Javier Mar¨ªas en seis lecturas
Un intento de sugerencias para quienes deseen recorrer uno de los orbes novelescos que mayores recompensas proporciona
No es frecuente que los a?os de plenitud de un escritor alcancen el medio siglo. Los de Javier Mar¨ªas lo han rebasado, pese a su prematura muerte a sus 70 a?os. Desde su debut nov¨ªsimo con Los dominios del lobo (1971) hasta la reciente Tom¨¢s Nevinson (2021), la producci¨®n narrativa de Mar¨ªas ha configurado una de las aventuras literarias m¨¢s fascinantes de las letras en espa?ol y una lecci¨®n sostenida de c¨®mo el m¨¢ximo rigor compositivo y la honda penetraci¨®n en la naturaleza humana pueden armonizarse con la capacidad de llegar ¡ªy cautivar¡ª a cientos de miles de lectores. Estos conocen bien la prosa pensativa del autor, sus perturbadoras inquisiciones morales o su quir¨²rgico an¨¢lisis de un adem¨¢n o una acci¨®n, conocen su audacia de injertar en la ficci¨®n el ambiguo yo autobiogr¨¢fico o arrastrar a ella las cuentas sin saldar de la memoria hist¨®rica. Para quienes deseen recorrer uno de los orbes novelescos que mayores recompensas proporciona, me atrevo a sugerir seis puertas de acceso. Una vez dentro, el itinerario, sea cual sea, no dejar¨¢ de producir un formidable enriquecimiento cognitivo ¡ªpor decirlo como el viejo Harold Bloom¡ª a cualquiera que lo acometa.
¡®El siglo¡¯ (1983)
Despu¨¦s de dos novelas de aventuras (Los dominios del lobo y Traves¨ªa del horizonte) y un libro h¨ªbrido de relato y ensayo (El monarca del tiempo, 1978), Mar¨ªas encara por primera vez la indagaci¨®n en una conciencia corrompida: la del juez Casald¨¢liga, que agoniza junto a un lago inmundo como su memoria. Mediante una introspecci¨®n morosa, los cap¨ªtulos pares nos sumergen en la culpa del anciano, responsable de una delaci¨®n al final de la guerra ¡ªcomo la que sufri¨® Juli¨¢n Mar¨ªas, a la que volver¨¢ en Tu rostro ma?ana¡ª, mientras que en los impares un narrador omnisciente va refiriendo los t¨¦rminos de aquella infamia. Pero del ensamblaje de unos y otros resulta una f¨¢bula sobre la posibilidad de forjarse un destino y la irrupci¨®n indefectible del azar. El estilo de Mar¨ªas empieza a respirar en una sintaxis ensanchada y flexible.
¡®Todas las almas¡¯ (1989)
Pieza seminal cuya arquitectura mezclaba la novela de campus con el relato de misterio y en cuyo protagonista inyect¨® Mar¨ªas abundantes datos de su biograf¨ªa, empezando por su estancia en Oxford como lector y siguiendo por sus reflexiones sobre el acto de rememorar y contar lo vivido. El narrador autobiogr¨¢fico que cuenta y piensa ¡ªun avatar estilizado o figuraci¨®n del autor¡ª convierte su evocaci¨®n de los a?os oxonienses en un discurso errabundo, plagado de excursos, que sustituye con ventaja a la trama cl¨¢sica. Entre la flem¨¢tica poblaci¨®n universitaria (los profesores del college son correlatos de hispanistas reales) van esboz¨¢ndose enigmas y misterios, como los que rodean la figura del escritor John Gawsworth, que saltar¨¢n a la obra futura de Mar¨ªas y a su propia vida.
¡®Coraz¨®n tan blanco¡¯ (1992)
El Macbeth de Shakespeare le dio el t¨ªtulo, y la historia de este narrador, que no quiso saber, pero acab¨® sabiendo por qu¨¦ se suicid¨® la segunda esposa de su padre al volver de su luna de miel, hizo que se le rindieran los mercados internacionales. La primera frase amarra al lector y lo empuja al discurso de un narrador que forcejea entre el temor a desvelar el pasado y la necesidad de conocer, que se enfrasca en una meditaci¨®n sobre el da?o, el fingimiento y la culpa y que se enfrenta a su propia vida presente, en la que su padre, Ranz, parece proyectar una sombra ominosa. Traductor de profesi¨®n, el narrador interpreta actitudes, palabras e indicios, para construir el sentido all¨ª donde parece no haberlo.
¡®Negra espalda del tiempo¡¯ (1998)
La novela m¨¢s controvertida, acaso la peor entendida de las suyas. Mar¨ªas narra en primera persona, sin embozos ficcionales, las consecuencias inveros¨ªmiles que tuvo para ¨¦l la publicaci¨®n de Todas las almas. La cr¨®nica adquiere visos de invenci¨®n cuando se revela que el escritor John Gawsworth era rey del islote de Redonda en el Caribe y que el propio Mar¨ªas ha sido nombrado heredero de la corona. Esta ?falsa novela? ¡ªas¨ª la consider¨®¡ª puso en cuesti¨®n la frontera entre fabulaci¨®n y realidad en la escritura novelesca, problematiz¨® el empleo de un yo que remitiera al autor y, en cierto modo, contribuy¨® a la torrencial cosecha posterior de autoficciones.
¡®Tu rostro ma?ana¡¯ (2002-2007)
Esta obra maestra sin paliativos es otra derivaci¨®n de Todas las almas, si bien ahora regresando al narrador original, Jaime Deza, que ha sido captado por el servicio de inteligencia brit¨¢nico por su habilidad para leer en el habla y gestualidad de cualquier individuo su deslealtad futura. Deza se convierte en un detector de traidores, como los que delataron a su padre tras la Guerra Civil. Las tres partes de la novela, Fiebre y lanza, Baile y sue?o, Veneno y sombra y adi¨®s, componen un friso narrativo colosal de una complejidad imposible de resumir, en cuyo centro se sit¨²a el problema de la manipulaci¨®n y fabricaci¨®n de la verdad y, por tanto, la incertidumbre que pesa sobre el conocimiento de la historia y de los otros. Nada es lo que parece y lo que parece es siempre otra cosa. Por eso no deber¨ªa uno contar nunca nada, como cree Deza en su primera frase.
¡®Tom¨¢s Nevinson¡¯ (2021)
La ¨²ltima novela de Mar¨ªas, como la anterior Berta Isla (2017), de la que es continuaci¨®n, es una historia de esp¨ªas que logra el perfecto equilibrio entre suspense argumental y reflexi¨®n moral, donde la prosa llena de meandros, a ratos contemplativa o especulativa, con chispazos de humor, se amolda sin estorbo al desarrollo de la intriga. El esp¨ªa angloespa?ol del t¨ªtulo es reclamado por el servicio de inteligencia brit¨¢nico, a?os despu¨¦s de retirarse, para que identifique, entre tres sospechosas, a una terrorista del IRA colaboradora de ETA y responsable de atentados como el de Hipercor. La misi¨®n implica adoptar una personalidad falsa y ejecutar a la elegida aun sin pruebas. El desasosiego que transmite el brete moral de Nevinson solo era posible contarlo con la extraordinaria escritura de merodeo y asalto, con la prosa envolvente e irrepetible de Javier Mar¨ªas.
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