio noruego Sn?hetta e inaugurada en 2007. Ese edificio de piedra m¨¢rmol y granito blanco y geometr¨ªa experimental, cuya cubierta se ha convertido en un improbable y sofisticado paseo mar¨ªtimo para los oslenses, constituye la piedra angular del proyecto urban¨ªstico que en apenas dos d¨¦cadas ha dado la vuelta a la ciudad. La exposici¨®n sobre el proyecto del museo Munch en La Virreina de Barcelona muestra esa transformaci¨®n. ¡°En los a?os ochenta se inicia el desmantelamiento del puerto que es trasladado a mar abierto y surge el proyecto de Fjord City, la b¨²squeda del contacto con el fiordo sin ninguna obstrucci¨®n¡±, explica al tel¨¦fono el arquitecto Juan Herreros. ¡°La ¨®pera fue el primer gran concurso, una piedra lanzada al otro lado de la barrera entre el agua y la ciudad¡±.
Efectivamente, cuando el deslumbrante edificio de la ¨®pera abri¨® sus puertas hab¨ªa que cruzar una autopista para llegar al borde del mar sobre el que se levanta el ic¨®nico edificio. Esa carretera, fundamental en la cadena de transporte del puerto y arteria esencial para los automovilistas en una capital que soporta temperaturas g¨¦lidas en los meses de invierno, fue soterrada, e impuls¨® una reducci¨®n dr¨¢stica del tr¨¢fico rodado en la zona. A eso se sum¨® la ampliaci¨®n y puesta a punto de la estaci¨®n ferroviaria y en paralelo se proyect¨® el desarrollo en esos solares con la construcci¨®n de los rascacielos del llamado distrito Barcode y de las oficinas y viviendas de lujo que se han levantado en el borde del mar.
Cultura en vertical
Los concursos de arquitectura de la nueva biblioteca y del museo Munch se celebraron en simult¨¢neo y por invitaci¨®n. Los edificios proyectados inevitablemente deb¨ªan formar un conjunto con la ¨®pera, y quiz¨¢ por ello renunciaron a la horizontalidad. Herreros explica que su dise?o vertical del museo de alguna manera quiere reivindicar que ¡°los edificios altos no solo son oficinas, tambi¨¦n pueden albergar cultura¡±. En el caso de la nueva biblioteca el proyecto inclu¨ªa dos edificios m¨¢s en el mismo lote: uno dedicado a oficinas y otro a viviendas para estudiantes, en un intento, dicen Lund y Norsted, por paliar el d¨¦ficit de viviendas asequibles en la nueva zona. El Munch, la Deichman y la ¨®pera plantean, como apunta Herreros, ¡°una democratizaci¨®n del espacio p¨²blico¡±, una apertura radical de los centros dedicados a la cultura cuyas puertas se abren de par en par a todos creando nuevos espacios de reuni¨®n y de disfrute.
¡°Despu¨¦s de un duro e importante debate sobre qu¨¦ es lo que quer¨ªamos lograr, empezamos el proyecto de la ¨®pera hace 20 a?os en la zona del antiguo muelle. Ese fue el principio de la transformaci¨®n y este a?o se ha completado con la apertura del museo Munch y la nueva playa urbana¡±, explica por correo el concejal de cultura de Oslo, Omar Samy Gamal, y cita Bilbao como uno de los lugares que las autoridades y urbanistas municipales visitaron, para conocer de primera mano c¨®mo el museo Guggenheim hab¨ªa permitido la reinvenci¨®n de esa ciudad. ¡°El pr¨®ximo verano abrir¨¢ la nueva sede del Museo Nacional de Arte junto al centro del premio Nobel de la Paz. Y nuestra ciudad es ya un ejemplo de c¨®mo la cultura puede dirigir el desarrollo urban¨ªstico¡±. ?Qu¨¦ hay de los planes para los viejos edificios? ¡°La discusi¨®n sobre el futuro del antiguo Munchmuseum no ha acabado. Y ha habido bastante debate tambi¨¦n sobre el uso del edificio del Museo Nacional, propiedad del Estado, cuya colecci¨®n va a ser trasladada. A¨²n no hay nada decidido, pero esos inmuebles tienen un gran potencial para la escena cultural de Oslo¡±.
De vuelta en el animado caf¨¦ en la Deichman, la octogenaria oslense Margarita Sandhal se muestra orgullosa de la nueva biblioteca, no as¨ª de las casas que se han construido en el nuevo barrio, que visit¨® pero que no la acabaron de convencer. Guarda el libro de Nesbo en su bolso y se despide con una ¨²nica objeci¨®n: el bizcocho desmerece, est¨¢ seco, y deber¨ªa mejorar.
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