Cinco minutos de aplausos y un bis de coro: el Teatro Real vive una noche hist¨®rica con el ¡®Nabucco¡¯
En Madrid, como en Mil¨¢n en 1842, el coro ¡®?Va pensiero!¡¯ fue repetido en la representaci¨®n de la ¨®pera de Verdi
Noche hist¨®rica en el Teatro Real. Nabucco vuelve a triunfar, como lo hizo hace 180 a?os en Mil¨¢n, cuando Verdi era un joven dispuesto a dejar la composici¨®n. En ese ¨¦xito resonaba el latido de la ¨®pera rom¨¢ntica, el vigor de un compositor que se ve¨ªa desahuciado y, sobre todo, el pulso del coro, convertido en el alma de un lamento que condensa la injusticia y el abatimiento del pueblo. Ayer en Madrid, como en Mil¨¢n en 1842, el coro ?Va pensiero! fue repetido. En Mil¨¢n estaba prohibido por las autoridades austriacas de ocupaci¨®n. Ahora, en Madrid, simplemente no era costumbre. De hecho, es la primera vez que esto ocurre en la moderna historia del Teatro Real. ?Un bis del coro! Pero, en ambas ocasiones, se ha producido lo inesperado, aqu¨ª han sido cinco minutos de aplausos, que habr¨ªan sido m¨¢s si el maestro Luisotti no cede. En el colmo de la rememoraci¨®n hist¨®rica, alguien grit¨® ?Viva Verdi!, el grito del Risorgimento italiano para camuflar el ?Vittorio Emmanuele Re d¡¯Italia!
La vibrante y embarullada historia de Nabucodonosor II es un magn¨ªfico ejemplo de tergiversaci¨®n hist¨®rica. Nabucodonosor fue el l¨ªder m¨¢s grande de Babilonia; sus jardines colgantes, sus templos, sus victorias militares y su largo reinado lo atestiguan. Pero, el pueblo jud¨ªo fue una de sus v¨ªctimas, destruy¨® el Templo de Jerusal¨¦n y mand¨® al destierro a su pueblo; y los jud¨ªos ten¨ªan un arma temible, la Biblia, por lo que hay dos Nabuccos proyectados hacia la eternidad. Pero Temistocle Solera, el libretista aventurero italiano que adapt¨® a su pluma f¨¢cil para el verso una historia de Bourgeois y Cornue, a?ade una tercera. En su Nabucco, ¨¦ste termina nada menos que adhiri¨¦ndose a la religi¨®n hebrea. En 1840, con el romanticismo pidiendo marcha, esta clase de disparates hist¨®ricos eran casi una necesidad, lo importante era crear personajes en conflicto, dramas siempre al l¨ªmite de la vida y la muerte, fuego cruzado entre el laberinto de pasiones que era la historia.
El libreto de Solera sobre Nabucco dio unas cuantas vueltas por el despacho del director de La Scala de Mil¨¢n, Merelli, hasta que un ¨²ltimo rechazo de Otto Nicolai, compositor maldito por haberse metido donde no le llamaban, llevo al astuto director a pensar en un joven deprimido por un drama familiar de magnas proporciones y un fracaso en lo que hab¨ªa sido su segunda ¨®pera. El joven era tozudo en su voluntad de no repetir en el maldito teatro, pero Merelli era astuto y, a su modo, generoso.
La historia por la cual Giuseppe Verdi termin¨® aceptando volver a componer y terminar firmando el ¨¦xito m¨¢s fabuloso de la ¨®pera italiana se ha contando mil veces. Las fuentes son s¨®lidas, vienen de las declaraciones, aunque muy posteriores, del propio compositor, pero son demasiado teatrales para ser totalmente ciertas, al menos en el detalle. En todo caso, no hay otras, y la historia es bonita. Verdi se negaba en redondo a seguir componiendo, Merelli lo sacude y adula a la vez, al final el libreto de la discordia termina en manos del compositor herido y, ?oh milagro! cae abierto por la p¨¢gina del celeb¨¦rrimo verso ?Va pensiero!
Y, el mismo p¨²blico que hab¨ªa silbado y hecho sangre con esa lamentable ¨®pera, Un giorno di regno, apenas un par de a?os antes, cae rendido ante lo que interpreta como una exaltaci¨®n del anhelo italiano de libertad, sometido por los austriacos.
?pera de cantantes
Nabucco tiene, una cierta relaci¨®n con nuestro pa¨ªs y, de modo especial, con el Teatro Real. Se dice que son¨® en las pruebas ac¨²sticas del Real antes de su apertura, en 1850, y, en todo caso, lleg¨® a su escenario en 1853. Adem¨¢s, el inefable Temistocle Solera lleg¨® a ser nada menos que director del Teatro Real por esos mismos a?os. Con todo, Nabucco se interpret¨® en el Real por ¨²ltima vez en 1871, por lo que su presentaci¨®n actual cubre un vac¨ªo de 151 a?os.
