Candela: adi¨®s a la cueva que le dio la vuelta al flamenco
El bar madrile?o donde se fragu¨® la revoluci¨®n del g¨¦nero en los ochenta echa el cierre tras cuatro d¨¦cadas dando cobijo a figuras como Enrique Morente, Pepe Habichuela, Paco de Luc¨ªa, Gerardo N¨²?ez e invitados como Chick Corea o Pina Bausch
Ocurre con pocos y elegidos lugares, aquellos que logran habitar en mentes y corazones de forma perdurable por encima del paso del tiempo y de las cosas vividas, ef¨ªmeras por su propia naturaleza. Pudiera tal fen¨®meno ocurrir con las noches del Candela, el bar madrile?o que recientemente ha echado el cierre para desgracia de Lavapi¨¦s, su barrio, y sobre todo del mundo flamenco, que tanto se nutri¨® de la excepcional atm¨®sfera creada por su fundador, Miguel Aguilera Fern¨¢ndez, Miguel Candela para todos, un ser especial que concitaba afectos un¨¢nimes. Los trasnoches de ¡°la cueva¡±, el s¨®tano del bar, llegaron a ser una suerte de patrimonio p¨²blico, tal fue la fama que adquirieron. Sus protagonistas coinciden en recordarlas con una singular viveza.
En sus casi cuarenta a?os de existencia, el Candela pas¨® por muchas etapas, pero nadie duda ¡ªy menos los que lo vivieron¡ª de que hubo un tiempo en el que se convirti¨® en ¡°la casita com¨²n de todos los flamencos de toda Espa?a, que desde los a?os ochenta llegaban a Madrid a buscarse un futuro¡±. As¨ª lo refiere el guitarrista, escritor y productor Jos¨¦ Manuel Gamboa, quien reconoce que en esos a?os viv¨ªa m¨¢s tiempo all¨ª que en su propia casa.
El guitarrista Gerardo N¨²?ez fue otro de los que hab¨ªan decidido instalarse en la capital para hacerse un hueco en el panorama flamenco, y pronto encontr¨® en el Candela el escenario id¨®neo donde crecer art¨ªsticamente. ¡°Al Candela ¡ªrelata N¨²?ez¡ª acud¨ªamos todos los guitarristas y flamencos de Madrid, adem¨¢s de los que estaban de paso. Se convirti¨® en un lugar de culto y en el templo de la guitarra flamenca. En la cueva, con un silencio sepulcral y un respeto extremo, se produc¨ªan aut¨¦nticos conciertos hasta la seis o las siete de la ma?ana¡±. Adem¨¢s de ¡°casita com¨²n¡±, el bar fue tambi¨¦n local de ensayo. ¡°Miguel ¡ªa?ade¡ª era buen aficionado y entend¨ªa muy bien la idiosincrasia de los flamencos. Nos dejaba los espacios para ensayar y para dar clases de baile y guitarra sin cobrarnos¡±. La misma experiencia comparte el bailaor Joaqu¨ªn Grilo, que lleg¨® a contar con una llave del local para entrar por la ma?ana a ensayar. ¡°Para m¨ª, Miguel fue como un hermano y all¨ª aprend¨ª much¨ªsimo tanto art¨ªstica como personalmente¡±, recuerda.
Y m¨¢s all¨¢, la cueva fue el espacio en el que los artistas pon¨ªan en com¨²n sus creaciones y aportaciones de cada d¨ªa. Relata N¨²?ez que se reun¨ªan all¨ª para mostrarse sus nuevas composiciones y falsetas. ¡°Con todos los piques del mundo ¡ªa?ade¡ª. Era la selva: ¨ªbamos a muerte, porque ten¨ªamos que destacar para hacernos un hueco, pero siempre con respeto, admiraci¨®n y educaci¨®n. Nos nutr¨ªamos los unos de los otros, pero tambi¨¦n los mayores ven¨ªan a pillar de los j¨®venes¡±. De esa forma, el Candela se convirti¨® en el escenario donde se fragu¨® gran parte de la nueva revoluci¨®n de la guitarra flamenca de concierto que habr¨ªa de venir. Con la confluencia de los hoy maestros Riqueni, Ca?izares y el citado N¨²?ez, entre otros, se encuentra el germen de la generaci¨®n que habr¨ªa de suceder a la de Manolo Sanl¨²car, V¨ªctor Monge Serranito y Paco de Luc¨ªa. Por ello y por m¨¢s cosas, Gamboa se muestra contundente y sentencia que ¡°el Candela fue el lugar que le dio la vuelta a todo: el flamenco que vivimos hoy en d¨ªa es, en gran parte, fruto del Candela¡±.
