La guerra de Ucrania se cuela en la ¡®prima¡¯ de La Scala con ¡®Boris Godunov¡¯
El teatro decidi¨® mantener la obra de Mussorgsky pese a las protestas del c¨®nsul y la comunidad ucrania. Meloni y Von Der Leyen compartieron palco mientras sonaba el himno europeo
El d¨ªa de San Ambrosio, desde hace d¨¦cadas, el mundo acostumbra a mirar hacia la Scala de Mil¨¢n. En la calle la gente compra baratijas en la tradicional feria del Oh Bej Oh Bej y bebe vino caliente. En el interior del imponente teatro, se escruta a los invitados y la voz de los cantantes. A menudo, sin embargo, no hay m¨¢s que rese?ar que eso: alg¨²n abucheo de los temidos loggionisti y el ¨¦xito sonado de una soprano. Este mi¨¦rcoles, sin embargo, se produjo una de las aperturas m¨¢s pol¨ªticas de los ¨²ltimos a?os. En el escenario, en la platea, en el palco y tambi¨¦n en la calle.
El gran teatro milan¨¦s decidi¨® abrir su temporada con Boris Godunov, la obra del compositor ruso Modest Musorgski que relata historia de un zar enloquecido que experimenta en sus carnes el precio del poder desbocado. En el palco real observaban la funci¨®n la presidenta de la Comisi¨®n Europea, Ursula von der Leyen, la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, y el presidente de la Rep¨²blica, Sergio Mattarella. Y antes del imponente arranque, mientras en la calle protestaban siete manifestaciones distintas, son¨® el cuarto movimiento de la Novena sinfon¨ªa de Beethoven, melod¨ªa del himno europeo.
La elecci¨®n de Boris Godunov, basada en la obra de Aleksandr Pushkin, se tom¨® hace tres a?os. Pero su representaci¨®n, justo cuando Occidente se encuentra sumido en una guerra fr¨ªa con Rusia en el territorio ucranio, parec¨ªa una declaraci¨®n de intenciones de la direcci¨®n del teatro. Sobre todo echando un vistazo a los invitados del palco. La decisi¨®n obligaba por fuerza a la reflexi¨®n sobre qu¨¦ hacer con la cultura rusa en un momento de bloqueo absoluto de todo lo que llega de ese pa¨ªs. ¡°Es parte integrante de la cultura europea. Es un elemento que no se puede cancelar. La responsabilidad de la guerra debe atribuirse al gobierno de Putin, no al pueblo ruso y su cultura¡±, defendi¨® Mattarella. Algo parecido a lo que hizo la presidenta de la Comisi¨®n Europea: ¡°Debemos honrar la cultura rusa y no permitir a Putin destruirla¡±. O la propia Meloni, que debutaba en el palco: ¡°Como es sabido, tengo una posici¨®n extremadamente clara sobre el tema de la invasi¨®n de Ucrania. Pero no tenemos nada contra el pueblo ruso, con la historia rusa o con la cultura rusa. Los dos planos deben estar separados¡±.
La decisi¨®n de La Scala, sin embargo, no gust¨® a al c¨®nsul ucraniano en Mil¨¢n, Andrii Kartysh, ni a la comunidad de ese pa¨ªs en Italia, que enviaron una carta a la direcci¨®n y reunieron firmas para que se buscase una alternativa. Algunos manifestantes, adem¨¢s, protestaron ante el teatro con banderas ucranianas por la elecci¨®n de la obra. ¡°Dado que la cultura es utilizada por la Federaci¨®n Rusa para dar peso a la afirmaci¨®n de su grandeza y poder, apoyar su propagaci¨®n s¨®lo puede alimentar la imagen del r¨¦gimen all¨ª hoy vigente y, por extensi¨®n, sus infames ambiciones y sus innumerables cr¨ªmenes¡±, se quej¨® Kartysh.
La Scala, sin embargo, ya demostr¨® su compromiso con la posici¨®n europea y la leg¨ªtima defensa de Ucrania cuando a pocos meses de la invasi¨®n decidi¨® prescindir del director Valeri Gergiev, que no quiso alinearse contra la guerra y a quien se hab¨ªa encargado dirigir La dama de picas. A Gergiev, enorme defensor de Putin, se le requiri¨® que defendiese p¨²blicamente una ¡°soluci¨®n pac¨ªfica¡±, pero rehus¨® hacerlo.
La representaci¨®n fue tambi¨¦n una puesta en escena del vociferado compromiso europeo del gobierno de Meloni, quien estuvo sentada junto a Von der Leyen, mientras cantaba el himno italiano. De la lucha que se libra entre la alcald¨ªa de la ciudad, en manos del socialdem¨®crata Beppe Sala, y de la regi¨®n, liderada por el derechista Attilio Fontana. O del fervor que genera todav¨ªa el presidente de la Rep¨²blica, Sergio Mattarella, que recibi¨® una ovaci¨®n de cuatro minutos por parte del p¨²blico.
El d¨ªa comenz¨® agitado, la fachada de la Scala sufri¨® un acto de protesta por parte de cinco activistas clim¨¢ticos que lanzaron pintura en protesta por la pol¨ªtica medioambiental del Ejecutivo italiano. Y durante la funci¨®n, continuaron las protestas de distinto signo. Incluso una representaci¨®n de los trabajadores del teatro entrego al presidente de la Rep¨²blica, Sergio Mattarella, una carta donde subrayaban su preocupaci¨®n por los recortes en la cultura. No falt¨® de nada. Si el teatro sol¨ªa ser pol¨ªtica, el d¨ªa de San Ambrosio en La Scala se convirti¨® este a?o en todo un plebiscito.
Babelia
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