¡®The Crown¡¯ o los equilibrios legales de las series biogr¨¢ficas
La controversia entre Netflix y el Gobierno brit¨¢nico revela el complejo escenario jur¨ªdico en el que se mueven estas producciones
La cuarta temporada de The Crown, la serie de Netflix sobre la vida de la familia real brit¨¢nica, ha cosechado en las ¨²ltimas semanas algunas cr¨ªticas por reflejar de manera inexacta la historia reciente del Reino Unido y, sobre todo, por dejar en mal lugar a la reina Isabel II y al heredero al trono, el pr¨ªncipe Carlos. La pol¨¦mica ha alcanzado tal magnitud que el Gobierno brit¨¢nico ha llegado a solicitar a la plataforma que incluya un mensaje al comienzo de cada episodio para dejar claro al espectador que, pese a estar basada en hechos reales, no es m¨¢s que una obra de ficci¨®n. Petici¨®n a la que Netflix se ha negado.
Sin duda, The Crown ha reabierto el debate a escala internacional sobre los l¨ªmites de las llamadas biopics: pel¨ªculas y series de televisi¨®n que recrean la trayectoria de personajes famosos. La discusi¨®n se mueve entre los que opinan que este g¨¦nero audiovisual, en plena expansi¨®n, deber¨ªa ser fiel a la verdad para no da?ar injustamente la imagen de los protagonistas, y los que entienden que es totalmente l¨ªcito que se revelen datos no contrastados (o directamente inventados), pues el objetivo no es informar a la audiencia, sino entretenerla. Con la ley en la mano, ?qui¨¦n lleva raz¨®n?
Lo cierto es que no hay una respuesta clara. Por lo general, estas producciones, que mueven millones de euros al a?o, dependen de un dif¨ªcil equilibrio de factores. Uno de ellos es el pa¨ªs de grabaci¨®n. ¡°As¨ª, mientras que en EE UU hay bastante margen para la creatividad, en Espa?a y otros Estados europeos rige un marco constitucional bastante restrictivo que protege el derecho fundamental al honor y la intimidad de las personas citadas o representadas¡±, explica la abogada Maitane Valdecantos, responsable del ¨¢rea audiovisual de Audens.
Seg¨²n Santiago Ilund¨¢in, socio de Santiago Mediano Abogados, esto quiere decir que, ¡°al menos en nuestro pa¨ªs, la ficci¨®n no es una patente de corso para contar lo que uno quiera¡±. Muy al contrario, asevera, si una serie o una pel¨ªcula relata un hecho real, el guion tendr¨¢ que ser veraz y, en la medida de lo posible, contar con el visto bueno de los aludidos.
No obstante, hay ocasiones en las que resulta inviable recabar todos los permisos de las partes implicadas, bien porque se oponen a que la historia salga a la luz o porque no est¨¢n de acuerdo con la versi¨®n de los hechos. Tal y como aclara Mabel Klimt, experta en derecho del entretenimiento de la firma Elzaburu, ¡°el blindaje que otorga el ordenamiento jur¨ªdico a la intimidad y al honor no es absoluto¡±. De hecho, los jueces han venido avalando la legalidad de creaciones no autorizadas sobre personajes p¨²blicos o que han estado involucrados en acontecimientos de inter¨¦s general.
Un claro ejemplo de esta tendencia es el caso de Fari?a, la novela sobre el narcotr¨¢fico en Galicia escrita por el periodista Nacho Carretero, cuya difusi¨®n fue paralizada cautelarmente en marzo de 2018 por mencionar a un alcalde de la zona. Finalmente, la Audiencia de Madrid levant¨® la medida cautelar al considerar que el libro narraba ¡°sucesos de relevancia social objeto de amplia divulgaci¨®n¡±.
Cuatro a?os antes, en 2014, el mismo tribunal desestim¨® la demanda interpuesta por los hijos de los marqueses de Urquijo contra la producci¨®n de TVE que llev¨® a la peque?a pantalla el asesinato de sus padres al presentarles, seg¨²n ellos, como presuntos parricidas. Los magistrados, por el contrario, entendieron que los responsables del telefilme ¡°se limitaron a plasmar las sospechas de la polic¨ªa¡±.
Injurias y calumnias
Para Patricia Koch, socia de Balder, es evidente que la justicia admite que se utilicen recursos literarios y cinematogr¨¢ficos para atraer la atenci¨®n y mantener la tensi¨®n dram¨¢tica. ¡°Lo que no amparan los tribunales es que se cree una nueva realidad en la que se viertan injurias y calumnias, por muy famoso que sea el personaje¡±, matiza.
En este sentido, destaca la sentencia que hace dos a?os conden¨® a Telecinco a retirar de su web la miniserie Mi gitana e indemnizar con 10.000 euros a Isabel Pantoja. El juzgado determin¨® que las licencias creativas utilizadas por el biopic para representar el paso por prisi¨®n de la cantante y sus relaciones amorosas supusieron ¡°una intromisi¨®n ileg¨ªtima en el derecho a la intimidad¡±.
Los cotilleos o el morbo no dejan de ser uno de los ganchos de la industria audiovisual, que tiene sus trucos para cubrirse las espaldas ante futuras reclamaciones. ¡°Como variar los emplazamientos, los nombres y los g¨¦neros de los personajes para as¨ª dificultar la recognoscibilidad, que es el primer elemento que se analiza en estos procesos¡±, destaca Ilund¨¢in.
Tambi¨¦n es muy com¨²n que las producciones se apoyen en trabajos anteriores, lo que limita en buena medida que prosperen nuevas reclamaciones. Es el caso de The Crown, que tiene como referente la obra de teatro The Audience y que, asimismo, se beneficia de la arraigada costumbre de la casa real brit¨¢nica de no emprender acciones legales contra medios de comunicaci¨®n.
Es muy probable que estas razones hayan llevado a Netflix a no incluir ning¨²n aviso y mantener as¨ª el pulso contra el Ejecutivo de Boris Johnson, que ya ha amenazado con modificar la regulaci¨®n de los servicios de v¨ªdeo bajo demanda. Todo hace indicar que la controversia legal en torno a una de las series del momento¡ continuar¨¢.
?Hay que pagar derechos de autor?
Las leyes de propiedad intelectual no protegen acontecimientos, sino la forma creativa en la que son plasmados. ¡°Por lo tanto, si una pel¨ªcula o serie retrata de manera original la vida de un personaje p¨²blico, este no tendr¨¢ derecho a exigir que se le abone un canon¡±, afirma Santiago Ilund¨¢in. No obstante, el letrado recuerda que es relativamente frecuente que las celebridades registren su nombre como marca. Adem¨¢s, en Espa?a, no est¨¢ permitido explotar comercialmente la imagen de una persona sin su consentimiento o el de sus familiares (en caso de fallecimiento). ¡°De ah¨ª que muchas veces se tome la precauci¨®n de poner un t¨ªtulo gen¨¦rico a la obra¡±, se?ala.
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