¡®El arma del enga?o¡¯: una historia un tanto a?eja sobre la desinformaci¨®n con la que Hitler se atragant¨®

Los esp¨ªas son al mismo tiempo escritores de la cotidianidad y artistas de su propia creaci¨®n. Perge?an, inventan, recrean, mienten, viven la verdad de sus propias trolas y finalmente logran sus objetivos a trav¨¦s de una representaci¨®n continua que les ocupa las 24 horas del d¨ªa.

Por eso, en la magn¨ªfica Los tres d¨ªas del c¨®ndor, la CIA ten¨ªa todo un departamento de bibliotecarios al servicio de la instituci¨®n, expertos en historias que intentaban prever la realidad futura por medio del an¨¢lisis de ficciones del presente y del pasado. Y por eso, en plena II Guerra Mundial, en 1943, a un grupo de analistas del ej¨¦rcito brit¨¢nico, expertos en operaciones de enga?o, se les ocurri¨® el m¨¢s apasionante de los relatos de ficci¨®n, con el fin de intentar convencer a los nazis de que los aliados iban a invadir Grecia en lugar de Sicilia. Una casi inveros¨ªmil estrategia de guerra, a la que llamaron Operaci¨®n Carne Picada, de la que ya se ocup¨® el cine en la cl¨¢sica El hombre que nunca existi¨®, dirigida por Ronald Neame en 1956, basada en un libro publicado por uno de los perpetradores del gran embuste, Ewen Montagu, y a la que ahora se une El arma del enga?o, dirigida por John Madden, y basada en un libro relativamente reciente, publicado en 2010 por Ben Macintyre, historiador y periodista de The Times, que ofrece detalles nuevos que Montagu no pudo determinar en su d¨ªa a causa del pacto de cierto silencio que ten¨ªa con los servicios secretos.

De carrera harto desigual, Madden, director de Shakespeare in Love, nunca destac¨® por sus detalles creativos y aqu¨ª vuelve a demostrar que, como mucho, puede ser un buen ilustrador de historias si el guion del que parte es s¨®lido y atractivo. Ese fue el caso de la sorprendente ganadora del Oscar a la mejor pel¨ªcula sobre los amores del dramaturgo; el de La deuda (2010), tambi¨¦n en el subg¨¦nero de esp¨ªas; y, en cierto sentido, el de El arma del enga?o, en la que, eso s¨ª, el hecho real y lo que se cuenta permanece siempre a una altura muy superior que la del modo en que se est¨¢ contando.

Junto al espionaje, el melodrama rom¨¢ntico est¨¢ muy presente en una producci¨®n con un aura un tanto a?eja, pero con esa sempiterna capacidad del cine brit¨¢nico para estampar en la pantalla grandes episodios hist¨®ricos. De ah¨ª que, unido a la presencia de un pu?ado de actores y actrices de la serie, la pel¨ªcula tenga un aspecto visual y de producci¨®n semejante a cualquiera de los episodios de The Crown; aqu¨ª, sin la reina, aunque s¨ª con Winston Churchill, al que esta vez interpreta el gran actor de teatro Simon Russell Beale.

Acad¨¦mica y relativamente vigorosa, pero nunca tan emocionante como la gran historia que describe por dentro, El arma del enga?o tiene para el espectador espa?ol el aliciente a?adido del fundamental papel de nuestro pa¨ªs en el quiz¨¢ mejor episodio de la historia de la desinformaci¨®n, ya que se eligi¨® la costa de Huelva para dejar el falso cad¨¢ver con los falsos papeles que deb¨ªan enga?ar a los alemanes. La neutralidad de Espa?a, su red fascista y las buenas relaciones con los nazis ofrec¨ªan las perfectas condiciones para que un diverso grupo de espa?oles colaboraran en el enredo sin saberlo, lo que lleva a la presencia interpretativa de, entre otros, Pedro Casablanc y Javier Godino.

La paciencia, la minuciosidad y el arte que desplegaron en su d¨ªa los perpetradores del m¨¢s famoso enga?o de la II Guerra Mundial siguen siendo superiores a cualquier pel¨ªcula. Su ins¨®lita inventiva y su insuperable representaci¨®n no tienen parang¨®n. Los artistas, al menos por esta vez, fueron ellos, porque incluso la frase postrera de Churchill parece insuperable: ¡°Se han tragado toda la carne picada¡±.