Muere a los 77 a?os Dr. John, el gran m¨²sico de Nueva Orleans
El compositor y cantante, ganador de seis premios Grammy, ha fallecido en su ciudad natal a causa de un ataque al coraz¨®n
Malcolm John Rebennack Jr., m¨¢s conocido como Dr. John, ha muerto este jueves tras sufrir un infarto, a los 77 a?os. A lo largo de m¨¢s de medio siglo, fue una de las caras m¨¢s visibles de la exuberante m¨²sica de su ciudad natal, Nueva Orleans. Aunque solo tuvo un gran ¨¦xito en su carrera ¡ªRight place, wrong time (1973)¡ª mantuvo su presencia en directo y una intensa actividad discogr¨¢fica hasta tiempos recientes.??
Tiene mucho de parad¨®jico el hecho indiscutible de que Dr. John fuera la encarnaci¨®n de una de las grandes tradiciones afroamericanas de Nueva Orleans: el piano de rhythm and blues. De hecho, su instrumento original era la guitarra el¨¦ctrica, hasta que una bala inutiliz¨® el dedo ¨ªndice de su mano izquierda. Disfrut¨®, justo es reconocerlo, de las ense?anzas de grandes maestros de los teclados, de James Booker a Professor Longhair, m¨²sicos prodigiosos que fallecieron prematuramente.
En realidad, aunque sac¨® discos bajo su nombre en sellos modestos, no parec¨ªa tener vocaci¨®n de solista. Prefer¨ªa las labores oscuras de compositor, m¨²sico de estudio y productor en el estudio de Cosimo Matassa; tambi¨¦n proporcionaba acompa?amiento a figuras que, algo muy habitual hasta bien entrados los a?os sesenta, llegaban sin banda propia a actuar en Nueva Orleans. Dada la naturaleza de su m¨²sica favorita, tambi¨¦n supon¨ªa un problema el color de su piel, aunque ese detalle carec¨ªa de importancia en el submundo de delincuentes y drogadictos donde se mov¨ªa.
Una condena por narc¨®ticos, unida a una campa?a contra la vida nocturna del fiscal Jim Garrison (luego santificado por Oliver Stone en JFK), le oblig¨® a trasladarse a Los ?ngeles, donde prosperaba una peque?a colonia de instrumentistas procedentes de Nueva Orleans. All¨ª, aprovechando los tiempos muertos en sesiones de grabaci¨®n para Sonny & Cher y otros, fue forjando el personaje de Dr. John Creaux, alias The Night Tripper. Supuesto descendiente de un brujo del siglo XIX, era un creyente que reinventaba el folclore del vud¨² de Luisiana, los carnavales de Nueva Orleans, los lamentos de la temible prisi¨®n estatal de Angola, con cantos corales y ritmos globalistas.
Los primeros discos de Dr. John, calificados como ¡°psicod¨¦licos¡± a falta de mejor etiqueta, solo causaron gran impacto entre la aristocracia pop de Londres: Eric Clapton, Mick Jagger o Graham Bond, que participaron en su cuarto trabajo, The sun, moon and herbs (1971). Fue al a?o siguiente cuando, desde el sello Atlantic, le hicieron perder definitivamente el pudor a cantar y le empujaron a recuperar la opacada tradici¨®n del rhythm and blues de Nueva Orleans, rica en ¨¦xitos pero escasamente valorada, lo que logr¨® con el enciclop¨¦dico disco Gumbo. En 1973, lleg¨® al gran p¨²blico con In the right place, producido por Allen Toussaint con el m¨²sculo instrumental de The Meters: all¨ª estaba la citada Right place, wrong time?o la muy golfa Such a night.
Atenci¨®n: ninguno de estos discos se grab¨® en Nueva Orleans. O Dr. John ten¨ªa all¨ª cuentas legales pendientes o bien no se fiaba de s¨ª mismo: segu¨ªa consumiendo hero¨ªna. Fuera del sello Atlantic, su carrera fue dando tumbos. Particip¨® en Triunvirate, un supergrupo imposible con Mike Bloomfield y John Hammond Jr. Durante unos a?os, parec¨ªa una presencia bonachona, requerida por las superestrellas para que aportara los fuertes sabores de su ciudad natal: lo mismo aparec¨ªa en The last waltz, el concierto de despedida de The Band, que cantaba un villancico con Christina Aguilera.
Para fortuna de los aficionados, las necesidades econ¨®micas le empujaron a apuntarse a todo tipo de propuestas discogr¨¢ficas, desde discos de piano solo a homenajes a Duke Ellington, Louis Armstrong o Johnny Mercer, que resolv¨ªa con elegancia y profesionalidad. La amistad con el compositor Doc Pomus le proporcion¨® material fresco, aparte de la oportunidad de trabajar en discos de prestigio firmados por artistas negros como B. B. King (There must be a better world somewhere, 1981) o Johnny Adams (The real me, 1991).
Fr¨¢gil y machacado por la vida, en persona Dr. John sol¨ªa parecer un anciano venerable. Era una pose de superviviente: su autobiograf¨ªa, Under the hoodoo moon (1994), conten¨ªa p¨¢ginas de extraordinaria crudeza, aparte de revelar su capacidad para el rencor (y su sospecha de que muchos de sus famosos admiradores vampirizaban su arte). Bien aconsejado, opt¨® por potenciar su imagen afable: cosech¨® abundantes premios Grammy y le llegaron suculentos encargos para cine y televisi¨®n.
Aunque residente en Nueva York, acudi¨® al socorro de Nueva Orleans tras la cat¨¢strofe del hurac¨¢n Katrina. La ciudad y el Estado de Luisiana se lo agradecieron con diversos honores en 2017. Fue entonces cuando se descubri¨® que Rebennack hab¨ªa nacido en 1941, no en 1940, como constaba en todas las biograf¨ªas oficiales. El hombre tuvo que reconocer que era otra piller¨ªa m¨¢s: se echaba un a?o de m¨¢s para tocar en locales vetados a los menores de edad. Puro Nueva Orleans.
Discograf¨ªa esencial
Gris gris (1968). El establecimiento del personaje. Incluye su primer cl¨¢sico, I walk on guilded splinters
Dr. John's gumbo (1972). Un gozoso tratado sobre la evoluci¨®n del rhythm and blues de Nueva Orleans, hasta entonces eclipsado por el jazz local.
Goin' back to New Orleans (1992). Complemento natural del anterior, que junta ¨¦xitos de Fats Domino con melod¨ªas de principios del siglo XX.
Anutha zone (1998). Otro tipo de autenticidad. Paul Weller y miembros de Spiritualized o Primal Scream crean un Dr. John a la altura de sus fantas¨ªas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.