Cineastas melenudos tras los pasos de Ernesto Cardenal, el poeta revolucionario de Nicaragua
El documental ¡®Ernesto en la tierra¡¯ repasa su militancia sandinista, el enfrentamiento con El Vaticano, la fundaci¨®n de su utop¨ªa en Solentiname y los ¨²ltimos a?os perseguido por el r¨¦gimen de Ortega
Vivi¨® como un campesino y muri¨® considerado un traidor por el r¨¦gimen de Daniel Ortega, su antiguo compa?ero de lucha devenido en aut¨®crata, del que lleg¨® a ser ministro de Cultura en la d¨¦cada de los 80. Junto a ¨¦l derroc¨® la dictadura de Anastasio Somoza, ambos como miembros del Frente Sandinista de Liberaci¨®n Nacional, en aquella revoluci¨®n que hoy Ortega, precisamente, ha traicionado. Ernesto Cardenal (1925-2020) es considerado, junto a Rub¨¦n Dar¨ªo, el poeta m¨¢s relevante de la historia de Nicaragua. Un enamorado de la belleza que se convirti¨® en sacerdote y abraz¨® la Teolog¨ªa de la Liberaci¨®n, esa corriente religiosa m¨¢s cercana a los pobres que a los excesos del clero. Militante sandinista, solidario y obsesionado con el cosmos, falleci¨® a los 95 a?os en un pa¨ªs que ya no reconoc¨ªa, golpeado por la misma violencia y represi¨®n pol¨ªtica contra la que combati¨® toda su vida. Ahora, el documental Ernesto en la tierra (2022) reivindica su polifac¨¦tica figura.
En 2017, las calles de Managua, la capital, vieron aparecer a un grupo perdido de estudiantes de cine capitaneados por Manuel Bonilla (31 a?os, Nicaragua), que guardaban la esperanza de poder entrevistar a Cardenal para un cortometraje. El joven cineasta emigr¨® junto a sus t¨ªas a Costa Rica en 2001 y desde entonces no hab¨ªa vuelto a su pa¨ªs natal. Bonilla hab¨ªa entrado en contacto con el viejo poeta a trav¨¦s de Facebook. Empezaron a hablar y compartir impresiones sobre pol¨ªtica y cultura. Pese a que Cardenal todav¨ªa no hab¨ªa aceptado, decidieron viajar de todas formas. Fueron recibidos por la asistente del sacerdote, Luz Marina Acosta, en el Centro Nicarag¨¹ense de Escritores, donde ¨¦l ten¨ªa una oficina.
¡°Cuando nos dijo que Cardenal estaba esper¨¢ndonos en su oficina, no nos lo cre¨ªamos. Yo a ¨¦l lo ten¨ªa como a un personaje casi b¨ªblico. Estaba bastante intimidado por la situaci¨®n¡±, narra Bonilla desde su casa en San Pablo de Heredia, Costa Rica. El poeta hab¨ªa decidido aceptar la solicitud de entrevista gracias a una emotiva carta que el documentalista le hab¨ªa escrito, le cont¨® en ese momento Acosta. ¡°Cuando vi a Cardenal sent¨ª algo muy fuerte, ten¨ªa un aura rara e inc¨®moda, pero en el buen sentido de la palabra. No s¨¦ c¨®mo explicarlo. Los otros muchachos tambi¨¦n estaban pasmados¡±.
La oficina era sencilla y peque?a, apenas con unos libros, ¡°y ¨¦l ah¨ª sentado con su tableta¡±. Bonilla trat¨® de imponerse a los nervios y se lanz¨® a hacer preguntas ¡°algo inc¨®modas¡±. ¡°Para m¨ª esa fue la entrevista m¨¢s provechosa que hicimos, hay cosas que se arrepinti¨® de contar, pero ya estaba hecho. En las otras se dio cuenta de que no era buena idea improvisar, me dec¨ªa que le hiciera las preguntas con antelaci¨®n para que ¨¦l las tuviera listas¡±.
Ese mismo d¨ªa Cardenal cumpl¨ªa 92 a?os y les invit¨® a su fiesta de celebraci¨®n. Los chicos decidieron ir para grabar unos cuantos planos, ¡°casi como voyeristas, porque ¨¦l no se sent¨ªa a gusto con las c¨¢maras¡±. El equipo no ten¨ªa experiencia en rodajes. La ansiedad y los nervios les devoraban, pero no pod¨ªan dejar escapar la oportunidad. ¡°Los muchachos y yo sentimos que ¨¦l [Cardenal] se vio identificado con nosotros porque todos ¨¦ramos mechudos [de pelo largo], y ¨¦l era otro. Hubo una especie de sinton¨ªa, unos mechudos queriendo retratar a otro mechudo m¨¢s hist¨®rico, m¨¢s legendario¡±.
En la cena de celebraci¨®n se encontraba la flor y nata de la cultura nicarag¨¹ense. All¨ª conocieron a la escritora y poeta Gioconda Belli, que r¨¢pido acept¨® hablar ante la c¨¢mara sobre Cardenal y aportar un poema al proyecto. ¡°A mi parecer que es la persona que dice las cosas m¨¢s lindas en la pel¨ªcula, creo que le da un cierre bastante po¨¦tico¡±, considera Bonilla. Tambi¨¦n entrevistaron al literato Sergio Ram¨ªrez, entre otros. Mientras los muchachos trabajaban y los hu¨¦spedes se divert¨ªan en el patio, Cardenal beb¨ªa de una botella de vino, solo en el interior de la residencia. ¡°Era una imagen que yo dec¨ªa: ¡®Puta, lo particular que es este personaje¡¯¡±.
