¡®Hunt. Caza al esp¨ªa¡¯: el protagonista de ¡®El juego del calamar¡¯ funde en su debut pol¨ªtica, espionaje y acci¨®n

Un reportaje en El Pa¨ªs Semanal estas mismas Navidades daba cuenta del furor coreano que vive Occidente en materia de entretenimiento y cultura pop. Tras el triunfo en los Oscar de Par¨¢sitos, y a¨²n m¨¢s despu¨¦s de su taquillazo en medio mundo, y el extraordinario ¨¦xito televisivo de El juego del calamar, sumados a ciertos fen¨®menos musicales, todo lo que huela a Corea del Sur parece que puede llegar a traducirse en gloria y dinero. Dif¨ªcilmente ser¨¢ el caso del estreno en cines de Hunt. Caza al esp¨ªa, pese a ser una pel¨ªcula estimable, y por mucho que su director y cabeza de reparto sea Lee Jung-jae, protagonista de El juego del calamar. Esto es cine pol¨ªtico y, como se sol¨ªa decir en el Hollywood cl¨¢sico, amenaza de veneno para la taquilla.

Pol¨ªtica, espionaje y acci¨®n se funden en el debut de Lee como director. Ambientado en los primeros a?os ochenta, despu¨¦s del golpe de estado militar del general Chun Doo-hwan, mandatario represor del pa¨ªs hasta 1988, Hunt relata una ¨¦poca de confusi¨®n representada por una evidente falta de libertades, manifestaciones sociales en defensa de los derechos civiles, acercamiento a Estados Unidos durante la presidencia de Ronald Reagan, con un evidente inter¨¦s en dominar la regi¨®n a trav¨¦s de su influencia pol¨ªtica y militar, concesi¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos a Se¨²l para 1988 y, por supuesto, una silenciosa batalla de espionaje con el Norte comunista. Antes de su expansi¨®n econ¨®mica posterior, Corea del Sur era una presunta democracia con un partido ¨²nico que, naturalmente, ganaba las elecciones, y esas tentaciones dictatoriales, m¨¢s tarde confirmadas, se muestran de soslayo en la pel¨ªcula.

La situaci¨®n del pa¨ªs, entre la amenaza de una invasi¨®n comunista por el Norte, una guerra abierta con sus vecinos, o incluso la posibilidad de una quim¨¦rica reunificaci¨®n pac¨ªfica, supone buena parte del inter¨¦s de Hunt. Sin embargo, la esencia de su relato no est¨¢ tanto en las alturas como en la rivalidad personal e ideol¨®gica entre los dos encargados del aparato de seguridad del pa¨ªs, conocedores de la existencia de un esp¨ªa norcoreano en sus filas, perseguidores de la trama y, al mismo tiempo, sospechosos para el espectador de que cualquiera de los dos podr¨ªa ser el topo. Y es en ese sentido cuando surgen situaciones en las que la pel¨ªcula se pone demasiado gruesa en materia de guion: la pelea f¨ªsica entre ambos en los pasillos de un organismo oficial; o el mismo desarrollo de personajes y sus motivaciones, como m¨ªnimo, harto discutibles.

Lee juega por un lado a la altura dram¨¢tica y pol¨ªtica, y por otro al entretenimiento comercial. Pero esa indecisi¨®n acaba por perjudicar a Hunt, con muy buenos momentos de acci¨®n en su puesta en escena, punteados musicalmente por una machacona e infame banda sonora que huele a convencional producci¨®n de tralla y metralla.