Lo humano y lo sagrado: Carr¨¨re publica en franc¨¦s ¡®V13¡ä, el libro sobre el juicio de los atentados de 2015
¡°No salimos del proceso igual que como entramos¡±, dice el escritor tras cubrirlo durante diez meses para EL PA?S y ¡®L¡¯Obs¡¯
Nadie, entre los presentes, olvidar¨¢ jam¨¢s aquella noche en la Brasserie les Deux Palais.
M¨¢s de un centenar de personas llenaba el local y la terraza frente al viejo Palacio de Justicia de Par¨ªs. Hab¨ªa alivio y euforia. Vino y champ¨¢n. El juez Jean-Louis P¨¦ri¨¨s acababa de leer la sentencia por los atentados islamistas del 13 de noviembre de 2015 en Par¨ªs y Saint-Denis. En el Deux Palais se encontraban supervivientes de los atentados y padres y madres que perdieron a sus hijos. Estaban los abogados que hab¨ªan defendido a los terroristas, y los severos fiscales, relajados ya tras diez meses de juicio, aunque discretamente vigilados por los guardaespaldas desde la acera. Se formaban corrillos de pie, tertulias entre las mesas. Tambi¨¦n estaban los tres acusados que quedaron en libertad y que, durante el juicio, hab¨ªan confraternizado con algunos de los asistentes, v¨ªctimas incluidas. Ahora algunos les felicitaban y se hac¨ªan selfis con ellos. Por los corrillos y las mesas se mov¨ªa un c¨¦lebre escritor que, religiosamente, hab¨ªa cubierto todo el juicio, y que, sin quererlo, ten¨ªan ante s¨ª el final id¨®neo a la novela de no ficci¨®n que hab¨ªa ido redactando esos meses.
¡°?Vaya noche!¡±, dijo Emmanuel Carr¨¨re, entre copa y copa, cuando se cruz¨® con este corresponsal en aquella extra?a fiesta en la que se mezclaba lo m¨¢s humano con algo distinto. En la sala del juicio, que el escritor compara a una iglesia, ¡°se hab¨ªa desarrollado algo sagrado¡±.
Era el 29 de junio pasado, cerca de la medianoche, y, para el autor de El adversario, conclu¨ªa su ¨²ltimo proyecto literario. Los lectores de EL PA?S pudieron leer, durante todo el curso pasado, las cr¨®nicas semanales que Carr¨¨re (Par¨ªs, 64 a?os) iba enviando, por encargo del semanario franc¨¦s L¡¯Obs y publicadas tambi¨¦n en otros diarios europeos, sobre el macrojuicio por los atentados, en los que un comando yihadista mat¨® a 130 personas. Ahora las cr¨®nicas, ampliadas y algunas retocadas, se publican como libro en franc¨¦s bajo el t¨ªtulo V13. Chronique judiciaire. V13 es el nombre que los asiduos daban al juicio, porque los atentados ocurrieron un viernes 13. La editorial Anagrama prev¨¦ sacar V13 en castellano y catal¨¢n en la primavera de 2023.
La publicaci¨®n de V13 coincide con el estreno, en octubre, de Noviembre, la pel¨ªcula sobre la b¨²squeda a los terroristas en los d¨ªas posteriores a los atentados. La dirige C¨¦dric Jimenez, realizador de Bac Nord. Y llega con pol¨¦mica por el retrato que hace de Sonia, la mujer que se?al¨® el lugar en las afueras de Par¨ªs donde se escond¨ªa Abdelhamid Abaaoud, cabecilla del comando. Sonia, que evit¨® as¨ª m¨¢s atentados y vive desde entonces con una identidad falsa, aparece en la pel¨ªcula cubierta con un velo isl¨¢mico, prenda que la Sonia real no lleva (una nota al inicio del filme precisar¨¢ que el velo de Sonia es ficticio y no refleja sus convicciones). V13 coincide tambi¨¦n con la publicaci¨®n de otro libro sobre el proceso: Et nous nous sommes parl¨¦ (Y nos hablamos), escrito por el superviviente del Bataclan Arthur D¨¦nouveaux, el abogado Xavier Nogueras y la periodista Charlotte Piret.
Cuando en septiembre empez¨® a cubrir el juicio, Carr¨¨re no ten¨ªa claro si seguir¨ªa hasta el final. ¡°No se esperaba mucho¡±, comentaba hace unos d¨ªas mientras tomaba t¨¦ en su apartamento a Par¨ªs con los corresponsales de la red de diarios europeos LENA. ¡°Se dec¨ªa que era un proceso en el que no hab¨ªa nada verdaderamente en juego desde el punto de vista penal: los que estaban en el banquillo no eran los que hab¨ªan matado. Hab¨ªa tantas partes civiles, que se pensaba que su palabra quedar¨ªa diluida. Y hab¨ªa una voluntad declarada de que fuese un proceso ejemplar, para la Historia, una especie de publicidad para la justicia y la democracia¡±. ¡°A todos¡±, contin¨²a en alusi¨®n a la tribu de periodistas en el tribunal, pero tambi¨¦n a las v¨ªctimas que asist¨ªan al juicio, ¡°nos sorprendi¨® el inter¨¦s que acabamos sintiendo: para algunos, un fen¨®meno de adicci¨®n que hac¨ªa que no quisi¨¦ramos perdernos las audiencias¡±.
