Historia del gran jefe indio de Nueva Orleans
Big Chief Monk Boudreaux, l¨ªder de una de las tribus m¨¢s antiguas de la ciudad estadounidense, visita por primera vez Espa?a para actuar en el Outono C¨®dax Festival de Santiago de Compostela
El gran jefe indio se ha pasado la noche cosiendo. Aparece por el hall del hotel y sonr¨ªe, con una mueca acogedora, de hombre tranquilo y que se las sabe todas. Es jueves, 17 de noviembre. A sus 80 a?os, Big Chief Monk Boudreaux acaba de pisar por primera vez Espa?a, dispuesto a disfrutar en Santiago de Compostela, ciudad en la que dos d¨ªas despu¨¦s dio un concierto dentro de la programaci¨®n del Outono C¨®dax Festival, que difunde la mejor m¨²sica jazz, soul y rhythm and blues proveniente de Estados Unidos y Europa. Fue un concierto hist¨®rico: nunca antes un viejo jefe de una de las tribus originarias indias de Nueva Orleans hab¨ªa actuado ante el p¨²blico espa?ol. ¡°Toma las cosas como vengan¡±, dice. ¡°Nunca es demasiado tiempo si al final se llega¡±.
Monk Boudreaux es m¨¢s que un m¨²sico. A medio camino entre un alto representante administrativo de la comunidad afroamericana en Nueva Orleans y un l¨ªder espiritual, este cantante de voz honda y grave mezcla con una fascinante habilidad todas las hebras de la m¨²sica de ra¨ªces negras norteamericanas: jazz, blues, soul, funk y rhythm and blues. Incluso, tal y como se escucha en su ¨²ltimo disco, Bloodstains & Teardrops ¨Dpor el que fue nominado a los Grammy en la categor¨ªa de Mejor ?lbum de Ra¨ªces¨D, es capaz de bucear en el reggae. No es casualidad: hay todo un camino invisible que junta Nueva Orleans con Jamaica, en un vibrante y mestizo esp¨ªritu de sonido afrocaribe?o. ¡°Nos une el sentimiento¡±, confiesa. ¡°Somos hermanos desde antes de haber nacido¡±. Fan¨¢tico de Bob Marley, Monk Boudreaux hizo una peregrinaci¨®n a la tumba del rey del reggae en la monta?a y grab¨® seis canciones en el estudio Tad¡¯s International Limited, en Kingston (Jamaica). Conoci¨® a los familiares de Marley y estos le reconocieron como ¡°igual¡±.
Monk Boudreaux es un igual de Bob Marley y de muchas leyendas de Nueva Orleans con las que ha cantado y danzado: Professor Longhair, Allen Toussaint, Dr. John, Irma Thomas¡ Todas le respetaban y le ped¨ªan consejo. Sentado recuerda que desfil¨® en los funerales de Toussaint y Dr. John, en esa c¨¦lebre second line, la tradici¨®n de la ciudad en la que, si bien una banda interpreta m¨²sica triste mientras se lleva al fallecido hasta el cementerio, justo despu¨¦s, a la vuelta al hogar, se vuelve con m¨²sica alegre. Al muerto se le dice adi¨®s con un abrazo de vientos y metales sacado de lo profundo de la tierra de Luisiana y con bailes improvisados. ¡°Dr. John conoc¨ªa todo de nuestras tribus. Ven¨ªa a nuestros bares y se pod¨ªa estar con nosotros todo el d¨ªa hablando y estudiando nuestra forma de ser¡±, cuenta Monk Boudreaux, quien define a Allen Toussaint, muerto en Madrid tras un concierto, como ¡°un tipo bondadoso¡±, y eso, a?ade, ¡°es lo m¨¢s valioso¡±.
Tambi¨¦n trat¨® con otros nombres ilustres. Bob Dylan se le acerc¨® una vez y le dijo que le encantaba lo que hac¨ªa. ¡°El tipo no era muy hablador¡±, cuenta con una sonrisita. ¡°Parec¨ªa buena persona, pero no le gustaba quedarse con gente m¨¢s que unos pocos minutos¡±. Con James Brown fue distinto: Big Chief Monk Boudreaux y su banda fueron a grabar a Nueva York en los setenta y ten¨ªan una actuaci¨®n antes que James Brown en una sala. Cuando este se enter¨® que Big Chief Monk Boudreaux actuar¨ªa antes que ¨¦l, pens¨® en prohibirlo. Nadie pod¨ªa salir despu¨¦s de un gran jefe indio de Nueva Orleans. No solo era una falta de respeto: tambi¨¦n era pegarse un tiro en el pie. Y as¨ª fue. James Brown qued¨® en un segundo plano.
