El Reino Unido irrita a Grecia al afirmar que recogi¨® de las ruinas los m¨¢rmoles del Parten¨®n
El Gobierno de Johnson vuelve a lavarse las manos y asegura que las esculturas fueron adquiridas legalmente por el Museo Brit¨¢nico
El peor modo de encauzar una discusi¨®n tan pasional y cercana a la piel como la devoluci¨®n a Atenas de las estatuas del Parten¨®n, que exhibe el Museo Brit¨¢nico de Londres, es utilizar a los ¡°expertos¡± como testigos de parte. El tono condescendiente que emple¨® la semana pasada Jonathan Williams, el subdirector del museo, en la reuni¨®n en Par¨ªs de la Unesco (el organismo de la ONU dedicado a la educaci¨®n, la ciencia y la cultura) que debat¨ªa el retorno de los m¨¢rmoles ha desatado la ira de las autoridades griegas.
¡°La mayor parte del friso fue recogido de entre las ruinas que rodeaban al Parten¨®n¡±, aseguraba Williams ante los miembros de la comisi¨®n intergubernamental que debate y promueve la devoluci¨®n a su lugar de origen de los bienes culturales. ¡°Todos estos objetos no fueron arrancados del edificio como se ha sugerido¡±, intentaba rebatir el responsable del museo. Coronaba la faena con un consuelo paternalista dirigido a sus colegas griegos: ¡°Nunca se producir¨¢ ese momento m¨¢gico de la reunificaci¨®n de las esculturas, porque la mitad de ellas se perdieron para siempre a lo largo de un periodo de m¨¢s de 2.500 a?os¡±, dec¨ªa Williams. Era el modo de rechazar la posibilidad real de una devoluci¨®n con la excusa de que el edificio nunca recuperar¨¢ su esplendor original.
Y aunque es cierto que, durante siglos de guerras e invasiones el edificio pas¨® de ser un templo griego a una iglesia cristiana, una mezquita musulmana y hasta un barrac¨®n militar reventado a medias por una explosi¨®n en siglo XVII, la afirmaci¨®n de que Thomas Bruce Elgin, ¡°Lord Elgin¡±, recogi¨® del suelo la mayor¨ªa de las estatuas que hoy se exhiben en la sala 18 del Museo Brit¨¢nico ha sido ampliamente rebatida. El entonces embajador del Imperio ante el Imperio Otomano, bajo cuyos dominios estaba Atenas, permiti¨® el uso de sierras especiales y otra maquinaria pesada para poder extraer del friso muchas de las metopas y sus bajorrelieves. As¨ª se deduce de la correspondencia entre Elgin y Giovanni Battista Lusieri, el pintor italiano que supervis¨® todas esas tareas en 1801. En 1816, arruinado, Elgin se las vendi¨® al Museo Brit¨¢nico por 350.000 libras (310.000 euros) de la ¨¦poca.
¡°Para reducir la carta total de transporte, Lusieri cort¨® la parte de atr¨¢s de la mayor¨ªa de estos bloques y la descart¨®, pero mantuvo intacta la cara en la que estaban las esculturas¡±, ha explicado el profesor Anthony Snodgrass, profesor de Arqueolog¨ªa Cl¨¢sica de la Universidad de Cambridge, y miembro del Comit¨¦ Brit¨¢nico para la Reunificaci¨®n de los M¨¢rmoles del Parten¨®n. ¡°Esto no quiere decir que todos los bloques fueran arrancados de la parte alta del templo, pero el estado de conservaci¨®n de la mayor¨ªa de los bloques expuestos en el Museo Brit¨¢nico es lo suficientemente bueno como para demostrar que no se cayeron de una altura de doce metros, sino que fueron cuidadosamente arrancados y bajados, para serrar en el suelo su parte de atr¨¢s¡±, ha afirmado Snodgrass.
El Gobierno de Atenas ha reforzado en los ¨²ltimos a?os una campa?a que inici¨® a principios de los ochenta la actriz y ministra de Cultura, Melina Mercouri, y que tiene una enorme carga sentimental para los ciudadanos griegos. En noviembre del a?o pasado, el primer ministro, Kyriakos Mitsotakis, visit¨® Londres, y apel¨® con astucia a la Gran Breta?a Global (Global Britain) que so?aba Boris Johnson para el tiempo pos-Brexit. ?Qu¨¦ mejor gesto para inaugurar esa nueva era de relaciones internacionales que la generosa devoluci¨®n de los m¨¢rmoles? Mucho m¨¢s si se tiene en cuenta que Johnson es un amante de la Grecia cl¨¢sica, que presume de recitar de memoria las cien primeras l¨ªneas de la Odisea. O que, como presidente del club de debate universitario Oxford Union, invit¨® en 1986 a Melina Mercouri, la actriz, cantante y ministra griega de Cultura que abander¨® la campa?a para el retorno de las esculturas. Y que, incluso como alcalde de Londres, lleg¨® a defender en una carta a las autoridades griegas, en 2012, que ¡°en un mundo ideal, los m¨¢rmoles del Parten¨®n nunca deber¨ªan haber sido retirados de la Acr¨®polis¡±.
La realpolitik se impuso en el momento en que Johnson se convirti¨® en primer ministro, y Downing Street remiti¨® el asunto a los patronos del Museo Brit¨¢nico, que ¡°operan de un modo independiente, ajenos al Gobierno¡±, como asegur¨® un portavoz gubernamental. Los responsables del museo no quieren ni o¨ªr hablar de una posible devoluci¨®n. Consideran que los m¨¢rmoles fueron adquiridos legalmente, en un momento en que ni siquiera exist¨ªa la Rep¨²blica de Grecia que hoy los reclama. Sin embargo, el apoyo popular a la restituci¨®n, sobre todo dentro del Reino Unido, es enorme y en aumento. Seg¨²n la encuesta m¨¢s reciente de YouGov, del pasado 23 de noviembre, un 59% de los brit¨¢nicos cree que las esculturas deben estar en la Acr¨®polis. Y apenas un 18% se manifiesta en contra. El resto, directamente, no tiene opini¨®n al respecto.
Conscientes de la buena gesti¨®n del actual Museo de la Acr¨®polis, en Atenas, donde podr¨ªan ir a parar las estatuas en caso de devoluci¨®n, los gestores del Brit¨¢nico sugieren la trampa de un pr¨¦stamo de las obras. Saben que la oferta coloca en dif¨ªcil posici¨®n al Gobierno griego. Aceptar algo as¨ª supondr¨ªa admitir impl¨ªcitamente que la propiedad es de otro. Hasta las palabras est¨¢n cargadas de intenci¨®n. Por eso sigue habiendo un sector de la prensa brit¨¢nica que habla de los ¡°m¨¢rmoles de Elgin¡±, y no de los ¡°m¨¢rmoles del Parten¨®n¡±. Y el corresponsal de EL PA?S sugiri¨® en cierta ocasi¨®n al actual director del museo, el alem¨¢n Hartwig Fischer, que las actuales t¨¦cnicas de copia en 3D permit¨ªan reproducir obras de arte con completa exactitud. ¡°Esa ser¨ªa una soluci¨®n. Y enviar las copias a Atenas¡±, respondi¨®.
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