Aventuras en el desierto con la daga y el escorpi¨®n
Emoci¨®n a paletadas (de arena) en dos ¨¢lbumes de c¨®mics, un cl¨¢sico y una novedad, sobre las fuerzas especiales del LRDG y el SAS en el Norte de ?frica durante la Segunda Guerra Mundial
No hay nada que anime tanto la vida como una dosis de aventuras en el desierto (le¨ªdas). Y entre las mayores de esas andanzas de arena se cuentan, sin duda, las de las fuerzas especiales aliadas que combatieron a los nazis y fascistas en el norte de ?frica durante la Segunda Guerra Mundial. Bajo las banderas de lo que los brit¨¢nicos bautizaron, alzando un poco la ceja, como private armies, ej¨¦rcitos privados, se enrolaron como comandos algunos de los personajes m¨¢s extraordinarios y extravagantes, y sin duda valientes (en esas unidades el valor se te supon¨ªa, como dec¨ªan en la mili, tanto como la rudeza, la indisciplina y el desali?o), que ha dado el g¨¦nero de la aventura. Ah¨ª est¨¢n David Stirling, Ralph Bagnold, Paddy Mayne o Popski Peniakoff, nombres mayores no s¨®lo de las haza?as b¨¦licas, sino del desigual enfrentamiento del ser humano con los parajes m¨¢s inh¨®spitos y grandiosos del planeta.
Dec¨ªa que cuando est¨¢s algo deca¨ªdo, ale, al desierto; y yo me he sumergido en el mar de dunas y peligros de la mano de esos aventureros reales y otros imaginarios ¡ªaunque de los mismos grupos audaces¡ª, con dos ¨¢lbumes de c¨®mic estupendos. Uno es la integral de Los escorpiones del desierto, el gran cl¨¢sico de Hugo Pratt, que acaba de publicar Norma en un monumental volumen de 344 p¨¢ginas (qu¨¦ gusto tener toda la aventura junta); y el otro, asimismo de Norma y tambi¨¦n la obra completa (tres partes), The Regiment, la verdadera historia del SAS, con guion de Vincent Brugeas y dibujos de Thomas Legrain.
El primero toma como excusa al legendario Long Range Desert Group (LRDG), los ¡°escorpiones del desierto¡± por su insignia del venenoso artr¨®podo, para relatarnos, sobre todo, en el m¨¢s puro estilo del creador de Corto Malt¨¦s, las peripecias de uno de sus miembros, el exsoldado de caballer¨ªa polaco Koinsky, adscrito a la unidad. En el biogr¨¢fico El deseo de ser in¨²til (Confluencias, 2012), Pratt aseguraba que lo conoci¨®, aunque parece evidente que la mayor¨ªa de sus aventuras en el c¨®mic son inventadas. Con pretensiones m¨¢s hist¨®ricas, The Regiment trata de ofrecer un relato a la vez riguroso y emocionante de los inicios en el frente norteafricano de la que se convertir¨ªa en la unidad m¨¢s famosa de fuerzas especiales del mundo, con perd¨®n ¡ªcualquiera los ofende¡ª de Seals, Boinas verdes o paracaidistas de la infanter¨ªa de marina franceses: el Special Air Service (SAS). Su lema, who dares wins, quien se atreve vence, y su emblema, la c¨¦lebre espada o daga con alas, que disfrutan de una temible reputaci¨®n.
