Poes¨ªa curativa para un mundo herido
La cosecha de 2021 deja versos de hospital, de enfermedad, de amor y de b¨²squeda de vitalidad para volver a ponerse en pie
Si la poes¨ªa es el espejo de los avatares que nos sacuden, de los traspi¨¦s y emociones que nos conmueven, la que se ha cosechado en 2021 nos pinta tan vulnerables y apasionados como tem¨ªamos. Una cata en algunos de los libros y premios de poetas de distintas edades, or¨ªgenes y g¨¦nero de este a?o arroja un retrato de urgencia del pesar de la enfermedad, los cuidados, la evanescencia del cuerpo, el exilio, pero tambi¨¦n de los fogonazos de vitalidad que iluminan este mundo que avanza a trompicones.
¡°La poes¨ªa es como una radiograf¨ªa: zonas de luz y oscuridad superpuestas que revelan y ocultan en igual medida¡±, describe con nitidez cient¨ªfica Orlando Mondrag¨®n, precisamente m¨¦dico, mexicano de 28 a?os y ganador del reciente Premio Loewe de Poes¨ªa con Cuadernos de la patolog¨ªa humana, que se publicar¨¢ en marzo. Entre guardia y guardia en el Hospital Psiqui¨¢trico Fray Bernardino ?lvarez (Ciudad de M¨¦xico), Mondrag¨®n ha encontrado su particular v¨¢lvula de escape en un g¨¦nero que le ayuda a poner orden en su mente y a encontrar direcci¨®n en el caos. ¡°La poes¨ªa tensa el lenguaje hasta sus l¨ªmites y as¨ª es tambi¨¦n lo que se propone comunicar: una idea, una emoci¨®n o un hecho de forma intransferible. Depende del gatillo que me haya hecho sentarme a escribir¡±.
Y ese gatillo ha tomado forma de hospital en algunos de los poemarios m¨¢s aplaudidos estos meses. As¨ª como el mexicano deslumbr¨® al jurado del Loewe con versos como: ¡°Le tomo la mano a mi enfermo / para saber que sigo vivo¡±; tambi¨¦n lo hizo Bego?a M. Rueda al ganar otro prestigioso premio, el Hiperi¨®n, escrito desde la lavander¨ªa del hospital en que trabaja, en Algeciras (C¨¢diz):
¡°Los militares se despliegan
por todo el recinto hospitalario,
hombres armados, recios,
que se bajan de un cami¨®n rojo
aparcado en la puerta de la lavander¨ªa.
A la tarde, seg¨²n aparece en la prensa,
fueron fumigadas
las zonas de urgencias, medicina nuclear,
¨¢reas de limpieza, cocinas,
semis¨®tano y almacenes de residuos,
sin embargo,
parecieron haberse olvidado de la lavander¨ªa,
delante de la cual aparcaron el cami¨®n rojo
y se bajaron, armados, recios
como si pudieran abatir la pandemia a tiros,
nosotras los vimos bajarse
y pasar de largo
como si la ropa de los infectados se lavara sola
como si ni siquiera perteneci¨¦ramos al hospital.
Como si no import¨¢ramos¡±.
Pero Bego?a M. Rueda, nacida en Ja¨¦n hace 29 a?os, no cree que hace exactamente poes¨ªa de la covid, sino de otra ¡°importante pandemia de la que se habla bien poco: la soledad¡±. ¡°Intento hacer del poema una prenda de abrigo. Hago versos como quien hace guantes, bufandas y gorros de croch¨¦, con toda la intenci¨®n de quitarle el fr¨ªo a mis lectores¡±, responde la joven autora. ¡°Intento que todo aquel que llora en silencio en la parada del autob¨²s porque siente que no puede, los que gritan contra el machismo y la lgtbifobia o la que friega escalones y es mirada por encima del hombro, en mis libros encuentren en mi poes¨ªa un poco de calidez y de comprensi¨®n¡±. Rueda escribe, en suma, porque lo necesita como lo necesitan ¡ªcree¡ª los dem¨¢s.
