Laura Ferrero, escritora: ¡°Los hijos de divorciados de los 80 tenemos un carn¨¦ de logros para sentirnos queridos¡±
La narradora publica ¡®Los astronautas¡¯, una novela que explora la idea de familia a partir de su propia autobiograf¨ªa
De peque?a, Laura Ferrero (Barcelona, 38 a?os) no pod¨ªa ver los VHS de Bambi o En busca del valle encantado. No soportaba ninguna pel¨ªcula en la que la madre muriese. Por eso, cuando se enter¨® de la historia del accidente del transbordador espacial Challenger que explot¨® a los 73 segundos de su lanzamiento y mat¨® a todos sus tripulantes en 1986, incluida la profesora de Secundaria Christa McAuliffe, su mente se centr¨® en una ¨²nica consecuencia. ¡°Fue ver aquellas im¨¢genes y solo pod¨ªa pensar que ah¨ª hab¨ªa dos ni?os viendo a su madre muriendo en directo¡±, explica, sentada en el bar de un hotel de Barcelona ayer mi¨¦rcoles, en la primera jornada de promoci¨®n de Los astronautas, su ¨²ltima novela que sale a la venta hoy en Alfaguara. ¡°La m¨¢s dif¨ªcil que he escrito y la que nunca volver¨ªa a hacer¡±, adelanta.
El terror infantil de esta autora a las madres muertas ten¨ªa l¨®gica. Sus padres se divorciaron a finales de los ochenta, cuando ella ten¨ªa dos a?os, y ambos formaron nuevas familias. ¡°Me obsesionaba la idea de que mi madre pudiese morir. En esa ¨¦poca, mi ¨²nica certeza era que yo ten¨ªa una¡±, cuenta. Ferrero creci¨® pudiendo referirse a su progenitora como ¡°mi madre¡± ante todos y sin miedo a equivocarse. Con su padre (biol¨®gico) no lo tuvo tan f¨¢cil. En los entornos maternos, si lo mentaba, ten¨ªa que ser con su nombre de pila o como ¡°aquel¡±. Y aunque a la nueva pareja de su madre le llamaba ¡°pap¨¢¡± dentro de la casa en la que convivieron, a la nueva mujer de su padre nunca la ha llamado ¡°mam¨¢¡±. Su madre era la ¨²nica que pod¨ªa ostentar ese t¨ªtulo. Nombrarla no pod¨ªa dar lugar a equ¨ªvoco ni irritar a los dem¨¢s por referirse a ella de esa forma: ella era el pilar, la que no se pod¨ªa intercambiar.
Detr¨¢s del padre ausente
Partiendo de un hecho autobiogr¨¢fico que le sucedi¨® hace varias navidades, Los astronautas parte del hallazgo de una foto nunca vista de un ¨¢lbum familiar en la que Ferrero aparec¨ªa, de ni?a, junto a sus padres cuando todav¨ªa estaban juntos. ¡°Cuando la vi, pens¨¦: ¡®No me puedo creer que me haya pasado toda la vida sin entender que yo tambi¨¦n tuve una familia¡¯. Siempre asum¨ª que ten¨ªa dos, pero ah¨ª, comprend¨ª que antes estuvo esa primera de la que nunca tuve noticia¡±, aclara.
La necesidad de saber, de preguntar a los implicados para este texto, es la que ha hecho a la autora acercarse a tratar la idea de la familia. ¡°La escrib¨ª para entender qui¨¦n hab¨ªa sido mi padre ausente y acab¨¦ entiendo qui¨¦n era mi madre¡±, explica la cuentista y autora de otros t¨ªtulos como Piscinas vac¨ªas (2015) o Qu¨¦ vas a hacer el resto de tu vida (2017). Aqu¨ª hay mucho de su vida, pero tambi¨¦n mucha ficci¨®n por el puro inter¨¦s narrativo o fragmentos de historias de astronautas, ¡°hombres que viajaron a los lugares m¨¢s remotos y sin explorar y que, al volver, acabaron muy solos. Me gustaba mucho esa idea de soledad para contar las historia de mis padres¡±.
Esos paralelismos le han valido para rellenar todos esos huecos que ten¨ªa frente a su extra?eza derivada por la ausencia y el ¡°?D¨®nde est¨¢ tu padre?¡±, la pregunta recurrente durante casi toda su ni?ez y adolescencia. ¡°A los hombres ausentes muchas veces les hemos otorgado una parte de culpa que muchas veces tienen, pero tambi¨¦n ha servido para colocarles todas las consecuencias. Muchos de mis des¨®rdenes de ni?a, que no traumas, se atribu¨ªan, directamente, a que ¨¦l ya no estaba¡±, aclara.
La novela, que ha tardado varios a?os en escribir y que empez¨® antes de La gente no existe (2021), la lleg¨® a parar tres veces. La ¨²ltima fue por la enfermedad de su madre, a la que diagnosticaron de linfoma de Hodgkin. ¡°No pod¨ªa escribir. Ah¨ª entend¨ª que la enfermedad es el final de las met¨¢foras. Todo esto que hacemos, intelectualizar la vida en las novelas, lo haces cuando la vida te va un poquito bien¡±, reflexiona. Reconoce que este proceso le ha hecho acercarse mejor a esa madre elusiva que no quer¨ªa hablarle de su vida. ¡°Odio la gente que dice que el dolor es ¨²til. El c¨¢ncer es una cosa in¨²til. A trav¨¦s de la enfermedad yo la conoc¨ª mejor, pero porque en las situaciones l¨ªmite ves otra cara de otras personas¡±, aclara. Su madre, por cierto, ha le¨ªdo la novela y ¡°le ha gustado mucho¡±.