Con sus movimientos de caim¨¢n agazapado y su danza hipn¨®tica, este jefe indio siempre embruja sobre el escenario. Hay una cadencia como ancestral en sus movimientos, incluso cuando desliza las manos para expresarse. Cuando te observa, con su sonrisa anciana, parece que estuviese descifrando tu alma. Su mirada es profunda como el Misisipi, un r¨ªo que, como a la ciudad donde naci¨®, le ha acompa?ado toda su vida con su cauce extraordinario. Monk Boudreaux recuerda c¨®mo de ni?o escuchaba a Al Johnson por la radio de su casa como si fuera un extraterrestre y, ya en la calle, los ancianos de su barrio cantaban blues en los porches y ¨¦l se quedaba con ellos hasta muy tarde. A los 12 a?os entr¨® en la tribu de los Golden Eagles, una de las m¨¢s antiguas de Nueva Orleans. ¡°Cuando ¨¦ramos ni?os y nos disfraz¨¢bamos y enmascar¨¢bamos, nos met¨ªan en la c¨¢rcel¡±, rememora. ¡°Esto pasaba hasta que un d¨ªa el juez dijo: ¡®No env¨ªen a estos indios aqu¨ª, no los traigan m¨¢s porque esta es su tradici¨®n¡¯. Es as¨ª. Llevamos mucho tiempo en Nueva Orleans y nunca vamos a renunciar a nuestra tradici¨®n¡±.
Las primeras tribus de Nueva Orleans se formaron a finales del siglo XIX y hoy act¨²an como pe?as integradoras de las comunidades afroamericanas al tiempo que defienden tradiciones y valores. Para un esclavo negro liberado convertirse en ¡°indio¡± era una forma de afirmar su dignidad y manifestar admiraci¨®n por la resistencia de los indios a la dominaci¨®n blanca. Excluidos de las festividades del Mardi Gras, una tradici¨®n importada a Luisiana por los franceses a finales del siglo XVII, los barrios negros de Nueva Orleans desarrollaron sus propios festejos. Ahora, los indios del Mardi Gras son una parte venerada del tejido cultural de la ciudad. La serie Treme, dirigida por David Simon, refleja esta importancia. De hecho, Big Chief Monk Boudreaux sale nombrado en el primer cap¨ªtulo, como uno de los grandes jefes indios de la ciudad y hace un cameo en otro episodio.
En pantalla se le ve como un ciudadano normal, tal y como camina por Santiago. Ataviado con un gorro de lana de los Saints, el famoso equipo de f¨²tbol americano de Nueva Orleans, este octogenario desprende paz. Es como si fuera un modo de resistencia contra la din¨¢mica perversa del mundo, m¨¢s a¨²n cuando vive en Nueva Orleans, una de las ciudades con mayor ¨ªndice de atracos y muertes por asalto de arma de EE UU. Fuera de micr¨®fono, John Papa Gros, el incre¨ªble organista grandull¨®n blanco que le acompa?a en la banda, cuenta el d¨ªa en que el jefe indio y ¨¦l fueron asaltados a punta de pistola cerca de su casa. Iban a entrar a un comercio cuando un joven les apunt¨® con un rev¨®lver y Monk Boudreaux, sin perder la calma, se le qued¨® mirando fijamente hasta que se puso a hablar. Con su tono cham¨¢nico, el viejo jefe consigui¨® que el asaltante bajase el arma y le escuchase. El joven se puso a llorar y reconoci¨® que acumulaba mucha rabia porque su mejor amigo, tan perdido y pobre como ¨¦l, hab¨ªa muerto en un tiroteo. Boudreaux entend¨ªa la situaci¨®n, le abraz¨® y le invit¨® a unirse a los Golden Eagles. ¡°No queremos gente que vaya a traer problemas a la tribu¡±, confiesa. ¡°Pero, a veces, somos capaces de ver m¨¢s all¨¢ de las personas y vislumbrar otras opciones en ellos¡±.
