¡°Pelmazo¡±, ¡°escoria¡±, ¡°garbancero¡± y otros piropos de escritor a escritor
La mofa y el escarnio han sido de uso com¨²n en el mundillo literario, como demuestra la recopilaci¨®n ¡®Miseria y gloria de la cr¨ªtica literaria¡¯, de Constantino B¨¦rtolo. ?Son ¨²tiles los exabruptos?
¡°Es un pelmazo. Y me tiene sin cuidado que le hayan dado el Nobel o no¡±, escribi¨® S¨¢nchez Ferlosio sobre Camilo Jos¨¦ Cela.
¡°Es un tost¨®n¡±, escribi¨® Rafael Reig sobre Juan Benet.
¡°Escribe los adjetivos como suelta un burro sus pedos¡±, escribi¨® Josep Pla sobre P¨ªo Baroja.
¡°Era un mal escritor, y ¨¦l lo sab¨ªa¡±, escribi¨® Eduardo Mendoza sobre Franz Kafka.
¡°La cr¨ªtica es la salsa de la literatura, as¨ª que la hay ¨¢cida, la hay picante¡¡±, dice el editor y cr¨ªtico Constantino B¨¦rtolo, que ha recopilado y prologado los anteriores exabruptos, m¨¢s ¨¢cidos y picantes que dulces y melosos, en su libro Miseria y gloria de la cr¨ªtica literaria (Punto de vista), un compendio de citas de autores que ponen verdes, con m¨¢s o menos gracia, a otros autores.
Sobre los libros siempre han volado las cuchilladas: la literatura ha sido tradicionalmente un campo de batalla donde los egos pelean blandiendo afiladas opiniones. Y la cr¨ªtica ha estado siempre ah¨ª en medio, aunque los tiempos actuales no son los mejores para el g¨¦nero tal como se ha entendido tradicionalmente, que ha perdido influencia frente a otros prescriptores. Sobre todo, los que operan en redes sociales.
No obstante, la beligerancia que se ha practicado desde siempre en la cr¨ªtica se respira tambi¨¦n en internet. Incluso de manera m¨¢s exaltada. El vitriolo es una forma de criticar (de criticarlo todo) muy com¨²n hoy en d¨ªa, como se ve en el lenguaje de las redes sociales, del debate pol¨ªtico o de las tertulias televisivas. ¡°Los debates que se propician y los titulares que se premian son precisamente eso: vehementes, extremados y polemistas¡±, dice el cr¨ªtico y escritor Nadal Suau, que los considera como parte de ¡°el sistema¡± o ¡°el poder¡± actuales, de modo que prefiere valorar otro modelo de cr¨ªtica: ¡°La que se centra en la obra (m¨¢s que en los temas de ¡®agenda¡¯ sociopol¨ªtica que apunta), y lo hace ofreciendo claves de lectura, se?alando lectores potenciales, reposando argumentos, etc.¡±.
Emoci¨®n y zascas
El predominio de la emoci¨®n sobre la raz¨®n no es una tendencia solo circunscrita a la cr¨ªtica cultural. ¡°Vivimos en un tiempo que ha sustituido el criterio por la emoci¨®n: ¡®esto me gusta¡¯, ¡®esto no me gusta¡¯ ¡ªse?ala el escritor Carlos Pardo, director del taller Criticar al cr¨ªtico en La Casa Encendida¡ª. Incluso por la corporalizaci¨®n: ¡®este libro me duele¡¯, ¡®este libro me deja sin palabras¡¯, etc. Es algo com¨²n en los bookstagramers [los comentaristas de libros de Instagram]. Y en parte, esto supone sustituir la cr¨ªtica (que es democr¨¢tica) por la identificaci¨®n (que es narcisista y... fascista)¡±.
