Muere a los 94 a?os Burt Bacharach, uno de los compositores m¨¢s exitosos del siglo XX
El estadounidense consigui¨® 73 ¨¦xitos en el ¡®top 40¡ä de EE UU y 52 en el Reino Unido, adem¨¢s de seis Grammy y tres premios Oscar
Es probable que a muchos terr¨ªcolas no les suene el nombre de Burt Bacharach, pero se antoja casi imposible habitar este planeta y no haberse cruzado con al menos una docena de sus canciones. Excepci¨®n flagrante en un mundo, el de la m¨²sica popular, trufado por el culto a la primera persona, el compositor de Kansas fue el raro paradigma del creador que permaneci¨® entre bambalinas mientras su obra no paraba de brillar, una y otra vez, en las posiciones m¨¢s elevadas de las listas de ventas. M¨¢s de 80 de sus t¨ªtulos alcanzaron las clasificaciones de ¨¦xitos en Estados Unidos desde el ya remoto 1957 hasta fechas muy recientes. Hablamos de un hombre que en mayo habr¨ªa celebrado su 95 cumplea?os y al que lloran todos los amantes del pop con pajarita desde que se comunic¨® que hab¨ªa fallecido, por causas naturales, este mi¨¦rcoles, 8 de febrero, en su casa de Los ?ngeles.
Ganador de seis premios Grammy y de tres Oscar ¡ªa la mejor banda sonora, por Dos hombres y un destino, y a las mejores canciones, por Raindrops Keep Fallin¡¯ On My Head, de esa misma pel¨ªcula, y por Arthur¡¯s theme (Best That You Can Do), de Arthur, el soltero de oro¡ª, Burt Freeman Bacharach logr¨® un hito pr¨¢cticamente ¨²nico en la historia del pop: resultar inconfundible por su escritura, no por el timbre de su voz, que apenas se molest¨® en mostrarnos. Esa intersecci¨®n entre melod¨ªa cl¨¢sica, jazz ligero, aires de bossa nova y romanticismo orquestal era ins¨®lita en un universo, el de la m¨²sica pop, en el que solo tres acordes (t¨®nica, dominante y subdominante) bastaban para sustanciar un porcentaje abrumador de sus t¨ªtulos.
Durante a?os no le faltaron cr¨ªticos que le ten¨ªan por un m¨²sico atildado, relamido, demasiado engolado y petulante para los est¨¢ndares de la m¨²sica popular, pero el tiempo no ha hecho sino agrandar la val¨ªa de un legado que comprende su buen medio millar de partituras. M¨¢s a¨²n desde que en 1998 comparti¨® un disco a medias con otro autor valorad¨ªsimo y mucho m¨¢s joven, Elvis Costello. Aquel superlativo Painted From Memory, que curiosamente se reedita el 3 de marzo en forma de cu¨¢druple disco, sirvi¨® para que le descubrieran generaciones hasta entonces m¨¢s reticentes y para reivindicarlo de manera ya definitiva como uno de los autores m¨¢s grandes de todos los tiempos.
Bacharach hab¨ªa nacido el 12 de mayo de 1928 en Kansas City, aunque su familia no tard¨® en trasladarse a Nueva York. Estudi¨® violonchelo, piano y bater¨ªa, se entusiasm¨® con la incipiente escena jazz¨ªstica de la Gran Manzana (sus grandes h¨¦roes juveniles fueron, c¨®mo no, Charlie Parker y Dizzy Gillespie) y ejerci¨® como m¨²sico en innumerables clubes nocturnos, incluso cuando la llamada del ej¨¦rcito le llev¨® hasta tierras alemanas. Pero pronto tuvo claro que su gran baza creativa era la escritura, m¨¢s a¨²n tras conocer a Hal David, el letrista con el que firmar¨ªa la inmensa mayor¨ªa de sus temas ic¨®nicos.
La primera incursi¨®n en el top 20 estadounidense lleg¨® en 1957 con The Story Of my Life, para Marty Robbins, que alcanz¨® el n¨²mero 1 en las listas londinenses. La historia se repetir¨ªa al a?o siguiente con Magic Moments, de Perry Como. Pero el grueso de la actividad del t¨¢ndem Bacharach/David se concentra en los a?os sesenta, una d¨¦cada para cuya banda sonora resultar¨ªa casi tan decisivo como los Beatles, Dylan, los Stones o los Beach Boys. En la consolidaci¨®n de Bacharach como un melodista may¨²sculo emerge la figura de Dionne Warwick, una cantante que se ganaba la vida como corista para los Drifters y que Burt escogi¨® como la destinataria prioritaria de sus p¨¢ginas. Warwick era due?a de una voz d¨²ctil y misteriosa, m¨¢s sofisticada que deslumbrante, y ese equilibrio resultaba perfecto para unas canciones de estructuras mucho m¨¢s complejas y elaboradas de lo que se estilaba en la ¨¦poca, y no digamos ya en la actualidad.
