El culto a Proust, m¨¢s vivo que nunca un siglo despu¨¦s
Jean-Yves Tadi¨¦, el gran experto en el escritor franc¨¦s, analiza ¡®En busca del tiempo perdido¡¯, la obra cumbre del autor de cuya muerte se conmemora el centenario en 2022
Jean-Yves Tadi¨¦ contrajo el virus de Marcel Proust a los 16 a?os, cuando su profesor de filosof¨ªa ley¨® en clase un fragmento de El tiempo recobrado, s¨¦ptimo y ¨²ltimo volumen de En busca del tiempo perdido. ¡°Fue como un flechazo¡±, recuerda en el sal¨®n de su apartamento en el proustiano distrito XVI de Par¨ªs. ¡°En cuanto volv¨ª a casa, busqu¨¦ en la biblioteca de mis padres En busca del tiempo perdido y lo le¨ª entero¡±.
Desde entonces, Tadi¨¦ (Boulogne-Billancourt, 85 a?os) ha le¨ªdo como m¨ªnimo tres veces de inicio a fin el ciclo novelesco de Proust, una de las cumbres de la literatura del siglo XX, e incontables veces por separado los libros que lo componen y m¨²ltiples fragmentos. Ha dedicado a ello buena parte de su vida. Desde su tesis doctoral, Proust y la novela, hasta Proust y la sociedad, publicado en noviembre. En este ensayo analiza En busca del tiempo perdido como un fresco de la Francia de su tiempo comparable con la Comedia humana de Balzac, con los grandes debates y dramas pol¨ªticos de la ¨¦poca ¡ªel caso Dreyfuss y la Primera Guerra Mundial¡ª como tel¨®n de fondo. Entretanto, Tadi¨¦ dirigi¨® la edici¨®n cr¨ªtica de En busca del tiempo perdido en La Pl¨¦iade, la colecci¨®n de cl¨¢sicos de la editorial Gallimard. Escribi¨® la biograf¨ªa de Proust. Ense?¨® en ocho universidades de varios continentes y tuvo tiempo de dedicarse a otro de sus objetivos de estudio acad¨¦mico: la novela de aventuras.
Tadi¨¦ es hoy el primero de los proustianos, o proust¨®logos, en Francia y en el mundo, y de ah¨ª que tenga un papel destacado en una de esas conmemoraciones que no parecen terminar nunca. En 2019 se cumpli¨® un siglo del premio Goncourt para A la sombra de las muchachas en flor, segundo volumen de En busca del tiempo perdido; en 2021 se conmemoran los 150 a?os del nacimiento del escritor, 2022 ser¨¢ el centenario de su muerte.
En estos a?os no han dejado de publicarse in¨¦ditos ni nuevos ensayos sobre el autor. Adem¨¢s, se reeditar¨¢, actualizada, la biograf¨ªa. El Museo Carnavelet de Par¨ªs inaugur¨® en diciembre una exhaustiva exposici¨®n, titulada Marcel Proust, una novela parisina, abierta hasta el 10 de abril. En v¨ªsperas de Navidad hab¨ªa colas para entrar. Puede parecer un misterio la capacidad de convocatoria y la vigencia de un autor con reputaci¨®n de dif¨ªcil, y con una obra de miles de p¨¢ginas, que requiere un tiempo y una concentraci¨®n raros en la era de la dispersi¨®n y la brevedad.
¡°Se ha convertido en una leyenda¡±, constata Tadi¨¦. ¡°Le ha ocurrido lo mismo que a Cervantes o Shakespeare. Escapa a su pa¨ªs y a su lengua. Su contenido es universal. Los chinos o los japoneses lo aprecian tanto como los americanos o los espa?oles. Ya ni siquiera es un escritor franc¨¦s¡±. Proust, para Tadi¨¦, es uno de esos escritores que no hace falta haber le¨ªdo para conocerlos, o para creer que se conocen. Dante o Kakfa tambi¨¦n pertenecen a esta categor¨ªa, como los citados Cervantes y Shakespeare. En el caso de Proust, la famosa magdalena que despierta un mundo de recuerdos cuando el narrador de En busca del tiempo perdido la moja en el t¨¦, es hoy un lugar com¨²n, casi como los adjetivos dantesco o kafkiano.