La beligerancia, hoy d¨ªa llamada cultura del zasca, es, adem¨¢s de la emoci¨®n, otro de los signos de nuestro tiempo. ¡°Ya todos sabemos que en una sociedad como esta lo morboso, el esc¨¢ndalo, es lo que resulta aplaudido¡±, dice B¨¦rtolo, ¡°los cr¨ªticos lo saben, as¨ª que algunos tratan de hacer sangre para lograr mayor repercusi¨®n¡±. El hacer sangre, sin embargo, no es exclusivo de esta ¨¦poca: muchos de los textos recopilados en su libro podr¨ªan pertenecer, por su brevedad y mala leche, al g¨¦nero del tuit, el aforismo digital del siglo XXI. Los escritores convertidos en trolls y haters.
¡°Basta revisar unos p¨¢rrafos de El Quijote para sentir que Cervantes no era un estilista¡±, escribi¨® Borges.
¡°Chesterton es como la vil capa de escoria de un estanque¡±, escribi¨® Ezra Pound.
Para Valle-Incl¨¢n, Echegaray era un ¡°viejo idiota¡± y Gald¨®s era ¡°Don Benito, el garbancero¡±.
¡°Tir¨® el talento a la basura porque quiso sustituir (¡) el oro de la gloria por la calderilla de la fama¡±, escribi¨® Juan Manuel de Prada sobre Francisco Umbral.
En el libro de B¨¦rtolo se encuentran sentencias que hoy en d¨ªa nos pueden parecer equivocadas, y hasta escandalosas. ?C¨®mo sabemos que estaban equivocadas? ¡°Se supone que son errores de la cr¨ªtica con respecto al canon establecido¡±, explica B¨¦rtolo, ¡°muchas de ellas nos pueden resultar rid¨ªculas. Se puede entender que a alguien no le guste Shakespeare, pero es raro que se diga hoy en d¨ªa que era un mal escritor¡±.
Lectores legitimados
Tradicionalmente, los cr¨ªticos eran lectores legitimados ante los circuitos literarios y comerciales, cuya opini¨®n sobre los libros se reconoce como competente y digna de ser difundida. A pesar de este privilegio en el gusto, el cr¨ªtico ha sido considerado con frecuencia en el imaginario popular como un creador frustrado, un envidioso, un reprimido, un malhumorado, un vago y hasta un maleante. ¡°Aguar la fiesta siempre ha estado mal visto¡±, afirma B¨¦rtolo. Sin embargo, la cr¨ªtica, ya sea la publicada en los medios de comunicaci¨®n como la acad¨¦mica, que se genera en las universidades, es importante, observa el recopilador, como una manera de preservar ¡°la salud sem¨¢ntica de la sociedad¡±.
¡°Creo que la cr¨ªtica no solo es una pieza imprescindible del mundo poli¨¦drico que llamamos literatura, sino que es literatura en s¨ª misma¡±, dice el poeta y cr¨ªtico Luis Mu?oz, director del m¨¢ster de Escritura Creativa de la Universidad de Iowa. Es frecuente que algunos escritores re¨²nan sus textos cr¨ªticos en vol¨²menes, como en el caso de La guerra contra el clich¨¦ (Anagrama), de Martin Amis, Costas extra?as (Debate), de J.M. Coetzee o las muy heterodoxas Lecturas no obligatorias (Alfabia) de Wislawa Szymborska. ¡°En este sentido el sarcasmo, la iron¨ªa, etc., pueden ser elementos del estilo de un cr¨ªtico y, m¨¢s particularmente, del tono, de la forma en que expresa su emoci¨®n ante un libro¡±, a?ande Mu?oz. Dentro de las normas no escritas a trav¨¦s de las que interact¨²a la cr¨ªtica con el ecosistema literario, tambi¨¦n se contempla la posibilidad de criticar al cr¨ªtico. De esta manera surgen a menudo esas pol¨¦micas literarias que hacen correr r¨ªos de tinta, que provocan murmullos y que quedan para los anales de la historia. Como recuerda Mu?oz, Machado criticaba la poes¨ªa de Garcilaso, y Cernuda, a su vez, criticaba la cr¨ªtica de Machado al poeta del Siglo de Oro. M¨¢s recientemente, en 2020, justo antes del virus (cuando a¨²n hab¨ªa tiempo para pensar en estas cosas) los escritores Javier Cercas y Antonio Mu?oz Molina, protagonizaron una pol¨¦mica en este diario en torno a las virtudes de Benito P¨¦rez Gald¨®s, del que se celebraba el centenario.
