Lecciones de Curzio Malaparte: si todo es un golpe, nada es un golpe
Un pronunciamiento requiere el uso de la violencia. Pero el deterioro del Estado y de sus instituciones no augura nada bueno
Con T¨¦cnicas de golpe de Estado (Ariel), Curzio Malaparte (1898-1957) escribi¨® el gran cl¨¢sico sobre las asonadas militares. Y Malaparte sab¨ªa de lo que hablaba: particip¨® en la Marcha sobre Roma en 1922, aunque acabar¨ªa rompiendo con Benito Mussolini. Vivi¨® una ¨¦poca de revoluciones, golpes y guerras, de extraordinaria violencia, que cont¨® tambi¨¦n en Kaputt, su gran obra sobre la Segunda Guerra Mundial. Este libro dej¨® para la posteridad una de las im¨¢genes m¨¢s salvajes del conflicto, cuando descubre que Ante Paveli? tiene a su lado un cubo lleno de algo viscoso que parecen ostras. El dictador croata le aclara r¨¢pidamente que se trata de ojos humanos que le han regalado sus ¡°fieles ustachas¡±.
Aunque est¨¢ muy pegado al periodo que describe, se trata de un libro que contiene unas cuantas lecciones universales. Ante los que define como los catilinarios ¡ªen referencia a la conspiraci¨®n de Catilina que intent¨® destruir la Rep¨²blica romana¡ª, llama a defender el Estado conociendo y utilizando todos sus mecanismos. ¡°El problema de la conquista y de la defensa del Estado moderno no es un problema pol¨ªtico, sino t¨¦cnico¡±, escribe en la frase m¨¢s famosa del libro. Tambi¨¦n es muy interesante lo que sostiene poco despu¨¦s: ¡°La revoluci¨®n es tan posible en un pa¨ªs civilizado, fuertemente organizado y polic¨¦ como Inglaterra, como en un pa¨ªs presa de la anarqu¨ªa¡±.
Malaparte era consciente de que en los a?os treinta ning¨²n Estado estaba a salvo de una toma violenta del poder; pero tambi¨¦n de que para hablar de golpe la violencia era necesaria. Aquel l¨²cido testigo del siglo XX analizaba, por ejemplo, la organizaci¨®n de combate nacionalsocialista como un elemento esencial para la llegada de Hitler al poder absoluto. Gan¨® unas elecciones en las urnas, pero destruy¨® el Estado con las armas. ¡°Cuando se apean del caballo para aventurarse a pie en el terreno pol¨ªtico, siempre se olvidan de quitarse las espuelas¡±, escribe para ilustrar que aquellos que llegan al poder con la violencia no dejan de ejercerla.
En Espa?a hay mucha literatura sobre golpes, aparte de una de las grandes novelas del siglo XXI ¡ªAnatom¨ªa de un instante, de Javier Cercas¡ª. Por motivos obvios, despu¨¦s del 23-F, la asonada militar que estuvo a punto de convertir a este pa¨ªs en el Chile de 1973, se publicaron bastantes libros sobre el asunto, muchos de ellos desgraciadamente descatalogados. Eran especialmente interesantes El estado del golpe (Argos Vergara), del gran reportero Manu Leguineche, y Pronunciamientos y golpes de Estado en Espa?a (Planeta), de Julio Busquets, un comandante que perteneci¨® a la UMD, los militares que desde el Ej¨¦rcito se opusieron al franquismo.
¡°Las dictaduras no caen del cielo¡±, escribe Leguineche dejando claro que el fracaso del Estado puede destruir la libertad si sus enemigos est¨¢n bien organizados (y armados). Busquets, por su parte, describe as¨ª su versi¨®n de la llegada de la democracia a Espa?a: ¡°El consensus del 78 frente al tr¨¢gala tradicional: este fue el gran acierto de la clase pol¨ªtica de la Transici¨®n. Una clase pol¨ªtica quiz¨¢ sin genialidades, pero que hizo gala de una prudencia pol¨ªtica como jam¨¢s hab¨ªa tenido en toda la historia de Espa?a¡±.
Volver ahora a estos libros es una experiencia inquietante. Aquellos que conocieron de verdad la llegada de los militares al poder sab¨ªan que si cualquier cosa es un golpe, nada es un golpe. Y que un pronunciamiento requiere el uso de la violencia. Pero tambi¨¦n ten¨ªan claro que el deterioro del Estado y de sus instituciones no augura nada bueno. Entre los intentos de golpe que incluye Leguineche, se encuentran Francia en los a?os cincuenta e Italia en los setenta. ?Hubiese incluido a la Alemania del siglo XXI y su pr¨ªncipe golpista Heinrich XIII? ?Y el asalto al Capitolio por las turbas azuzadas por Donald Trump?
Al describir el caos en Grecia antes de la llegada de los coroneles, el maestro de reporteros recuerda una frase de Antonio Maura: ¡°Es la hora de que gobiernen los que no dejan gobernar¡±. Interesante. No hace falta que haya habido un golpe para quedarse profundamente preocupado cuando un Estado marcha hacia el caos institucional, una parte de la clase pol¨ªtica se cree por encima de la ley y considera que el Gobierno surgido de las urnas no es leg¨ªtimo¡
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