Trascender los sucesos para escalar hacia una reflexi¨®n, una emoci¨®n y un ¨¢nimo de cambiar la realidad es la gran motivaci¨®n que expresa Rueda y que se halla tambi¨¦n en los dem¨¢s. Fernando Beltr¨¢n suma ya la tercera edici¨®n de La curaci¨®n del mundo (Hiperi¨®n), un poemario escrito pr¨¢cticamente en el delirio de su enfermedad, que le postr¨® varios meses en 2020 y cuyo nombre no llega a pronunciar. ¡°Nunca nombro las palabras covid ni coronavirus, quiz¨¢s porque esas son las circunstancias y, en el fondo, de lo que habla el libro es del ser humano, de su vulnerabilidad, sus miedos, pero tambi¨¦n de su capacidad de vuelo, armon¨ªa y belleza¡±.
Beltr¨¢n, nacido en Oviedo hace 65 a?os, cree que la gente ha vuelto su atenci¨®n a la poes¨ªa en estos tiempos de pandemia porque este g¨¦nero parte a menudo de la fragilidad del ser humano. ¡°Escribir este libro me ayud¨® a superar la enfermedad. La medicina me salv¨®, pero la poes¨ªa me cur¨®. El div¨¢n de los poetas son sus poemas¡±, asegura.
¡°Qu¨¦ somos las ballenas si no es esto
que ahora ves, ahora soy, esto que queda
cuando no queda m¨¢s, cuando ya has muerto
varado en cualquier playa, elegida, obligada
inesperada, qu¨¦ m¨¢s da, qu¨¦ m¨¢s doy¡±.
El poeta cre¨® los primeros versos del libro en su cabeza, sin bol¨ªgrafo, sin cuaderno, y se apoy¨® en varias met¨¢foras para lograr hacer memoria despu¨¦s: el tren que o¨ªa rodear el hospital, la imagen del ciclista L¨®pez Carril llegando al alto del Alpe d¡¯Huez casi roto, sin respiraci¨®n, como ¨¦l se sent¨ªa en su postraci¨®n; la b¨²squeda de la luz que alumbr¨® en la primera claridad del d¨ªa los versos ¡°Nunca / la luz del d¨ªa / tanta luz¡¡±, que hoy se repite rutinariamente para celebrar que vive. Como Bego?a M. Rueda, tambi¨¦n Beltr¨¢n se imagina la escritura como esa forma de acudir al caj¨®n de las bufandas, que es tambi¨¦n el caj¨®n del fr¨ªo.
M¨¢s all¨¢ de la pandemia, la cosecha de este 2021 tambi¨¦n nos pone sobre la mesa otras formas de poes¨ªa de la urgencia, como la que encarna la nicarag¨¹ense Gioconda Belli en su poema sobre el dolor del exilio, al que se ha visto obligada ante la presi¨®n del dictador Daniel Ortega (ver v¨ªdeo). Y ha puesto sobre la mesa a Ioana Gruia, premio Hermanos Argensola con La luz que enciende el cuerpo (Visor):
¡°Baila, Natasha, baila por nosotras,
feministas con alma de bolero
y con amores de novela rusa¡±.
As¨ª termina uno de los poemas m¨¢s luminosos de un libro sembrado de amor, deseo y una mirada sobre el cuerpo tan omnipresente hoy:
¡°Alguien que no era yo se fue alejando
hacia una vida oculta que no es m¨ªa
y sin embargo tanto anhelo en sue?os
Alguien que no era yo tambi¨¦n te quiere,
y vuelve a comenzar aquella historia
aquel amor dif¨ªcil que fue m¨ªo.
Por eso quiere tanto parecerse
a ese alguien que fui cuando me amabas¡±.
Para Gruia, nacida en Bucarest hace 43 a?os, la poes¨ªa significa la posibilidad de ¡°construir un puente hacia los lectores, un barco donde naveguen la raz¨®n y la piel, un espacio propicio a la reelaboraci¨®n de esos temas que me interpelan profunda y cotidianamente¡±. Porque las cosas malas est¨¢n a la vuelta de la esquina, dice, reivindica las mejores: ¡°Porque s¨¦ del dolor / he sido siempre fiel a la alegr¨ªa¡±, ha escrito estos d¨ªas. Y, en busca del orden interior que le procura la poes¨ªa, elige los refugios seguros: ¡°La maternidad, la calidez de la amistad, el deseo como motor vital, la intensidad er¨®tica y los libros, la m¨²sica, el arte, las buenas conversaciones, la buena mesa, el buen vino¡±.
Todo ello est¨¢ en su poes¨ªa, tan emergente y rotunda como las de Mondrag¨®n, Beltr¨¢n, Rueda y tantos poetas que este a?o han arrojado luz en plena oscuridad. Y que sigan.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.