La manera de hacer cr¨ªtica es motivo de controversia. Para unos en la cr¨ªtica debe predominar el fr¨ªo an¨¢lisis racional, el aporte de contexto y elementos de juicio para que el lector juzgue por s¨ª mismo. Hay cr¨ªticas que ni siquiera dejan claro si al cr¨ªtico ¡°le gusta¡± la obra o no, y eso desconcierta a algunos lectores: no se ve claro el like, como en las redes sociales. Para otros, la cr¨ªtica debe ser m¨¢s valorativa y hasta emocional, dictaminando sobre la calidad de las obras, como el emperador romano que levantaba o bajaba el pulgar para decidir sobre la vida o muerte de los gladiadores. ¡°Lo que yo valoro en un cr¨ªtico es su entusiasmo por una idea de la literatura¡±, opina Mu?oz, ¡°y que esta idea responda a haberse preguntado profundamente, frente a textos concretos, qu¨¦ es la literatura, qu¨¦ la hace valiosa, por qu¨¦ se lee, o se escucha, o se difunde. Y que, a la vez, maneje un marco fresco, no supersticioso, sino basado en su experiencia de lector¡±.
El sarcasmo y la iron¨ªa pueden ser elementos del estilo de un cr¨ªticoLuis Mu?oz, cr¨ªtico y poeta
Tambi¨¦n ha habido controversia en cuanto a la conveniencia de publicar malas cr¨ªticas. ?Tiene sentido publicar una cr¨ªtica negativa, ocupar el escaso espacio de los medios de comunicaci¨®n en rese?ar un producto horrendo cuando se puede utilizar para recomendar un libro virtuoso? Un criterio interesante es el que dice que quiz¨¢s no tenga mucho sentido publicar una mala cr¨ªtica de un escritor novel o desconocido. Sin embargo, que un pope de la literatura, una vaca sagrada, escriba un artefacto lamentable s¨ª es de inter¨¦s p¨²blico. ¡°Cuando las cr¨ªticas m¨¢s descarnadas se dirigen a alg¨²n valor objetivamente sobredimensionado por el poder literario, pueden tener un valor desinfectante o, al menos, consolador: ¡®al fin alguien dice la verdad¡¯, piensa el lector (aunque no siempre sea del todo cierto)¡±, opina Josep Mar¨ªa Nadal Suau.
El referirse a los productos culturales dentro del eje bien/mal es la reacci¨®n natural del ser humano de a pie, como se comprueba cuando, al salir del cine, uno se va a al bar con los amigos a decir si la pel¨ªcula le gust¨® o le pareci¨® un bodrio. En ese ¨¢mbito discursivo es donde suele pulular el cr¨ªtico beligerante y hasta el cr¨ªtico personaje. ¡°Cada vez me aburren m¨¢s las rese?as en las que el protagonista es el propio rese?ista, con su ingenio, sus piruetas de estilo y su bravuconer¨ªa. La cr¨ªtica, ante todo, es una pregunta sobre la distancia ¨¦tica desde la que podemos juzgar un libro¡±, se?ala Carlos Pardo. Eso s¨ª, la cr¨ªtica mordaz puede servir para regocijo del lector: ¡°Un cr¨ªtico con talento para el vituperio puede hacer que nos lo pasemos bomba con sus piezas estil¨ªsticamente brillantes¡±, aporta Nadal Suau.
El peor cr¨ªtico, sin embargo, seg¨²n coinciden los expertos, no es el que peca de extremismo, emocionalidad o beligerancia, sino aquel que no muestra su verdadera opini¨®n por cobard¨ªa o, peor a¨²n, siguiendo oscuros intereses personales o comerciales. Por muy dura o virulenta que sea, si es aut¨¦ntica es elogiable. Por eso el t¨ªtulo de la recopilaci¨®n de B¨¦rtolo incluye la palabra ¡°miseria¡±, pero tambi¨¦n la palabra ¡°gloria¡±.
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