¡°Es como un culto incluso para quienes no creen: la gente respeta las iglesias sin entrar en ellas¡±, dice el estudioso. ¡°Proust plantea todas las grandes cuestiones de la vida y de la sociedad de una manera que supera su tiempo y su vida. Adem¨¢s, invent¨® un estilo tan diferente que nunca ha pasado de moda. Como dec¨ªa Jean Cocteau, la moda es lo que pasa de moda. Proust nunca estuvo de moda y su estilo perdura en todas las lenguas¡±.
En castellano, En busca del tiempo perdido ha contado con traductores ilustres, como Pedro Salinas o Carlos Pujol. En las d¨¦cadas recientes, la editorial Valdemar la ha publicado en traducci¨®n de Mauro Armi?o; Lumen, de Carlos Manzano. En catal¨¢n hay dos traducciones nuevas en curso: la de Val¨¨ria Gaillard, en la editorial Proa, y la de Josep Maria Pinto en Viena Edicions.
?Autor dif¨ªcil? ¡°A los autores f¨¢ciles se les olvida apenas se han le¨ªdo, y a veces uno ni siquiera logra leerlos¡±, replica Tadi¨¦. ¡°Uno de los problemas de la lectura de Proust es que vuelve imposibles de leer muchos otros libros. O bien porque Proust trata mejor el tema, o bien porque estos libros parecen de un estilo tan pobre... En nuestra ¨¦poca, en Francia, hay la man¨ªa de las frases cortas, como si se hubiese le¨ªdo mal la novela a Hemingway. Hemos abusado de esto. En Proust sucede algo parecido a la m¨²sica de Wagner: en cuanto has o¨ªdo unos compases de El oro del Rin alcanzas la plenitud, una riqueza que aplasta a muchas otras obras musicales. Cuando entro en una librer¨ªa y miro las recientes publicaciones novelescas, nada me retiene. Por culpa de Proust. Me apena¡±.
Proust no tiene herederos, seg¨²n el especialista: ¡°Los genios lo destruyen todo a su paso¡±. Pero Tadi¨¦ cita, entre los autores vivos franceses que le interesan, a Patrick Modiano, J. M. G. Le Cl¨¦zio y Pascal Quignard. Aprecia al muy proustiano Javier Mar¨ªas, quien, como Tadi¨¦, fue profesor en el All Souls College de Oxford, y a John Le Carr¨¦. Tambi¨¦n es un devoto de Agatha Christie. ¡°No leo los libros de Agatha Christie por la intriga, sino como novela de costumbres¡±, explica. ¡°Al final de su vida su palabra se libera: a la vez tiene cosas muy divertidas y observaciones de psicolog¨ªa general, en la gran tradici¨®n inglesa desde el siglo XVIII¡±.
Tadi¨¦ ha empezado a escribir sus memorias, ¡°un ejercicio que, en realidad, resulta bastante penoso¡±, admite. ¡°Hay que retomar algunas cosas que habr¨ªamos preferido olvidar¡±. En estos momentos trabaja en el momento de la ocupaci¨®n de Francia por la Alemania nazi. ¡°Tengo recuerdos no muy numerosos, pero muy vivos de este periodo¡±, recuerda Tadi¨¦, nieto, por parte materna, de jud¨ªos de Ruman¨ªa que llegaron a Francia en 1896. ¡°Ser ni?o en Par¨ªs durante la guerra no era nada envidiable. Nos faltaba de todo, mi padre era prisionero en Alemania, mi madre se desviv¨ªa trabajando por nosotros y viv¨ªamos en un ambiente de miedo¡±.
Cuando se le pregunta por el polemista ultra ?ric Zemmour, candidato a las elecciones presidenciales francesas, que reivindica a Philippe P¨¦tain, el l¨ªder de la Francia colaboracionista con los nazis, y asegura que este protegi¨® a los jud¨ªos franceses, se pone serio. ¡°Por principio no me interesa Zemmour¡±, responde. ¡°Cuando los hechos hist¨®ricos est¨¢n establecidos, no hay por qu¨¦ volver a ellos: P¨¦tain es quien dej¨® que se exterminase a los jud¨ªos e hizo capitular a un mill¨®n y medio de hombres en junio de 1940 sin conocer siquiera las condiciones del armisticio. Es la verg¨¹enza de Francia. No quiero o¨ªr hablar de estas cosas¡±.
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