Nueva costumbre, mirarlo todo del rev¨¦s
Se est¨¢ instaurando la noci¨®n de un ¡°tiempo cero¡± que pone de moda la actividad que consiste en dar una versi¨®n opuesta a todo lo que ya d¨¢bamos por sabido
Como es bien sabido, a los mileniales cada d¨ªa se les conoce m¨¢s por ¡°generaci¨®n muda¡±. Son particularmente h¨¢biles en el uso de la tecnolog¨ªa y las plataformas de redes sociales, pero hablar por tel¨¦fono les provoca ansiedad. Han integrado la comunicaci¨®n mediante plataformas as¨ªncronas, en las que no es necesario que coincidan en el tiempo los dos interlocutores, y les resulta dif¨ªcil, intrusivo, inc¨®modo hablar por tel¨¦fono.
Esta disminuci¨®n de la costumbre de charlar en directo parece conectada con la ca¨ªda mundial del arte de la conversaci¨®n, hoy un arte en gran parte reducido a comentar las continuas novedades que divulgan los medios de comunicaci¨®n masivos. Es como si el pasado de la humanidad se hubiera borrado. Lo predijo en 2001 Thomas Hylland Eriksen en Tiran¨ªa del momento. El antrop¨®logo noruego observ¨® c¨®mo se iba fundiendo toda la memoria del mundo y predijo consecuencias, algunas de las cuales ya est¨¢n entre nosotros. Las raqu¨ªticas clases actuales de filosof¨ªa, por ejemplo, van pareci¨¦ndose cada d¨ªa m¨¢s a unos informativos de televisi¨®n con las ¨²ltimas noticias.
De hecho, con nuestra memoria medio fundida, se est¨¢ instaurando la noci¨®n de un ¡°tiempo cero¡± que pone de moda esa actividad que consiste en dar una versi¨®n opuesta a todo lo que ya d¨¢bamos por sabido. Una actividad que a veces abre horizontes, pero en otras los cierra, incluso con obscurantismo. El pasado viernes, una frase ir¨®nica en la columna de Juanjo Mill¨¢s me alegr¨® el resto del d¨ªa: ¡°Hay que mirarlo todo del rev¨¦s para comprender el significado de las cosas¡±
Perfecto, pens¨¦, porque la frase me facilita, mir¨¢ndolo todo del rev¨¦s, dar con el lado positivo de ese supuesto mal que algunos err¨®neamente creen que germina en la ¡°generaci¨®n muda¡±. Y puse inmediatas manos a la obra. Para dar el vuelco buscado, recurr¨ª primero a George Steiner, que siempre sostuvo que, en las dos grandes estructuras del pensamiento contempor¨¢neo, Wittgenstein y Heidegger, hab¨ªa una flagrante ausencia de la persona humana.
Y por ah¨ª segu¨ª. Me dije que, si la ¡°generaci¨®n muda¡± acertara a devolverle presencia al ser humano, se revelar¨ªa como una generaci¨®n admirable. Para ello bastar¨ªa que aspiraran a ser cada uno de ellos una especie de r¨¦plica de Chaves, personaje profundo de la literatura universal, persona a secas, aut¨¦ntica, que, despojada al norte de la Patagonia de cualquier abalorio que distorsionara su condici¨®n humana, ¡°iba y volv¨ªa solo a su casa por los caminos y se negaba deliberadamente a hablar¡±.
Encontramos este deliberadamente mudo Chaves en Chaves, olvidada gran novela de Eduardo Mallea. Que el personaje no hable pudiendo hacerlo, desata la furia de sus compa?eros de trabajo, quiz¨¢s porque les evoca la cruda alma solitaria que hay en cada uno de nosotros. No s¨¦, pero creo que, adoptando la impasibilidad de ese taciturno Chaves, representante de la condici¨®n humana sin palabras ni aditivos, podr¨ªa la ¡°generaci¨®n muda¡± incluso aspirar a ser la m¨¢s coherente y honrada de la historia.
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