¡®Peter Von Kant¡¯: adictos a la toxicidad sentimental en la relectura del cl¨¢sico de Fassbinder

Rainer Werner Fassbinder escribi¨® en 1971 la obra teatral Las amargas l¨¢grimas de Petra von Kant en clave femenina y l¨¦sbica, ambientada en el mundo de la moda. La perfidia, la degradaci¨®n, la sumisi¨®n en las relaciones sentimentales y sexuales. Tres personajes, a modo de escalera, donde la del escal¨®n de arriba pisotea a la de abajo, y esta a la de m¨¢s abajo a¨²n. Niveles de amor y de deseo; niveles de servilismo, tanto en el sentido ¨ªntimo e interior como en el puramente f¨ªsico y exterior. Una pieza breve en cinco actos que culminaba antes de que cayera el tel¨®n con un parlamento casi premonitorio sobre la devastaci¨®n personal del autor: ¡°Una agarra unas p¨ªldoras, las pone en un vaso de agua, se las traga y muere (¡­). Yo no duermo hace tanto tiempo. Yo quisiera dormir, mucho, mucho tiempo, dormir mucho tiempo¡±.

Un a?o despu¨¦s, el autor alem¨¢n adapt¨® a cine su obra teatral con una pel¨ªcula hom¨®nima que se ensanchaba en todos los sentidos: en el del tiempo, de poco m¨¢s de una hora a casi dos; y en el del sufrimiento, el patetismo y la p¨¦rdida. Un cl¨¢sico del cine de autor europeo, con una barroca direcci¨®n art¨ªstica y una gran influencia en el cine de directores posteriores, comenzando por Pedro Almod¨®var.

Y ahora, en 2022, el franc¨¦s Fran?ois Ozon, admirador de Fassbinder ¡ªmuerto a los 37 a?os, en 1982, por una sobredosis de somn¨ªferos y coca¨ªna: ¡°Yo no duermo hace tanto tiempo¡±¡ª, presenta una atractiva relectura del mito en Peter von Kant, que envuelve la vertiente intr¨ªnseca de la pieza teatral con la extr¨ªnseca del artista alem¨¢n. ¡°Colonia, 1972¡å, dice un texto sobre-impresionado al comienzo de la pel¨ªcula. Las tres mujeres, las del amor subordinado, las del envilecimiento, habitantes del cuarto del deseo y la destrucci¨®n, han pasado a ser hombres. Y el mundo de la moda se convierte en el del cine. Por si hab¨ªa pocas dudas del homenaje, de los paralelismos personales y de la nueva identificaci¨®n, el actor protagonista es el franc¨¦s Denis M¨¦nochet, de revelador parecido f¨ªsico con el propio Fassbinder, y Hanna Schygulla, una de las actrices del reparto del alem¨¢n, tiene nuevo papel con Ozon.

Von Kant es ahora Peter y director de cine, pero tiene el mismo amor por la belleza y el mismo miedo a ser d¨¦bil que Petra. Tambi¨¦n, un terror atroz a compadecerse. Y, sin embargo, se autodestruye a causa de su pasi¨®n por el joven aspirante a actor que interpreta Khalil Ben Gharbia (en otro gui?o metacinematogr¨¢fico, esta vez a Todos nos llamamos Al¨ª), mientras pone de rodillas a cada minuto a su ayudante-mayordomo-secretario, silente (casi) de principio a fin, rendidamente enamorado del cineasta, como un monigote que mira, ama y obedece. La toxicidad del amor, en unos tiempos en los que el romance desbocado ha pasado a tener infinitos m¨¢s cr¨ªticos que adeptos.

M¨¦nochet, quiz¨¢ estereotipadamente amanerado en el primer acto, va encontrando su habitual energ¨ªa cuando llegan el desconsuelo, la soledad y la rabia. Y ah¨ª est¨¢ descomunal. Tambi¨¦n la puesta en escena de Ozon, algo plana en los primeros encuentros y mucho m¨¢s expresiva en la segunda mitad. El franc¨¦s, apoyado tanto en el universo de Fassbinder como en cierto toque almodovariano ¡ªen los decorados, en el color y en las notas melodram¨¢ticas de la partitura de Cl¨¦ment Ducol¡ª, ha podado la pel¨ªcula de 1972 y ha vuelto a la concisi¨®n de la pieza teatral original, si¨¦ndole muy fiel. Eso s¨ª, cambiando su final, en un potent¨ªsimo desenlace asentado en el silencio.

¡°Gran cineasta, mierda humana¡±. As¨ª define un personaje a Von Kant. La inseguridad, los celos y el coraje. Fassbinder y la dominaci¨®n. La claustrofobia de una cama en la que habitan la belleza y la derrota. Y, claro, la amargura de las l¨¢grimas.