Cuando Monk Boudreaux empez¨® a desfilar en sus primeros carnavales, Nueva Orleans ten¨ªa nueve tribus. Ahora hay casi 60. Al principio, las tribus compet¨ªan por imponerse sobre las dem¨¢s en los desfiles y en las esquinas. Hab¨ªa enfrentamientos callejeros cargados de peligro. Tras varias muertes y tanto sufrimiento que solo perjudicaba a la comunidad afroamericana, los jefes indios acordaron evangelizar a sus tribus en la paz y cambiar el modo de comportamiento. Lo consiguieron. Ahora, los Golden Eagles compiten con los Black Cherokee, los Geronimo Hunters o los Wild Apache en combates simb¨®licos, rivalizando entre s¨ª con cantos y danzas rituales. Tambi¨¦n con la exuberancia de sus trajes inspirados en las vestimentas ceremoniales de los indios de las llanuras. ¡°No dejamos que exista la violencia. El Mardi Gras es una celebraci¨®n¡±, explica Monk Boudreaux. De esta forma, los talleres de costura sustituyeron a las armas. Vestirse con los ampulosos trajes de lentejuelas y brillos y con los tocados de plumas de avestruz mientras se danza y se canta es la forma que tienen las comunidades afroamericanas de rendir homenaje a los indios que acogieron a los esclavos fugitivos en los pantanos de Luisiana.
Monk Boudreaux abandona el sal¨®n del hotel y sube a su habitaci¨®n. Cuenta John Papa Gros que es de mala educaci¨®n preguntarle si se puede ver el traje que est¨¢ confeccionando para el siguiente Mardi Gras. ¡°Es una ofensa¡±, asegura. ¡°Solo puede partir de ¨¦l compartirlo con alguien¡±. Regresa el jefe indio y muestra un trozo de tela cosida por ¨¦l mismo ese d¨ªa. Ha salido de ¨¦l. Los trajes, que pueden pesar hasta 70 kilos, est¨¢n confeccionados a mano. Tal y como explica Monk Boudreaux, requieren un a?o de trabajo. Esta ma?ana ha estado trabajando en el que se pondr¨¢ en febrero, cuando Nueva Orleans vuelva a ser una olla festiva con las tribus indias y las orquestas presidiendo los carnavales.
Cae la noche y el gran jefe espera sentado en el camerino de la sala Capitol, donde se celebra el Outono C¨®dax Festival. Irradia la misma paz de la ma?ana. John Papa Gros y el resto de la banda est¨¢n repartiendo una cera tremenda de hot jazz y rhythm and blues al m¨¢s puro estilo Nueva Orleans mientras Monk Boudreaux, con sus ropajes puestos, asegura que lo ¨²ltimo que un jefe debe calzarse encima antes de salir al escenario es, por este orden, los guantes y la corona de plumas. Se los calza y, entre bambalinas, camina lento hacia el escenario, como danzando suavemente con los ritmos fren¨¦ticos que llegan de lejos. Va hacia ellos, como un p¨¢jaro busca el sol. John Papa Gros confes¨® que, cuando vio por primera vez a Big Chief Monk Boudreaux, sinti¨® ¡°un pinchazo el¨¦ctrico¡±. ¡°T¨ªo, no hab¨ªa visto nada igual. Te deja en shock y, luego, te eleva. Es otro nivel que solo puedes ver en Nueva Orleans¡±, dijo. Y explic¨® que solo, cuando Big Chief agita la cabeza y clama al cielo con los ojos blancos, como pose¨ªdo por magia vud¨², se llega a entender lo que significa la m¨²sica de los indios de Nueva Orleans. No siempre sucede.
Las cortinas rojas se corren y un inmenso pavo real naranja, azul y platino aparece entre las sombras. El gran jefe indio baila, se contornea, toca la pandereta y se dispone a llevar a cabo sus conjuros de pinchazos el¨¦ctricos. El ¨¦xtasis llega. Agita la cabeza y brama a la noche, con los ojos pose¨ªdos y viajando a trav¨¦s del Misisippi. La banda explota con su estallido tribal, ancestral, ¨²nico.
Cuando todo acabe, Big Chief Monk Boudreaux, el mismo anciano que afirm¨® por la ma?ana que su filosof¨ªa de vida es ¡°tratar a los dem¨¢s mejor de lo que ellos te traten¡±, volver¨¢ a su habitaci¨®n del hotel y seguir¨¢ cosiendo su nuevo traje. ¡°Nunca es demasiado tiempo si al final se llega¡±, asegur¨®. Cada punzada es un pasito m¨¢s hacia el Mardi Gras. Y, como dicen en Nueva Orleans, no has vivido realmente del todo si no has conocido el Mardi Gras.
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