Los mejores faros: altos, lejanos, solitarios, rom¨¢nticos y misteriosos
Amenazadas por las nuevas tecnolog¨ªas, las emblem¨¢ticas luces costeras destellan en la realidad y la ficci¨®n, que suele destacar su lado inquietante y hasta terror¨ªfico
Hay opiniones para todos los gustos sobre cu¨¢les son los faros m¨¢s bellos, espectaculares o ic¨®nicos del mundo ¡ªun asunto que parece obligado tratar en esta secci¨®n, visto su t¨ªtulo¡ª, pero entre ellos se suelen nombrar el de Les ?claireurs, enclavado en una roca refugio de ping¨¹inos y focas en medio del canal del Beagle, en la Tierra del Fuego, a la entrada de Ushuaia; el del cabo Hatteras, con su nombre tan julesverniano, en Carolina del Norte, en una zona conocida como un gran cementerio de barcos, o el muy rom¨¢ntico de Fanad, en Donegal, Irlanda. En su indispensable libro sobre estas edificaciones Breve atlas de los faros del fin del mundo (Menguantes, cuarta edici¨®n, 2021), Jos¨¦ Luis Gonz¨¢lez Mac¨ªas recoge 34 de estas ¡°arquitecturas imposibles¡± que conjugan lo t¨¦cnico y lo heroico, se?alando que ¡°hay algo hermoso y salvaje¡± en ellas, ¡°quiz¨¢ porque intuimos que son seres agonizantes¡±, ya que a causa de las nuevas tecnolog¨ªas que los van haciendo innecesarios, sus luces de aceite, petr¨®leo, parafina o filamento incandescente ¡°se apagan y sus cuerpos se desmoronan¡±.
En su personal selecci¨®n, que se centra en los faros m¨¢s remotos y aislados, figuran algunos realmente estelares como el de Bell Rock, en Escocia, situado en mar abierto a 18 kil¨®metros de la costa; el tambi¨¦n escoc¨¦s de Eilean M¨°r, una de las islas Flannan, del que desaparecieron sus tres fareros en 1900 sin que nunca haya podido desentra?arse el misterio ¡ªGenesis dedic¨® un tema al asunto, The Mystery Of The Flannan Isle Lighthouse (¡°They say the wicked spirits haunt the lighthouse in the night¡±)¡ª, o el tan famoso de la Jument, en la isla de Ouessant, en Breta?a, el de la c¨¦lebre imagen de la ola que parece engullirlo mientras el farero se mantiene impert¨¦rrito en el umbral de la puerta.
Gonz¨¢lez selecciona asimismo el de Smalls, en Gales, cuyos desquiciados guardianes y crimen (con el a?adido de Poe y Lovecraft) sirvieron de inspiraci¨®n a Robert Eggers para su turbulenta, on¨ªrica y perturbada El faro, protagonizada por William Dafoe (¡°?el faro es m¨ªo!¡±) y Robert Pattinson, sin olvidar a Valeriia Karaman como la sirena de extra?o sexo-agalla (el faro de la pel¨ªcula lo construyeron a prop¨®sito en Canad¨¢). Y recoge tambi¨¦n el que quiz¨¢ sea el faro m¨¢s literario de todos (con perd¨®n del de Godrevy, en Cornualles, que inspir¨® a Virginia Woolf): el de San Juan de Salvamento, construido en 1884 en la isla de los Estados, en la Patagonia argentina, y que, aunque era peque?ito (fue reconstruido en 1998) inspir¨® a Julio Verne su novela El faro del fin del mundo, a la que honramos aqu¨ª, y qu¨¦ menos, maestro.
En la novela, unos piratas apagan la luz del faro para que los barcos se estrellen contra las rocas de la costa y apoderarse as¨ª de su carga. En la versi¨®n cinematogr¨¢fica de 1971 (La luz del fin del mundo, dirigida por Kevin Billington), tan de sesi¨®n doble de domingo de infancia, Yul Brynner encarnaba al vil Kongre y Kirk Douglas al valiente farero que se le opon¨ªa. La pel¨ªcula se rod¨® en la Costa Brava, en el Cap de Creus, donde se construy¨® un faro (mucho m¨¢s cl¨¢sico que el patag¨®n) que fue visitable hasta que, con gran pesar de los amantes del cine y mit¨®manos, lo desmantelaron en 1998. Otro faro importante, el seminal y que dio nombre a todos, tambi¨¦n ha desaparecido: el faro (por la isla de Pharos, y esta por el piloto de Menelao y Helena en su retorno de Troya) de Alejandr¨ªa, una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. Se ha sugerido que la Torre de H¨¦rcules, antiguo faro romano en la pen¨ªnsula de la ciudad de la Coru?a, podr¨ªa haber estado inspirada en el faro de Alejandr¨ªa.