Todos los testigos de esos a?os coinciden en nombrar a Enrique Morente como figura principal y referencia absoluta. ¡°Era una suerte enorme que estuviera all¨ª casi todos los d¨ªas con sus noches, aunque ello fuera s¨ªntoma de que no trabajase mucho por esas fechas¡±, se?ala Gamboa, quien subraya que a pesar de los pocos conciertos que le sal¨ªan, repart¨ªa su dinero d¨¢ndole trabajo a los j¨®venes: ¡°Era el ¨²nico de los artistas de renombre que apoy¨® verdaderamente a la juventud¡±. Lo corrobora Gerardo N¨²?ez, que narra c¨®mo lo contrat¨® para una actuaci¨®n en el Teatro Real.
Personaje fundamental de ese tiempo fue tambi¨¦n el guitarrista granadino Pepe Habichuela, quien arrastr¨® al fot¨®grafo y productor discogr¨¢fico Mario Pacheco para que conociera a su hijo Juanmi y a sus sobrinos Antonio y Juan Carmona, futuros integrantes del grupo Ketama, columna vertebral, junto con La Barber¨ªa del Sur y otros m¨¢s, de la etiqueta Nuevos Flamencos de su sello (Nuevos Medios).
Otro asiduo visitante, siempre que estaba en Madrid, era Paco de Luc¨ªa, que eleg¨ªa el bar para celebrar all¨ª sus cumplea?os. Aunque la historia que mejor ilustra su relaci¨®n con el sitio fue la que marc¨® su vuelta a la sonanta despu¨¦s de su accidente de submarinismo en M¨¦xico, que lo pudo retirar del toque de por vida. Cuenta Gamboa que un d¨ªa, en la cocina del Candela y con el brazo a¨²n escayolado, Paco le pregunt¨® si la guitarra de la casa ten¨ªa cuerdas y le pidi¨® que la tuviera afinada mientras ¨¦l se acercaba a una casa de socorro. Volvi¨® ya sin escayola y cogi¨® la guitarra para, sin pens¨¢rselo dos veces, dejar a todo el personal asombrado con uno de sus incre¨ªbles picados.
Las madrugadas
El Candela tuvo una forma muy especial de trascender en el espect¨¢culo De noche (como quien espera el alba), del bailaor jerezano Joaqu¨ªn Grilo, que fue estrenado en 2001 dentro del V Festival de Jerez para despu¨¦s hacer temporada en la capital. Fue una obra muy celebrada, de evocaci¨®n cernudiana, que traslad¨® un homenaje muy expl¨ªcito a las madrugadas del local, una recreaci¨®n de su ambiente y del encuentro entre el arte y reconocibles personajes noct¨ªvagos adictos a sus noches. Grilo reconoce que volc¨® en ¨¦l toda la mochila de vivencias en el local, con sus fiestas y, subraya, ¡°charlas, muchas charlas¡±.
Musicalmente, adem¨¢s del inevitable flamenco (con composiciones de Paco de Luc¨ªa y Bolita), cuenta el bailaor que intent¨® trasladar tambi¨¦n la cercan¨ªa del jazz de los caf¨¦s Central o Berl¨ªn de Madrid. La obra se recuerda, as¨ª, como un s¨ªmbolo de la heterog¨¦nea y pac¨ªfica convivencia de la cueva, donde se daban cita representantes de todas las disciplinas art¨ªsticas: el pianista Chick Corea, el maestro Sabicas en sus regresos de Nueva York, el director Pedro Almod¨®var o la core¨®grafa alemana Pina Bausch, entre tantos.
En 1991, cuando la primera guerra del Golfo, Bausch pas¨® un tiempo en Madrid para preparar una nueva creaci¨®n e iba por all¨ª todas las noches. Miguel hab¨ªa puesto un televisor para que todo el mundo pudiera estar al tanto, y la bailarina lloraba con las im¨¢genes. Gamboa cuenta que la animaban con cantes y conversaciones hasta el alba. Cuando la core¨®grafa present¨® despu¨¦s en el Teatro de la Zarzuela el espect¨¢culo, en el programa de mano hizo una dedicatoria a la gente del Candela: a Miguel, a Morente, a Gamboa y a Juan Verd¨², otro de los imprescindibles del sitio.
En marzo de 2008, Miguel Candela falleci¨® ¡°accidentalmente por la fuerza del destino¡±, como lo record¨® su gran amigo, el cantaor Enrique Morente, al dedicarle su grabaci¨®n de aquel a?o: Pablo de M¨¢laga. Quiz¨¢s, para cerrar, haya que recurrir a las palabras del propio Miguel, que a la amanecida desped¨ªa a sus amigos con la conocida sentencia: ¡°Nada es eterno, se?ores, vayan haci¨¦ndose a la idea¡±.
Babelia
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