Kerouac, un autor de s¨ª mismo
El escritor francoamericano logr¨® con ¡®On the Road¡¯, su m¨¢xima obra, constituirse como un personaje ¨²nico dentro y fuera de la literatura

No hay mejor semblanza que la que un hombre hace de s¨ª mismo: ¡°Obtuvo la mejor calificaci¨®n en ingl¨¦s con Mark Van Doren, en Columbia (curso sobre Shakespeare). Reprobado en Qu¨ªmica¡ Jugador de f¨²tbol en la universidad, b¨¦isbol y ajedrez¡ ?Casado? Para nada. Ocupaciones y trabajos personales: De todo. Va la lista: pinche en barcos, empleado de gasoliner¨ªa, marinero de cubierta, articulista deportivo (Lowell Sun), guardafrenos de tren, guionista de la 20th Century Fox en Nueva York, empleado est¨²pido¡ cargador de maletas en una estaci¨®n de tren, recolector de algod¨®n, cargador en mudanzas¡ guardabosques en 1956, alba?il¡¡±, es un fragmento del curr¨ªculum que el escritor estadounidense Jack Kerouac escribi¨® a petici¨®n de su editor para introducir la antolog¨ªa de textos de viajes titulada Lonesome Traveler (McGraw Hill, 1960).
Kerouac (Massachusetts, 1922 - Florida, 1969), MVP de una generaci¨®n autodenominada ¡°Beat¡±, no escatim¨® la posibilidad de convertirse en mito. Empez¨® por lo banal, su origen: m¨¢s de una vez asegur¨® que su apellido sobrevivi¨® al legado del bar¨®n Fran?ois Louis Alexandre Lebris de Kerouac, para entonces s¨ª, construir los caminos del deber ser ¡°beat¡± por los que habr¨ªan de rodar, de muchas formas y a trav¨¦s de diversos lenguajes, las siguientes generaciones de j¨®venes y artistas alrededor del globo. ?Para qu¨¦ esperar a que alguien hablara de ¨¦l?, se pregunt¨® el autor frente a una hoja en blanco. Kerouac obvia con su obra que toda leyenda debe ser escrita por el implicado, el protagonista. Solo ¨¦ste sabr¨¢ qu¨¦ se queda, qu¨¦ se va, que se inventa.
De entre tantas an¨¦cdotas, la m¨¢s atractiva sigue siendo la que testifica la escritura de la biblia de la ¡®Beat Generation¡¯, la novela On the Road (Viking Press, 1957). Un libro monumental escrito en tiempo r¨¦cord, sin lujos de descanso. Dostoyevski, aunque no su magna obra, lo consigui¨® con El jugador. Claro: a diferencia del ruso, Kerouac no apur¨® su causa por una necesidad econ¨®mica ¡ªpor no decir amenaza de muerte¡ª, sino para ¡°no perder el hilo de las ideas¡±, sugieren algunos textos biogr¨¢ficos que refieren el hecho. El feligr¨¦s de la tradici¨®n beat sabr¨¢ que On the Road fue escrita en cosa de 21 d¨ªas; que la prosa espont¨¢nea y su fluidez se fincan en la historia de que el autor uni¨® hojas con pegamento para obtener un rollo de papel, un tubo de lienzo con el cual poder pintar textualmente sus aventuras, aqu¨¦llas que dan fe a los viajes realizados por las carreteras de Estados Unidos y M¨¦xico, en compa?¨ªa o en solitario, durante 1947 y 1950. El prop¨®sito de dicho carrete era el de dejar rodar la consciencia.
Son pocas las grandes novelas que cargan grandes historias de su constituci¨®n; autores que logran convertirse en personajes. En la primera menci¨®n en prensa a On the Road, publicada el 5 de septiembre de 1957 por el New York Times bajo el t¨ªtulo ¡°Books of The Times¡±, el cr¨ªtico Gilbert Millstein lo expresa de esta manera: ¡°Este libro requiere una ex¨¦gesis y un detalle de los antecedentes. Es posible que los neo-acad¨¦micos y los cr¨ªticos ¡°oficiales¡± de vanguardia sean condescendientes¡ y que en otros lugares se lo trate superficialmente como meramente ¡°absorbente¡± o ¡°picaresco¡±¡ Pero el hecho es que On the Road es la expresi¨®n m¨¢s bellamente ejecutada, la m¨¢s clara y la m¨¢s importante hecha hasta ahora por la generaci¨®n que el mismo Kerouac nombr¨® hace a?os como ¡°beat¡±, y cuyo avatar principal es ¨¦l¡±.
Las dudas que pudieran existir alrededor de estos cuentos ¡ªel de On the Road, el de su autor o el de una generaci¨®n para la cual, en palabras de uno de sus integrantes, John Clellon Holmes, el c¨®mo vivir es mucho m¨¢s crucial que el porqu¨¦¡ª son precisamente las que despiertan el deseo de admitirlos. Al final, es lo que un lector o aspirante a escritor quiere. Un mito. Un modelo. Kerouac, del que tanto se ha romantizado, sigue sin ser obsoleto. Como pocos, logr¨® imprimir en su obra la idea de movimiento, m¨¢s all¨¢ de una an¨¦cdota o un pretexto, como eje esencial de la vida; de la importancia de un instante por su car¨¢cter ef¨ªmero.
Kerouac ser¨¢ recordado por el pulso espont¨¢neo en su forma de escribir, por su improvisaci¨®n jazz¨ªstica con pluma y papel. Por la promiscuidad de sus narraciones; por promover el budismo, el uso de drogas y la libertad sexual. Por ser, probablemente sin querer, un ide¨®logo de movimientos libertarios de la segunda mitad del siglo pasado. Pero sobre todo por haberse vuelto un mito a lado de su obra. En la l¨®gica campbelliana, Kerouac sinti¨® el llamado y ¨¦l solo lo sigui¨®.
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