¡®El comensal¡¯: ni fr¨ªo ni calor
La pel¨ªcula de ?ngeles Gonz¨¢lez-Sinde sobre el horror de ETA pretende hablar con sutileza de los sentimientos, ser intimista sin adornos, pero me resulta tibia
Durante una larga ¨¦poca abundaron con peligro de llegar a la sobredosis las pel¨ªculas espa?olas ambientadas en la Guerra Civil. Normal. Fue lo m¨¢s trascendente y pavoroso que le ocurri¨® a este pa¨ªs en el siglo XX. E imagino que se seguir¨¢ haciendo cine por los siglos de los siglos sobre las dos guerras mundiales que afortunadamente no ganaron los malos. A no ser que el siniestro tarado Vlad¨ªmir Putin se empe?e en montar la tercera. Si queda alguien vivo y se siguen rodando pel¨ªculas, esa tem¨¢tica ser¨ªa la protagonista en el futuro del cine. Solo habr¨ªa que exigir a estas que poseyeran calidad, que los espectadores se conmovieran con la narrativa, el retrato y las historias sobre las guerras y la ancestral barbarie que representan.
La guerra especialmente s¨®rdida que mantuvo ETA contra los opresores de su supuesta patria se llev¨® por delante a 900 personas. Algunas, tan responsables de masacrar a Euskadi como los cuantiosos muertos y heridos por un bombazo que tuvieron la irresponsable y maligna idea de ir a comprar o a dar una vuelta por un Hipercor de Barcelona. Las estrat¨¦gicas o ciegas salvajadas de ETA duraron 50 a?os. Todos fuimos testigos de ese horror, vivimos el acojone y el asco, pero los que se quedaron definitivamente solos fueron los muertos. Y los suyos, sus familias, sus amigos, la gente a la que los difuntos amaban y por la que se sent¨ªan amados. No es extra?o que, desaparecido el monstruo, se est¨¦n haciendo numerosas pel¨ªculas, series y documentales sobre su largo imperio de terror. Y admito que la extraordinaria novela de Fernando Aramburu Patria y la mod¨¦lica adaptaci¨®n de ella en forma de serie que cre¨® Aitor Gabilondo han puesto el list¨®n art¨ªstico muy alto para los que contin¨²en hablando de ETA. Nada faltaba ni sobraba en esas narraciones devastadoras sobre v¨ªctimas y verdugos, de forma directa o indirecta.
Angeles Gonz¨¢lez-Sinde se ha propuesto en El comensal hablar de las imborrables cicatrices y la tr¨¢gica supervivencia de alguien cuyo padre fue secuestrado y asesinado por ETA. Adapta la novela de Gabriela Ybarra, que no he le¨ªdo, pero que lo har¨¦, ya que me despierta inter¨¦s, aunque la pel¨ªcula me resulte decepcionante. La brutal historia comienza en 1977. Un comando etarra irrumpe en la casa del empresario Javier de Ybarra. Se lo llevan ante la sobrecogida presencia de su familia. Exigen un rescate abrumador para liberarlo. Los hijos recurren in¨²tilmente a los bancos para que les presten esa cifra. No lo consiguen. Lo matan. D¨¦cadas m¨¢s tarde, el hijo mayor del muerto necesita la protecci¨®n de un escolta, es un ser introvertido y hosco, no habla del pasado, el c¨¢ncer ha masacrado a su esposa, su hija intuye que este se amuralla en el silencio porque qued¨® herido a perpetuidad por el pasado.
El tema es fuerte. La pel¨ªcula no me lo parece. Pretende hablar con sutileza de los sentimientos, ser intimista, sin adornos, pero me resulta tibia, no me siento contagiado por esta radiograf¨ªa sentimental del dolor oculto, no me otorga ni fr¨ªo ni calor. Alterna el presente y el pasado con poco ¨¦xito. Y en bastantes momentos me resulta tediosa. Mejora mi atenci¨®n cuando aparece esa excelente actriz, cl¨¢sica, veraz, como de toda la vida, llamada Adriana Ozores. Y creo que tiene presente y futuro Susana Abaitua. La descubr¨ª en Patria. Es cre¨ªble, es expresiva. Y tiene un punto inquietante.
El comensal
Dirección: Ángeles González-Sinde.
Reparto: Susana Abaitua, Ginés García Millán, Adriana Ozores, David Luque, Fernando Oyagüez.
Género: drama. España, 2022.
Duración: 100 minutos.
Estreno: 27 de mayo.
Babelia
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