Carr¨¨re tampoco ten¨ªa claro qu¨¦ dar¨ªa de s¨ª el proceso literariamente. ¡°En torno a Semana Santa, pens¨¦ en hacer algo enorme sobre el yihadismo¡±, revela. ¡°Pero me di cuenta de que no me apetec¨ªa pasarme dos a?os m¨¢s con los terroristas y que, de todas maneras, yo carec¨ªa de las competencias para hacerlo¡±.
No hubo momentos de duda. Ni siquiera cuando, en febrero, comenz¨® la invasi¨®n rusa de Ucrania, que le pill¨® en Mosc¨². Se qued¨® all¨ª durante m¨¢s de una semana para escribir un reportaje publicado tambi¨¦n en este diario. ¡°En aquel momento¡±, recuerda, ¡°todos tuvimos la impresi¨®n de que el proceso ya no era de actualidad y que a todo el mundo le daba igual. Pero a los pocos d¨ªas nos dimos cuenta de que nuestro trabajo era estar ah¨ª, y que ¨ªbamos a continuar¡±.
La experiencia del macroproceso antiterrorista le transform¨®: a ¨¦l y a los que, del primer al ¨²ltimo d¨ªa, estuvieron en la sala construida expresamente en el interior del sal¨®n de pasos perdidos del Palacio de Justicia. ¡°Escuchar aquel coro de experiencias humanas extremas, de sufrimiento, de piedad, de terror modifica algo en tu sensibilidad¡±, afirma. ¡°Pienso que m¨¢s bien vuelve vulnerable que fuerte. No salimos igual de aquella caja que como entramos¡±.
Carr¨¨re pone reparos a la condena a cadena perpetua irreductible para el principal acusado, Salah Abdeslam, ¨²nico superviviente del comando. A fin de cuentas, Abdeslam no activ¨® su cintur¨®n explosivo. Por un fallo mec¨¢nico, como consideran los jueces, por miedo o, como aleg¨® ¨¦l, por humanidad. ¡°Pienso que la voluntad de ejemplaridad prevaleci¨® sobre la de proporcionalidad¡±, dice el autor. ¡°Encuentro que el veredicto y las penas son cuestionables, pero esto no impide pensar que el proceso fue muy bien. No s¨¦ muy bien c¨®mo asumir esto¡±.
Carr¨¨re es muy reportero, en el sentido de que muestra m¨¢s que dice, y describe m¨¢s que pontifica. Adem¨¢s, expone sin pudor sus dudas y contradicciones. Durante los alegatos de los fiscales y los abogados de la defensa, admite que se deja convencer mientras escucha a unos y otros. Y escribe: ¡°Entro con facilidad en las razones del otro, lo que a la vez es una cualidad ¨Causencia de prejuicio¨C y un defecto ¨Cel riesgo de ser un veleta, siempre de la opini¨®n del ¨²ltimo en hablar¨C. Mi ¨ªntima convicci¨®n es flotante, indecisa¡±.
V13 es puro Carr¨¨re: el ritmo trepidante, la claridad expositiva, la exploraci¨®n sin red de los recovecos humanos. No es, sin embargo, el Carr¨¨re introspectivo de su ¨²ltimo libro en espa?ol, Yoga, relato de su profunda depresi¨®n e ingreso en un hospital psiqui¨¢trico, ni el de Una novela rusa, donde contaba un a?o en su atormentada vida sentimental y familiar. Despu¨¦s de aquel libro public¨® De vidas ajenas, donde en vez de mirarse a s¨ª mismo giraba la vista afuera. En V13 hace lo mismo tras el autobiogr¨¢fico Yoga. Hay poco ¡°yo¡± y mucho ¡°nosotros¡±, ¡°un relato colectivo y magn¨ªfico¡±, dice en la conversaci¨®n. Hay poco narcisismo y s¨ª un esfuerzo notorio por ponerse en el lugar del otro. Pese a lo dram¨¢tico del proceso, hay pocos sentimientos siniestros y mucha humanidad. Y trascendencia. Para los lectores de El Reino, su libro sobre los or¨ªgenes del cristianismo, no es ninguna novedad.
La noche de la Brasserie des Deux Palais fue un concentrado de todo esto, una catarsis en la que estaba casi todo el dramatis personae de la funci¨®n. Que aquella fiesta fuese precisamente en un caf¨¦ parisino pod¨ªa interpretarse como un s¨ªmbolo: los terroristas hab¨ªan atentado contra las terrazas y caf¨¦s como La Belle ?quipe y otros, s¨ªmbolo del hedonismo de la ciudad; ahora las terrazas venc¨ªan: la vida venc¨ªa.
A algunos, sin embargo, les incomod¨® la presencia en el Deux Palais de condenados con penas relativamente bajas y que hab¨ªan salido en libertad. Les disgust¨® el ambiente de confraternizaci¨®n.
Explica Carr¨¨re: ¡°Muchos aceptaron vivir esta especie de muy extra?a euforia que nos arrastr¨® al final por haber pasado todo aquello juntos. Aquella noche se mezclaban tantos sentimientos. Fue un final que se parec¨ªa al proceso, de alguna manera, a la comunidad que se hab¨ªa creado¡±. Pero matiza: ¡°Tambi¨¦n hab¨ªa una mujer joven que vino con su compa?ero, gravemente herido en La Belle ?quipe. Les pareci¨® horrible y se marcharon. Y tienen raz¨®n tambi¨¦n.¡±
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