La Francia excluida de Annie Ernaux
La autora conoce de primera mano esos territorios olvidados de su pa¨ªs, los que quedan lejos de las grandes ciudades, los que generan mayor n¨²mero de desafectos al sistema democr¨¢tico
¡±Francia se ha hecho de derechas¡±, dice Annie Ernaux. Ella no emite su juicio como analista pol¨ªtica, sino como una mujer que ha atravesado desde su experiencia vital las distintas capas sociales que marcan, como un sello grabado a fuego, las vidas desde el origen. Una infancia humilde en Lillebonne, observando la cruda vida de sus padres al frente de una cantina, y un deseo ferviente de escapar de un destino similar al de sus progenitores. La literatura como salvaci¨®n, revelaci¨®n y rebeli¨®n. Las buenas notas como puente para convertirse en profesora de instituto y as¨ª, aferrada a un trabajo seguro, dedicarse en horas libres a narrar lo vivido trascendi¨¦ndolo, cont¨¢ndolo de tal manera que lo autobiogr¨¢fico deja de ser lo esencial para convertirse en materia prima que explica la vida de muchas mujeres.
¡°Nuestro verdadero yo no est¨¢ por entero dentro de nosotros¡±, esta cita de Rousseau sirve a Ernaux para introducir su Diario del afuera, pero tambi¨¦n toda su literatura. Sus memorias son novelas, a pesar de estar construidas sobre la experiencia propia, y ese t¨¦rmino manido, autoficci¨®n, se queda corto, simpl¨®n, para definirlas. Quien las lee no encuentra en ellas un ¨¢pice de egolatr¨ªa sino una observaci¨®n casi etnogr¨¢fica sobre los distintos mundos que esa mujer atraviesa. Es casi imposible no sentirse apelado por todas las mujeres que protagonizan los libros de Ernaux. ¡±Francia se ha vuelto de derechas¡±, dice la novelista con amargura. Ella, que recorri¨® el camino de la Francia pobre a la burguesa, ha dicho sentir siempre una condici¨®n similar a la del exiliado que ya no pertenece ni al viejo mundo ni al nuevo. Pero su literatura s¨ª ha sido fiel al origen y en sus libros pasea una y otra vez la chica rara que no se parece a las otras ni en el vestir ni en la necesidad imperiosa de gozar de una vida dedicada a la escritura. Esa suerte de fidelidad en su obra al mundo de sus padres tal vez sea una manera de compensar la traici¨®n. El que se marcha no puede evitar sentir una culpa que jam¨¢s se diluye del todo, y la literatura es una manera de rescatar el territorio abandonado y de mostrar agradecimiento a ese pasado que nos proporcion¨® un inagotable tesoro de experiencias que nos permiten comprender la complejidad social.
Annie Ernaux conoce de primera mano esos territorios olvidados de su pa¨ªs, los que quedan lejos de las grandes ciudades, los que generan mayor n¨²mero de desafectos al sistema democr¨¢tico. Atribuye una gran responsabilidad al partido socialista, que en los a?os noventa se alej¨® de su electorado, instal¨¢ndose c¨®modamente en un universo elitista que abandon¨® por completo los principios que rezan sus siglas. Era la ¨¦poca en la que brillaba Strauss-Khan como ministro de esto y aquello, alargada hasta 2007, cuando se present¨® como candidato a la presidencia de Francia. En el documental que se dedic¨® a sus ansias depredadoras hablaban en su defensa hombres y mujeres de ese declinante partido, aferrado a sus privilegios como si se consideraran leg¨ªtimos miembros de una clase aristocr¨¢tica. ?Qu¨¦ pod¨ªa hacer Anne Hidalgo tras tantos a?os de arrogancia? Poca cosa. Los partidos pierden su capital, un capital dif¨ªcil de recuperar que acaba quedando en manos de esos otros a los que luego acusan de populistas. Con todas sus diferencias, lo mismo le ocurri¨® al partido dem¨®crata estadounidense.
En todas las novelas de Ernaux encontramos rastros de ese sentimiento de exclusi¨®n que atormenta al pobre, en Memoria de chica, en El acontecimiento, en El lugar, en Una mujer. El origen de clase que no se puede eludir y que en unas ocasiones aviva las conciencias y en otras provoca un odio o un resentimiento que puede ser canalizado por ideolog¨ªas reaccionarias para culpabilizar a los que llegan de fuera. Esa es la realidad a la que se enfrenta el pa¨ªs de Ernaux y a la que ella responder¨¢ con la nariz tapada, como van a hacer masivamente los mayores de 60 a?os: votando a Macron. En la literatura se cuenta lo que sucede en los m¨¢rgenes, el argumento de las vidas, aquello que la estad¨ªstica convierte en porcentaje y el an¨¢lisis en tendencia de voto. Leer a ?douard Louis, a Ivan Jablonka o a Annie Ernaux nos ofrece una inmersi¨®n en aquello que ahora nos resulta dif¨ªcil de encajar. ¡°No hay que picar m¨¢s alto de lo que se tiene¡±, sol¨ªan repetir los padres de Annie. No sab¨ªan que a trav¨¦s de los libros de su hija acabar¨ªamos por comprender esas vidas de renuncia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.