Benjamin Lacombe, la excepci¨®n del ilustrador estrella que vende millones de libros
El franc¨¦s lleva dos d¨¦cadas viviendo de su arte en obras infantiles y juveniles, adaptando cl¨¢sicos o inventando nuevas historias. Reivindica que sus proyectos ¡°no son f¨¢ciles¡±, como su reciente ¡®Sirenita¡¯
Cuando recibi¨® el primer contrato de su vida, el chico no lo firm¨®. Al rev¨¦s, lo devolvi¨® con cuatro folios llenos de correcciones. La editorial no daba cr¨¦dito: aquel jovenzuelo no llegaba ni a 20 a?os, pero deb¨ªa de tener las ideas muy claras. ¡°Me dijeron que nunca les hab¨ªa pasado nada parecido¡±, recuerda ahora Benjamin Lacombe. Finalmente, llegaron a un acuerdo. Desde entonces han transcurrido casi dos d¨¦cadas, pero el germen del dibujante famoso de hoy estaba en sus comienzos. La convicci¨®n, la defensa firme de su trabajo. Las ganas de sorprender. Y el talento, por supuesto: obras como Cereza Guinda (Edelvives, 2006) ya ofrecen im¨¢genes poderosas e inquietantes a p¨¢gina entera, un sello muy personal y un personaje femenino en el centro. Constantes de la obra de Lacombe, igual que el ¨¦xito. A estas alturas los libros publicados son unos 40, las copias vendidas superan los dos millones y las traducciones se multiplican. Casi nunca la palabra ¡°ilustrador¡± va a acompa?ada de ¡°estrella¡±. Y menos en la literatura infantil y juvenil. He aqu¨ª una de las poqu¨ªsimas excepciones.
?l sonr¨ªe. ¡°Quiz¨¢s lo ¨²nico donde se nota realmente es en los contratos. He ido adquiriendo un p¨²blico fiel, y eso me permite lanzarme a proyectos que no son al uso. Sin esos lectores, ninguna editorial me habr¨ªa comprado la idea de esta Sirenita¡±, explica en una entrevista con EL PA?S durante una reciente visita a Madrid. Porque Lacombe (Par¨ªs, 40 a?os) acaba de recuperar el cuento de Hans Christian Andersen con sus condiciones: dos a?os de trabajo, una nueva traducci¨®n, un papel de calidad y por eso m¨¢s caro, una impresi¨®n cuidada para mantener sus impactantes colores fluorescentes y una protagonista ambigua, muy lejos de la imagen de Disney. En las estanter¨ªas navide?as, coincide adem¨¢s con otra creaci¨®n de Lacombe ¡ªsu trabajo en espa?ol est¨¢ editado por Edelvives¡ª, junto con C¨¦cile Roumigui¨¨re: Las brujas, una galer¨ªa en gran formato de mujeres fascinantes de la historia.
¡°Si algo resalta en mi obra es la sinceridad absoluta. Espero que los lectores se sorprendan. Desde el punto de vista comercial a menudo mi enfoque no es el m¨¢s f¨¢cil. Una Sirenita as¨ª, por ejemplo, no es para el p¨²blico mainstream. Era consciente desde el principio, pero no me interesa¡±, agrega el creador, que cree que Andersen se represent¨® a s¨ª mismo a trav¨¦s del personaje. Entre sus influencias art¨ªsticas se suele citar un extra?o abanico que va del Quattrocento italiano a Tim Burton, de los genios flamencos a Fritz Lang. Puede trabajar con l¨¢piz, acuarela o pintura al ¨®leo. Con guionistas como S¨¦bastien Perez o en solitario. Para obras impresas o colgadas en una exposici¨®n. Y las tramas tambi¨¦n salen de una mezcla: ha redibujado cl¨¢sicos como Alicia en el pa¨ªs de las maravillas, Blancanieves, Bambi o El mago de Oz; ha rescatado a Frida Khalo, Mar¨ªa Antonieta o leyendas y misterios de Jap¨®n; y ha inventado relatos circenses sobre una acr¨®bata ciega o un joven guitarrista.