A m¨ª siempre me ha sido m¨¢s simp¨¢tico el LRDG, que tiene en sus or¨ªgenes a verdaderos exploradores y amantes del desierto, empezando por su creador, Bagnold, mucho m¨¢s agradable (aunque cualquiera de los dos me habr¨ªa descartado para su unidad s¨®lo verme) que Stirling. El LRDG hered¨® una circunspecci¨®n, un ascetismo y un cierto esp¨ªritu cient¨ªfico, y estoy tentado de a?adir un romanticismo (Bagnold y otros eran miembros del Club Zerzura, buscadores del m¨ªtico oasis perdido, como su amigo-enemigo el h¨²ngaro conde Alm¨¢sy, que protagoniza El paciente ingl¨¦s y al que reclut¨® el Afrika Korps), que contrastan con la musculada arrogancia, la impetuosidad violenta y la tendencia camorrista del SAS. A la gente del LRDG, grandes navegadores (los comandantes de patrulla eran llamados skippers, patrones, como en los barcos), les puedes imaginar con el motor parado en el Mar de Arena, contemplando en silencio un crep¨²sculo de sin igual pureza; los del SAS estar¨ªan afilando el pu?al. Cuando Stirling consigui¨® luz verde para su grupo en julio de 1941, el de Bagnold llevaba ya tiempo, desde agosto de 1940, patrullando por las inmensidades de arena en sus caracter¨ªsticas camionetas Chevrolet, a una de las cuales, por cierto, me pude subir hace a?os en el Imperial War Museum de Londres, donde se exhib¨ªa, y so?ar por un rato que formaba parte (sin riesgo) de esa comunidad de h¨¦roes sufridos y taciturnos.
Al principio, el LRDG, con base en el oasis de Siwa, hac¨ªa de ¡°taxista¡± del SAS, recogi¨¦ndolos tras sus misiones, a las que en teor¨ªa iban lanz¨¢ndose desde el aire (eran una unidad de paracaidistas), pero luego los de Stirling se independizaron montando sus propias incursiones de principio a fin y cambiando las camionetas por Jeeps Willys estadounidenses que costumizaron y artillaron, convirti¨¦ndolos en sus monturas emblem¨¢ticas. The Regiment sigue con unos dibujos realmente espl¨¦ndidos con puntillista atenci¨®n a uniformes, veh¨ªculos y equipos, el despliegue del SAS y su leyenda, sus ¨¦xitos y fracasos, y las dudas, envidias y aut¨¦nticos odios que despertaba (como lo hacen todas las unidades especiales) en los estamentos tradicionales del Ej¨¦rcito brit¨¢nico. As¨ª como el LRDG ten¨ªa como misi¨®n principal recopilar informaci¨®n de manera discreta, infiltr¨¢ndose desde el desierto tras las l¨ªneas enemigas, lo del SAS era el ataque rel¨¢mpago y devastador, procurando hacer el m¨¢ximo da?o posible, sobre todo col¨¢ndose en los aer¨®dromos del enemigo y destruyendo en tierra sus aviones. Las acciones derivaron ¡ªcomo muestra muy bien el ¨¢lbum de Legrain/ Brugeas¡ª en fulgurantes razzias explosivas (la t¨¢ctica del mass jeep raid), durante las cuales las patrullas motorizadas del SAS irrump¨ªan a toda velocidad en instalaciones y campamentos disparando contra todo lo que ve¨ªan y sal¨ªan pitando tras agitar el avispero.
El c¨®mic est¨¢ protagonizado por tres personajes reales, Stirling, el desmesurado y brutal Paddy Mayne, capaz de destruir aeroplanos literalmente con las manos, y el teniente Jock Lewes (inventor de los explosivos que llevan su nombre), que hace de narrador (pese a que lo mataron). Las im¨¢genes, muy realistas, y basadas escrupulosamente en los episodios aut¨¦nticos (como el asalto a Fuka mientras los alemanes encienden las luces para que aterrice un Ju-52, o el desastroso ataque conjunto a Bengasi y Tobruk) son sensacionales y plasman en toda su intensidad la atm¨®sfera del desierto y la ferocidad del combate. Hay vi?etas y p¨¢ginas espectaculares, como las que muestran una unidad blindada alemana marchando a la luz de la luna espiada por los SAS bajo sus redes de camuflaje, las escenas de sabotajes en los aeropuertos, o las persecuciones por el infierno de arena. A destacar que las vi?etas recogen tambi¨¦n muy bien el ambiente de camarader¨ªa y amistad profunda ¡ªBen Macintyre ha sugerido en su libro Los hombres del SAS (Cr¨ªtica, 2017) que de tintes homoer¨®ticos¡ª en la unidad.