Cada ¨¦poca tiene que redefinir su relaci¨®n con los cl¨¢sicos, los p¨²blicos cambian y no es sencillo gustar siempre a todos. Toca pensar qu¨¦ dice Nabucco en pleno siglo XXI. Para los oper¨®filos y los conocedores de Verdi, Nabucco les interesar¨¢ por sus vigorosos dise?os dram¨¢ticos que ya est¨¢n aqu¨ª presentes y que reverberar¨¢n en toda su amplia obra: esa Abigail perversa que prefigura a Lady Macbeth y a otras mujeres fuertes de su cat¨¢logo; el propio Nabucco, tan cercano a Felipe II en su Don Carlo, y en general, esa antolog¨ªa de bar¨ªtonos que le dan un tono casi ruso. En fin, las calidades son numerosas, no siendo la menor una orquesta poderosa que narra y punt¨²a el crescendo dram¨¢tico de la ¨®pera. En fin, son muchos los detalles que aun sorprenden a los que no conozcan este t¨ªtulo, y, c¨®mo no, ese coro que terminar¨ªa convirti¨¦ndose en el alma de la historia.
Y es que ?Va pensiero! es pieza clave. Un modesto coro a una voz de apenas unos minutos, cuya popularidad parece haber soportado toda la ¨®pera. Para todos los que conozcan de memoria este coro, como si se tratara de un anuncio comercial, les recomiendo que lo oigan en su contexto, porque explica toda la grandeza de Verdi, no solo art¨ªstica si no moral. Que, en medio de desgarros de guardarrop¨ªa que uno se cree por convenci¨®n, aparezca un coro que representa a un colectivo humano oprimido de verdad, v¨ªctimas colaterales del drama hist¨®rico, y a ese colectivo, un coro de esclavos desterrados, Verdi les conceda lo ¨²nico que puede darles, la palabra para expresar un lamento tan profundo como habitualmente poco escuchado, esto convierte a esta ¨®pera en modern¨ªsima, siempre actual, porque lo ¨²nico que nunca ha faltado son da?os colaterales sufridos por colectivos inocentes y desamparados. ?Va pensiero!, muestra un dolor real y nunca extinguido. Eso es ¨®pera, lo ha sido y lo seguir¨¢ siendo.
El actual montaje de Nabucco que presenta el Real, de la mano musical de Nicola Luisotti y la teatral de Andreas Homoki, es poderoso. Mucho m¨¢s en lo musical que en lo teatral. El coro Intermezzo, muy bien preparado por Andr¨¦s M¨¢spero, est¨¢ sublime, y no solo en ?Va pensiero! Por su parte, la orquesta vuela de la mano de Luisotti, quien presenta sus credenciales en este t¨ªtulo verdiano que reclama cada vez m¨¢s atenci¨®n. Al director alem¨¢n Andreas Homoki le toca lidiar con la m¨¢s fea, dar sentido a una historia que solo es buena para ponerle m¨²sica. Su opci¨®n era sensata: nada de Babilonia ni Judea, todo discurre en la Italia del Risorgimento; no est¨¢ mal la apuesta, pero los choques de realidad son tantos que terminan difuminando cualquier otro acierto. A¨²n as¨ª, no creo que Homoki y su equipo merezca las descalificaciones del respetable, que parecen ya casi una tradici¨®n en el Real cuando se trata de puesta en escena. Hab¨ªa que hacer algo y dejar la historia en Babilonia es ya inaceptable.
Pero, Nabucco es una ¨®pera de cantantes. Empezando por el titular de la historia. En el primer reparto ha brillado con luz propia el bar¨ªtono Luca Salsi, perfecto de ajuste vocal y de teatralidad. Como este montaje triplica el reparto, queda esperar que el resto no desmerezca. El segundo papel tiene mucho morbo, Abigaille, la mala de la historia, una soprano con un registro especial, dram¨¢tico, pero con extensiones de voz temibles, al agudo y al grave. Abigaille, adem¨¢s, fue el papel que asumi¨® en su estreno la soprano Giusepinna Strepponi, la que terminar¨ªa siendo segunda mujer de Verdi y de la que algunos aseguran que este papel le quem¨® la voz. Es indemostrable, pero echa mucha sustancia al personaje para cualquier verdiano. La soprano Anna Pirozzi se lanza con fuerza a un papel que, aun dif¨ªcil, ya no pilla desprevenida a una cantante. Ambos fueron los triunfadores vocales de la noche. En el tri¨¢ngulo de protagonistas, merece atenci¨®n el bar¨ªtono Dmitry Belosselsky, que cuenta con un instrumento robusto y bien articulado, aunque los temibles graves del personaje de Zaccaria quedan un poco desva¨ªdos. Para cerrar el cap¨ªtulo, buenas prestaciones de la pareja de la soprano Silvia Tro Santaf¨¦ y el tenor Michael Fabiano. Pero, a¨²n a riesgo de repetirme, fue la noche del Coro Intermezzo.
Ficha t¨¦cnica
Nabucco. Música de Giuseppe Verdi; libreto de Temistocle Solera.
Director musical, Nicola Luisotti; director de escena, Andreas Homoki; escenografía, Wolfgang Gussmann; figurinistas, Wolfgang Gussmann / Susana Mendoza; director del Coro, Andrés Máspero.
1º reparto: Nabucco, Luca Salsi; Ismaele, Michael Fabiano; Zaccaria, Dmitry Belosselsky; Abigaille, Anna Pirozzi; Fenena, Silvia Tro Santafé; El Gran Sacerdote, Simon Lim. Orquesta Sinfónica de Madrid, Coro Intermezzo, titulares del Teatro Real. Del 5 al 22 de julio. Teatro Real.
Babelia
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