Dionne llev¨® al ¨¦xito no menos de 15 canciones de Bacharach y Hal David en el sexenio entre 1962 y 1968, temas que resulta imposible no tararear mentalmente con solo pronunciar sus t¨ªtulos: Do You Know The Way to San Jos¨¦, Walk on by, Anyone who had a heart, Message to Michael, I¡¯ll Never Fall In Love Again (incluida en el musical de Broadway Promises, Promises, otra piedra angular), Alfie o la todav¨ªa m¨¢s popular I Say A Little Prayer, que Warwick bord¨® en 1967, Aretha Franklin sublim¨® un a?o m¨¢s tarde y desde entonces no ha parado de conocer recreaciones ilustres y apariciones cinematogr¨¢ficas. Esa es, de hecho, una constante en la biograf¨ªa del fallecido: sus p¨¢ginas han adquirido la dimensi¨®n de cl¨¢sicos, son objeto de docenas de lecturas renombradas y pasan a formar parte del acervo popular de los ¨²ltimos 60 a?os, aunque muchos no conozcan el nombre de su firmante original.
Bacharach y David se erigieron as¨ª en pilares b¨¢sicos del Brill Building, el emblem¨¢tico edificio de oficinas de Broadway que concentraba a las grandes editoriales musicales estadounidenses y en el que escrib¨ªan los temas originales, a la espera de encontrar int¨¦rprete, algunos de los mejores equipos de compositores del siglo XX: Carole King y Gerry Goffin, Jerry Leiber y Mike Stoller, Barry Mann y Cynthia Weil, Neil Diamond, Sonny Bono, Bert Berns, Phil Spector y un largu¨ªsimo etc¨¦tera. En aquel hervidero, Bacharach fue capaz de encontrar un lenguaje propio que iba mucho m¨¢s all¨¢ de ese easy listening que le achacaban sus detractores. De hecho, muchos de los grandes del jazz han acabado abrazando y recreando su obra, sobre todo a partir de que Stan Getz abriese esa puerta en 1968 con el ¨¢lbum monogr¨¢fico What The World Needs Now: Stan Getz Plays The Burt Bacharach Songbook.
Otros c¨²lmenes de aquella d¨¦cada gloriosa para David y Bacharach incluyen Mexican Divorce (The Drifters), The Man Who Shot Liberty Valance (Gene Pitney), la memorable The Look Of Love (Dusty Springfield), This Guy¡¯s In Love With You (Herb Alpert) o, ya en 1970, Close To You, otro rotundo n¨²mero 1 con el que el mundo salud¨® al d¨²o The Carpenters. Burt Bacharach no dej¨® de publicar en los sesenta y setenta varios ¨¢lbumes en solitario con las versiones en primera persona de sus propios ¨¦xitos, pero la acogida de estos trabajos siempre fue muy discreta. Por una vez, todo el foco de la atenci¨®n reca¨ªa en la obra y no en el hombre que le daba forma.
La sociedad Bacharach/David se disolvi¨® a partir de la banda sonora para Horizonte perdido (1973), un fracaso clamoroso y, a buen seguro, el ¨²nico borr¨®n significativo en la hoja de servicios de un hombre cuyas canciones han grabado m¨¢s de un millar de int¨¦rpretes a lo largo de estos a?os. El cataclismo, salpicado por acusaciones y querellas cruzadas, fue estruendoso y doloroso, pero Burt Bacharach encontrar¨ªa una nueva media naranja para la composici¨®n en Carole Bayer Sager, con quien adem¨¢s acab¨® contrayendo matrimonio en 1982. Aunque las ¨¦pocas de David y Bayer Sager no son comparables, esta segunda gran alianza con un letrista arroj¨® al menos tres t¨ªtulos hist¨®ricos: Best That You Can Do, para un Christopher Cross que en 1981 era un debutante en la cresta de la ola, y dos n¨²meros 1 de 1986, On My Own (Michael McDonald, ex de The Doobie Brothers, junto a Patti Labelle) y That¡¯s What Friends Are For, una canci¨®n ben¨¦fica encabezada por su vieja amiga Dionne Warwick.
Por si su trayectoria no fuera lo bastante admirable, Burt Bacharach no perdi¨® nunca el gusto por sentarse al piano y seguir garabateando notas en el pentagrama. En las ¨²ltimas d¨¦cadas, se anim¨® a escribir sus propias letras y en 2006 incluso se embarc¨® en un ¨¢lbum instrumental en solitario, At This Time, refrendado por un Grammy. A Bacharach le dio tiempo a vivir de todo, desde sus a?os mozos como colaborador de Marlene Dietrich al terrible suicidio de su hija Nikki. Y cuando en 2009 visit¨® Madrid con motivo del festival Veranos de la Villa, confes¨® a EL PA?S: ¡°Hay que ser un m¨²sico atrevido para que te salga algo medianamente original. Tener ¨¦xito con una canci¨®n es como triunfar con una mujer: ser capaz de convivir toda una vida con ella sin que te canses¡±.
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