La raz¨®n de que nos conmuevan tanto los faros tiene que ver no s¨®lo con lo poderosa que suele ser su imagen, sino con las intensas connotaciones simb¨®licas que poseen. El faro, iluminaci¨®n en las tinieblas, es s¨ªmbolo de conocimiento y, al combinar la luz y la torre, de la fuerza, la estabilidad y la sabidur¨ªa, y de la fe (similitud con el campanario). El faro es visto, y a la vez ve: ojo de c¨ªclope que escudri?a las tinieblas del mare tenebrarum y la noche salada. A veces atrae a los monstruos, como relat¨® Ray Bradbury. Motivo de reflexi¨®n, se han dicho muchas cosas de los faros, de la filosof¨ªa a la autoayuda: ¡°No olvides que quiz¨¢ eres el faro en la tormenta de alguien¡±, ¡°si cierras los ojos ning¨²n faro puede ayudarte¡±, ¡°es mejor ser faro que bote salvavidas¡± y ¡°el primer faro, como el primer beso, nunca se olvida¡±.
Curiosamente, dada su identidad esencialmente salv¨ªfica y altruista (¡°construidos para servir¡±, dijo George Bernard Shaw), en la ficci¨®n han prevalecido los significados inquietantes o negativos del faro, convertido en lugar amenazado y amenazante, de soledad y locura y escenario privilegiado de historias de terror y de fantasmas. Contagiado de la ¨¢spera roca salvaje en que se asienta, y en continua lucha con el mar y las tormentas, la esencia del faro no es s¨®lo luminosa, sino violenta. En el cine est¨¢n, entre otros muchos y adem¨¢s de los mencionados, los faros de Keepers, La luz entre los oc¨¦anos, La niebla, La piel fr¨ªa, An¨¢lisis final (con la conexi¨®n hitchcockiana faro-escalera), o Shutter Island.
Cada uno tendr¨¢ sus faros, claro; la tendencia es a poner en tu lista los que has conocido personalmente. Yo tengo en la m¨ªa los dos principales de Formentera, el de la Mola (junto al que un monolito recuerda precisamente la conexi¨®n de Julio Verne con la isla, por su novela H¨¦ctor Servadac) y el m¨¢s solitario y salvaje de Barbaria, imposible de desconectar de Luc¨ªa, del sexo y de la vespino. Entre los favoritos, tambi¨¦n el de San Agust¨ªn, en Florida, que no s¨®lo es una maravilla con su fisonom¨ªa cl¨¢sica y su reputada actividad paranormal, sino que est¨¢ a tiro de piedra de la Alligator Farm, el zoo de los cocodrilos. Y el de Sankaty Head, al que llegu¨¦ una tarde dorada en bicicleta en el extremo este de Nantucket, la isla ballenera, y que probablemente fue lo ¨²ltimo que vieron de tierra los marinos del Pequod al partir a su encuentro con Moby Dick y el desastre.
He visto tambi¨¦n el faro de Chania en Creta que est¨¢ en muchas listas de los mejores, y el Faro de las Ballenas, en la isla de R¨¦, con sus 57 metros uno de los m¨¢s altos de Europa y en la playa del cual corr¨ªan mis hijas de peque?as buscando caracolas en la bajamar. Pero si me tengo que quedar con un faro, elijo mi primero, inici¨¢tico, el de Favaritx, en Menorca, a 17 kil¨®metros de Mah¨®n. Alz¨¢ndose sobre rocas negras en un paraje m¨¢gico, tiene todo lo que le pedimos a un faro, adem¨¢s de las rayas horizontales: misterio, majestuosidad, soledad, belleza y recuerdos: ¡°Ella es como el faro giratorio, oscuridad total alternando con un brillo deslumbrante¡± (Henry James).
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