La amistad es asimismo un tema principal en Los escorpiones del desierto, obra se?era en la que Pratt, pese a conocer y admirar las actividades del LRDG y los otros cuerpos, se decant¨® por utilizar simplemente el marco hist¨®rico para ambientar las aventuras de trazos cl¨¢sicos (hay referencias directas a Beau Geste y a Las cuatro plumas) de sus personajes, siempre peculiares outsiders, antih¨¦roes y perdedores. Por ah¨ª aparecen sin embargo ¡ªjunto a los ficticios Cush, ex compa?ero de Corto Malt¨¦s, del que da noticia el loco capit¨¢n Palchetti, obsesionado con la ¨®pera en su fort¨ªn a lo Zinderneuf, la due?a de burdel Madame Brezza, el bersaglieri jud¨ªo Guerrino, el leproso comandante Fanfulla, la esp¨ªa del Irgun Judittah o la amazona dankal¨ª Ghula¡ª rostros hist¨®ricos tan conocidos como el ya mencionado Popski Peniakov, creador de su propia unidad especial, el ejercito privado de Popski o Escuadr¨®n de Demolici¨®n n? 1 (en el que habr¨ªa servido el Koinsky real), que sale de detr¨¢s de una duna disfrazado de beduino; el noble as de caza Mario Visentini, al que tambi¨¦n conoci¨® Pratt, y Orde Wingate (creador de otras fuerzas especiales, los Chindits, n¨¦mesis de los japoneses), que se nos muestra mandando la fuerza Gede¨®n, el grupo de comandos compuesto de sudaneses, et¨ªopes y soldados brit¨¢nicos que invadi¨® el ?frica Oriental italiana y repuso al emperador Haile Selassie en Addis Abeba. Hay tambi¨¦n menciones al viejo amigo Wilfred Thesiger, que fue miembro del SAS y pele¨® en la fuerza Gede¨®n y al que Pratt conoci¨® personalmente (lo que nos convierte en un curioso tri¨¢ngulo: yo entrevist¨¦ al explorador en su piso de Chelsea en 1998; claro que a m¨ª Haile Selassie no me acarici¨® la cabeza de ni?o como al dibujante). Tambi¨¦n conoci¨® Pratt a Peniakoff.
En Los escorpiones aparecen, adem¨¢s de la amistad, muchas de las obsesiones de Pratt, las mujeres bellas y peligrosas (en todo The Regiment s¨®lo sale una mujer, en una foto que lleva Jock Lewes), la mezcla de culturas y razas, las tierras ex¨®ticas, la traici¨®n, el nihilismo y la aventura desaforada. Tambi¨¦n muchos uniformes, insignias y m¨¢quinas b¨¦licas, que le pirraban al autor. Entre las m¨¢quinas, los aviones, los blindados y una lancha patrullera alemana, un E-Boot que act¨²a como macgufin de la aventura Brise de mer. Destacar asimismo que hace su irrupci¨®n un submarino nazi. Hay que recordar que Pratt, de familia fascista, fue un jovenc¨ªsimo soldado de Mussolini y lo enrolaron en 1944 en Venecia en la marina alemana. Sus aventuras en esa ¨¦poca convulsa en Italia no van a la zaga de las de sus personajes, y en febrero de 1945 se pas¨® al bando aliado y hasta hizo de int¨¦rprete ?en el ej¨¦rcito privado de Popsky!
Franceses los autores de The Regiment e italiano Pratt, es l¨®gico que algo se note: los primeros recuerdan el papel del destacamento franc¨¦s del SAS y el segundo, que vivi¨® con sus padres seis a?os en Etiop¨ªa durante la ocupaci¨®n colonial (su padre era un cargo pol¨ªtico militar fascista), destaca la presencia italiana en los escenarios africanos de la Segunda Guerra Mundial todo lo que puede. As¨ª, salen Stukas tripulados por pilotos de la Reggia Aeron¨¢utica, un miniblindado Ansaldo, tropas coloniales fascistas, y toda una galer¨ªa de inolvidables personajes italianos. Entre los grandes momentos de Los escorpiones, el viaje en camello de Koinsky y el teniente Stella, rodeados de paisajes inenarrables y peligros. ?Ah, el desierto y la aventura!
Babelia
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