Las m¨¢s lista, la m¨¢s guapa
Los astronautas tambi¨¦n es una interesante cr¨®nica de los estragos emocionales sobre los primeros hijos del divorcio en Espa?a. De aquella ley que se aprob¨® el 22 de junio de 1981 y por la que el ministro de Justicia de por aquel entonces, Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez (UCD), defendi¨® que ¡°no podemos impedir que los matrimonios se rompan, pero s¨ª podemos disminuir el sufrimiento de los matrimonios rotos¡±. Ferrero fue testigo directo de la opresi¨®n moralista que supuso cruzar esa frontera en su familia: ¡°en el colegio muchas monjas me dec¨ªan ¡®voy a rezar por tus padres porque ahora viven en pecado¡¯. Era muy agobiante esa necesidad de seguir la norma¡±, recuerda.
La prole de aquellos otros pioneros que tambi¨¦n exploraron nuevas galaxias afectivas desarroll¨® la habilidad de reconocerse al instante. ¡°En el colegio nos conoc¨ªamos todos. ?ramos un club selecto de ni?os tristes, desubicados, que ten¨ªan m¨¢s regalos que la media por el cumplea?os¡±, escribe en la novela. La autora asegura que todav¨ªa tiene el radar encendido. ¡°Si paso el suficiente tiempo con una persona, lo puedo saber¡±. Lo detecta, cuenta, ¡°porque los hijos de los divorciados de los 80 nos hemos pasado la vida sacando el carn¨¦ de logros infinitos para sentirnos queridos. Te pasas la infancia pensando: ?c¨®mo puedo hacer para que mis padres me quieran m¨¢s? No es que comprendas que tu padre no tiene las herramientas emocionales para poder estar ah¨ª contigo, prefieres pensar que, en una familia hiperperfeccionista, si eres la m¨¢s lista, la m¨¢s guapa, la m¨¢s delgada, conquistar¨¢s el amor y la aprobaci¨®n que no se te ha dado¡±, reflexiona.
Reimaginar la familia
Ferrero reivindica renunciar a la idea de familia nuclear que reproducimos como refugio monol¨ªtico. ¡°Intentamos encajar nuestra idea de familia, y tambi¨¦n la de pareja, en un molde heredado. Eso provoca much¨ªsima frustraci¨®n. No estoy en contra de acabar con la familia como conocemos, estoy a favor de reimaginarla en m¨²ltiples formas¡±, reflexiona. En su novela carga contra la losa del amor rom¨¢ntico heredado de las pel¨ªculas y las telenovelas que miraba en su infancia. ¡°Hollywood ha hecho tanto da?o como Disney. Tenemos un problema con ese deseo constante de dar sentido a nuestra vida, que encaje en una narrativa que queremos imitar. Preferimos la utilidad a la verdad. He conocido a chicas que han desechado intentarlo con alguien porque no sent¨ªan ¡°esas mariposas de las que hablaba Jennifer Aniston en sus pel¨ªculas¡±, es terrible¡±, cuenta. Por eso reclama acomodarse en la incertidumbre. ¡°Las cosas a veces no tienen sentido, y no pasa nada¡±.
De Sara Mesa a Aixa de la Cruz, pasando por Eider Rodriguez, Ferrero se siente muy en sinton¨ªa esas autoras de su generaci¨®n que est¨¢n problematizando, como ella, la noci¨®n de familia en sus ¨²ltimas novelas. ¡°Me gust¨® mucho leer a Eider Rodriguez defendiendo que el feminismo nos ha dado un empuj¨®n para escribir sobre estos temas que antes se consideraban menores. Recuerdo que cuando escrib¨ª Piscinas vac¨ªas un periodista me dijo que escrib¨ªa muy bien, pero que era una pena que me centrase en esos temas porque no llegar¨ªa a ning¨²n sitio. Cuando escribimos de esto, nosotras lo hacemos desde la misma universalidad de cualquier otro autor¡±, reivindica.
Tras trabajar cuatro a?os mano a mano con Isabel Coixet como guionista (su ¨²ltimo proyecto ha sido adaptar Un amor de Sara Mesa) y mientras ejerce como colaboradora habitual de La ventana en la Cadena Ser, o de EL PA?S, la escritora apuesta por hablar ¡°mucho m¨¢s, todo el rato¡±, sobre dinero. ¡°No tratamos la precariedad de los escritores, parece que si lo mentamos le quitamos glamur. Yo no s¨¦ c¨®mo lo hace el resto para poder escribir, pero si no eres profesor y tienes un fijo, lo tienes complicado. A m¨ª me hace mucha gracia cuando la gente me dice: ¡®?Qu¨¦ bien te va, te veo y escucho en todas partes!¡¯. Lo curioso es que si estoy ah¨ª, es porque, precisamente, no llego para poder escribir mis libros¡±.
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