Nicaragua, un personaje m¨¢s
Su proyecto hab¨ªa dejado de ser un cortometraje. Se hab¨ªa transformado en algo m¨¢s. Los j¨®venes cineastas decidieron ampliar su estancia en Nicaragua y durante dos semanas recorrieron el pa¨ªs tras los pasos de Cardenal. El poeta, despu¨¦s de que en 1965 fuera ordenado sacerdote, decidi¨® que quer¨ªa vivir en un lugar apartado del mundo. Eligi¨® el perdido archipi¨¦lago de Solentiname, poblado por pescadores y campesinos. Cautivado por su potencial art¨ªstico y con ayuda del pintor R¨®ger P¨¦rez de la Rocha, fund¨® una comunidad de artistas y artesanos que ahora es mundialmente conocida: una utop¨ªa de pintores primitivistas. Hacia all¨ª, entre otros sitios, dirigieron sus pasos Bonilla y su equipo. La tierra ¡ªNicaragua¡ª se convirti¨® en un personaje m¨¢s de la pel¨ªcula.
All¨ª Cardenal escribi¨® su famoso El Evangelio de Solentiname (1975). La presencia de un cura tan extra?o, que no vest¨ªa sotanas, le¨ªa al Che Guevara e interpretaba los dogmas de fe libremente revolucion¨® a sus habitantes. En una ocasi¨®n, recogida en el documental, muri¨® una ni?a peque?a de la comunidad. ¡°Es la voluntad de Dios¡±, trat¨® de consolarse su madre. ¡°No, tu ni?a no muri¨® por voluntad de Dios, muri¨® porque aqu¨ª no hay m¨¦dicos ni medicinas¡±, sentenci¨® Cardenal. En los 80, abandon¨® la isla para participar en la revoluci¨®n sandinista, lo que provoc¨® que el Papa Juan Pablo II le prohibiera en 1984 ejercer el sacerdocio, aunque el nicarag¨¹ense no le hizo mucho caso y continu¨® celebrando sus misas campesinas. La decisi¨®n fue revocada en 2019 por el Papa Francisco.
A la vuelta del viaje, Bonilla y su equipo empezaron el montaje y la postproducci¨®n. Se convirti¨® en una tarea ardua: ten¨ªan much¨ªsimas horas de grabaci¨®n a las que dar forma. Adem¨¢s, en 2018, el cineasta sufri¨® un grave accidente de tr¨¢fico que lo mantuvo en coma durante tres d¨ªas. Su recuperaci¨®n tambi¨¦n posterg¨® la edici¨®n de la cinta. ¡°Despert¨¦ del coma el 18 de abril y dio la casualidad que empez¨® todo el caos de represi¨®n y matanzas a los estudiantes en Nicaragua. Me hizo replantearme el proyecto, no quer¨ªa simplemente hacer un retrato po¨¦tico¡±.
En abril de 2018 el r¨¦gimen de Ortega y su esposa y ¡°copresidenta¡±, Rosario Murillo, desat¨® una brutal represi¨®n contra las protestas sociales que dej¨® casi 400 muertos y oblig¨® a m¨¢s de 100.000 personas a exiliarse, seg¨²n datos de la Agencia de la ONU para los Refugiados. ¡°Nosotros retratamos a Nicaragua en 2017 y era casi premonitorio lo que dicen los entrevistados. Dejan ver que el pa¨ªs est¨¢ mal y que en cualquier momento la cosa va a llegar a un punto extremo y ca¨®tico. Y pas¨®, era como una bomba de tiempo¡±, relata Bonilla. Sergio Ram¨ªrez y Gioconda Belli, entrevistados en el documental, se encuentran en estos momentos en el exilio.
Cardenal se qued¨® en el pa¨ªs, pero se convirti¨® en un apestado para los fieles al r¨¦gimen. Nunca se call¨® y aprovech¨® toda oportunidad que tuvo para arremeter contra la dictadura de Ortega y Murillo. Su funeral fue asaltado por seguidores de la pareja en el poder entre golpes y gritos de ¡°traidor¡±. Sus familiares tuvieron que realizar un entierro ¨ªntimo y en secreto en Solentiname para evitar que la escena se repitiera. ¡°Yo ten¨ªa claro que mi pa¨ªs hab¨ªa sufrido, pero no sab¨ªa cu¨¢nto y que se iba a volver a repetir todo. Ahora, en vez de Somoza, Ortega y Murillo est¨¢n reprimiendo a Nicaragua¡±, se?ala Bonilla.
¡°Cardenal es un poeta del pueblo, retrata con su poes¨ªa cuestiones pol¨ªticas, religiosas, espirituales, amorosas¡ Est¨¢s hablando con alguien agn¨®stico totalmente, pero al hacer la pel¨ªcula la poes¨ªa de Cardenal me ha hecho considerar que en realidad hay algo despu¨¦s de este plano terrenal¡±, confiesa el director. Ante esta reflexi¨®n, uno puede imaginarse sonriendo apaciblemente a aquel sandinista de gafas cuadradas, melena larga de viejo hippie y barba poblada como una suerte de Jesucristo nicarag¨¹ense con su eterna boina negra calada.
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