¡°Dir¨ªa que el hilo conductor es encontrar tu lugar, aceptar lo diferente y el derecho a serlo. Y tambi¨¦n a no ser un h¨¦roe¡±, se?ala el ilustrador. Y agrega: ¡°Tambi¨¦n me gusta hablar de la condici¨®n de la mujer. Me parece un tema muy importante. A veces se dan por hechos los avances, pero todav¨ªa existe quien pretende controlar su cuerpo o sus derechos. El elemento en com¨²n de todas las brujas de nuestro libro, y de la historia, es que nunca tienen marido. Representan la emancipaci¨®n¡±, reflexiona Lacombe. Lo cierto es que casi todas sus obras lucen protagonistas femeninas. Y que uno de sus t¨ªtulos m¨¢s vendidos est¨¢ consagrado al v¨ªnculo m¨¢s poderoso del planeta: La mejor mam¨¢ del mundo (Lunwerg, junto con P¨¦rez), un tierno repaso a las diversas familias del mundo animal.
Resulta que fue, a la vez, su obra m¨¢s pol¨¦mica. Miles de lectores le respaldaron con su compra. Pero Lacombe aclara que hubo mujeres que se molestaron porque no inclu¨ªa los aspectos dif¨ªciles de la maternidad. Y, tambi¨¦n, por el hecho de que dos hombres firmaran un libro sobre algo que nunca experimentar¨¢n. Est¨¢ claro que un amplio p¨²blico secunda su arte, as¨ª como su compromiso inclusivo. Pero tal vez alguien pueda verle como un ¡°aliado¡±, esa etiqueta ir¨®nica que define a los hombres que pretenden encabezar el movimiento feminista. ?l no se inmuta, dice que no lo ve como algo negativo y viaja hasta Ir¨¢n para justificar su respuesta: ¡°Las mujeres ya hab¨ªan salido en otras ocasiones a la calle, siempre han sido supervalientes y dispuestas a arriesgarlo todo. Pero s¨ª es una de las primeras veces en que hay hombres tambi¨¦n. Y a uno lo mataron recientemente. ?Es ese un aliado? Caray, es el m¨¢s valiente de todos¡±.
Hace tiempo que Lacombe mantiene su propia lucha. De hecho, b¨¢sicamente, desde que empez¨® a trabajar. Primero, frente a los plazos del mercado: ¡°El enemigo absoluto es el tiempo. Estoy siempre en una carrera contrarreloj¡±. A su lado, sentado en el mismo sof¨¢, S¨¦bastien Perez ofrece la mejor demostraci¨®n emp¨ªrica: aprovecha la entrevista de su compa?ero para avanzar en un proyecto en el que llevan ¡°un retraso monstruoso¡±.
Pero Lacombe tambi¨¦n pelea al lado de sus libros hasta el final. El autor considera que su labor no termina con la entrega del dibujo. Al rev¨¦s, participa en todo el camino hasta el lector: toma decisiones de tipograf¨ªa, elecci¨®n de la portada o estrategia de marketing ¡ª¡±es una pena que no hayamos hablado apenas de los libros¡±, deja caer al final de la entrevista¡ª. Y ha acudido tantas veces a la imprenta que ya cuenta con unos cuantos conocimientos t¨¦cnicos ¡ªque demuestra en una digresi¨®n¡ª y hasta termin¨® inventando un color. De paso, subraya que la ilustraci¨®n es muchas veces la raz¨®n clave por la que alguien adquiere un libro.
¡°Hemos institucionalizado la idea de un creador est¨²pido, infantil, al que hay que explicarle todo y al que se sustraen derechos igual que se detiene su interacci¨®n con su obra en el momento en que la termina. Eso debe cambiar. Yo considero mi responsabilidad participar en toda la cadena, aunque supone mucho trabajo y a veces conflictos desagradables¡±, relata el autor. Eso tambi¨¦n permite exigir remuneraciones mayores a las editoriales, seg¨²n Lacombe. ?l, desde luego, dice que lleva desde los 17 a?os viviendo de la ilustraci¨®n: ¡°Nunca he hecho otra cosa¡±.
Y, a la vez, siempre ha intentado proponer en sus obras algo distinto. Aunque confiesa que, despu¨¦s de 40 libros, innovar cuesta cada vez m¨¢s. Hace una d¨¦cada, declaraba que ten¨ªa ¡°200 ideas al a?o¡±, pero solo le daba tiempo a realizar cuatro. Al parecer, en ello sigue. ?Cu¨¢l es la m¨¢s atrevida y descabellada? ¡°No la puedo desvelar hasta que no est¨¦, pero es una locura absoluta¡±. En su cabeza, ya parece dibujada. No se sabe el d¨ªa en que llegar¨¢ al papel. Pero est¨¢ claro que ser¨¢ cuando y como ¨¦l quiera. Como siempre.
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