La necesidad de la memoria en la ¡°era del testigo¡±
Testimonios como el del reci¨¦n fallecido Mel Mermelstein, que aport¨® pruebas de los cr¨ªmenes que se cometieron en Auschwitz frente a los negacionistas del Holocausto, son fundamentales para completar el relato de la Historia
Georges Perec, un escritor que experimentaba con cada obra nuevas f¨®rmulas literarias, escribi¨® un registro de recuerdos en su libro Me acuerdo. Al leerlo uno desea tambi¨¦n emular una lista que habla de objetos, escenas, personajes de una ¨¦poca. Pero si conocemos la historia del autor podremos preguntarnos si no hay en realidad un ejercicio de no nombrar algunos recuerdos, porque en su caso y en su historia hay hechos dram¨¢ticos que debieron marcarle. Su padre falleci¨® en combate unos a?os antes, pero su madre fue arrestada por la polic¨ªa francesa cuando ¨¦l ten¨ªa siete a?os, el 23 de enero de 1943 en Par¨ªs, para despu¨¦s ser deportada al campo de concentraci¨®n de Auschwitz. Fueron asesinados tanto su madre como su hermana Soura y sus abuelos David Peretz y Aaron Schulevitz. En Perec esa voluntad de dejar en el aire de su memoria su historia, recordando lo festivo en una lista de 480 me acuerdo sin ninguna relaci¨®n con su tragedia, indica tal vez una firme voluntad de decir al criminal: sigo adelante, situando lo que recuerda en un lugar secreto diferente al olvido, pero siempre presente. Muchos supervivientes se?alan que vivir, ver a sus nietos, es su victoria contra Auschwitz.
Si el ejercicio del olvido personal permite continuar viviendo, el olvido ejercido por los pa¨ªses, en ocasiones impuesto, puede situarnos en el lado de la injusticia con las v¨ªctimas y regalar una ¨²ltima victoria a los perpetradores. Herederos de historias oficiales en los que pocas veces se colaban la disidencia o versiones del otro lado, la sociedad se ha visto sometida muchas veces por relatos organizados desde una voluntad puesta en condenar el futuro. Pero en el siglo pasado, m¨¢s que nunca antes, frente a la tergiversaci¨®n de hechos hist¨®ricos, muchas v¨ªctimas decidieron ejercer su derecho a contar aunque eso supusiera tener que recordar lo que duele.
El pasado 28 de enero muri¨® Mel Mermelstein, quien present¨® un documento notarial que narraba su encierro en Auschwitz y en el que contaba c¨®mo soldados nazis guiaron a su madre, sus dos hermanas y otros hacia la c¨¢mara de gas n¨²mero 5. Lo present¨® como prueba en contra de quienes a¨²n se atrev¨ªan a negar estos hechos. Y marc¨® un hito.
La experiencia individual completa el margen, igual que la literatura desde la ficci¨®n. En Espa?a no hace tanto Violeta Friedman, con la ayuda de la organizaci¨®n Bene Berith, se enfrent¨® a Le¨®n Degrelle en un juicio hist¨®rico. Ella nunca hab¨ªa hablado de su historia en un campo de concentraci¨®n, pero cuando escuch¨® a Degrelle negando la verdad, decidi¨® actuar. Por su parte Degrelle, colaborador y responsable de la muerte de muchos, no callaba, aleccionaba a j¨®venes e incluso escribi¨® al papa Juan Pablo II para avisarle, casi amenazante, de que era un error afligirse por Auschwitz. Cambiando la historia, podr¨ªa salvarse ¨¦l mismo. Quien tenga inter¨¦s que busque la carta en internet, es un esforzado ejercicio de troquelaje. Violeta venci¨® en los tribunales.
Los diarios personales y los testimonios clavan un aguij¨®n a la Historia, especialmente la oficial. La sociolog¨ªa y la antropolog¨ªa cultural dedican estudios y an¨¢lisis a este fen¨®meno. Tambi¨¦n el periodismo contribuye a delimitar y ampliar los datos. ¡°Del uso pragm¨¢tico del pasado concebido como hecho dado se pas¨® al pasado como objeto de conocimiento, que puede reconstruirse mediante huellas que, a trav¨¦s de procedimientos, pueden ser interpretadas y organizadas en una narraci¨®n verdadera que incluye descripciones, explicaciones e interpretaciones¡± (patricia Cardona). Francesca Annette Wieviorka sostiene que el juicio a Adolf Eichmann en 1961 abri¨® un nuevo tiempo, la ¡°era del testigo¡±.
Historiadores y testigos, por tanto, cumplen funciones que no pueden intercambiarse. Memoria e Historia est¨¢n condenadas a necesitarse, a completarse, pero tambi¨¦n a enfrentarse. Si la memoria ha permitido construir la paz, la Historia debe comprometerse con una verdad que permita construir hacia el futuro responsabiliz¨¢ndose de los escombros y de las heridas. Y porque ¡°los libros son un simulacro de recuerdo, una pr¨®tesis para recordar, un intento desesperado por hacer un poco m¨¢s perdurable lo que es irremediablemente finito¡±, como escribi¨® H¨¦ctor Abad Faciolince. Leer testimonios y obras literarias nos ir¨¢ salvando, pues el testigo necesita de quien escucha, que un lector complete la cadena. Acaba de publicarse In nomine de Auschwitz, una antolog¨ªa po¨¦tica de Carlos Morales: leer esos poemas, convertirnos en c¨®mplices lectores, nos permite continuar los trabajos de desescombro de nuestras historias recientes.
Babelia
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