Querido pintor europeo: en este museo de Brasil te han quitado la palabra las mujeres, los afros y los ind¨ªgenas
En pleno debate sobre la restituci¨®n y la descolonizaci¨®n de los museos, el MASP de S?o Paulo lleva casi una d¨¦cada d¨¢ndole protagonismo al arte ind¨ªgena y afro frente a artistas como Gauguin o Van Gogh
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El Museo de Arte Contempor¨¢neo de S?o Paulo (MASP) est¨¢ considerado el centro de arte occidental de Brasil o la instituci¨®n con la colecci¨®n de arte europeo m¨¢s importante del Cono Sur. Es decir, hasta 2014, cuando lleg¨® el actual director art¨ªstico, Adriano Pedrosa, la historia del arte en esta pinacoteca se contaba desde la perspectiva de Modigliani (con cinco obras), Van Gogh (tres piezas), Picasso (tres cuadros) o Gauguin (dos telas). La versi¨®n oficial, blanca y colonial. Hace ocho a?os tomaron la palabra los ind¨ªgenas, los afrobrasile?os y las mujeres. Antes de que la restauraci¨®n y la descolonizaci¨®n se convirtiera en tendencia en el arte, el MASP ya hab¨ªa abierto el debate.
¡°Este museo es diverso, inclusivo y plural, y tiene la misi¨®n de establecer, de manera cr¨ªtica y creativa, di¨¢logos entre pasado y presente, culturas y territorios, a partir de las artes visuales¡±, se lee en un cartel. Y al entrar en la segunda planta, donde se despliega la colecci¨®n permanente, ese objetivo se confirma: los primeros cuadros representan la lucha feminista, los protagonistas son afros y las artesan¨ªas rescatadas en vitrinas son creaciones de las poblaciones originarias de Brasil.
Todas son piezas de arte contempor¨¢neo que el MASP ha ido adquiriendo en los ¨²ltimos a?os por el vac¨ªo que hab¨ªa en una colecci¨®n donde mandaban los cl¨¢sicos varones europeos, a los que ahora se ha dejado espacio a partir de la mitad y hacia el final de la sala, con unas 200 obras expuestas. Son las piezas que en gran parte adquiri¨® Pietro Maria Bardi, un coleccionista, periodista y marchante de origen italiano que en los a?os cuarenta, tras la Segunda Guerra Mundial, empez¨® a comprar obras de grandes artistas europeos ¡°a precio regalado¡±, cuentan en una visita por el museo de la estrategia del que fue su director. Bardi pag¨® 40.000 d¨®lares por El estudiante, de Van Gogh, y El conde duque de Olivares, de Vel¨¢zquez, obras que a finales de los noventa, cuando muri¨®, estaban valoradas en 30 millones de d¨®lares. Otra gran parte de los fondos del museo proviene de colecciones de jud¨ªos que huyeron del nazismo camino de Am¨¦rica.
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Todas las piezas se exhiben en grandes paneles de metacrilato que se fijan sobre bloques de cemento, estructuras que ide¨® Lina Bo Bardi, la arquitecta que dise?¨® el edificio en 1968. Esta especie de grandes marcos se recuperaron en 2015 con la intenci¨®n original de su creadora: cuestionar el modelo de museo tradicional europeo. Aqu¨ª parece que el arte se suspende en el aire, es m¨®vil y maleable (las estructuras permiten que se reorganice la colecci¨®n cada dos semanas), cada uno elige el recorrido que quiere hacer.
El MASP reescribe la historia del arte a partir de los artistas, pero tambi¨¦n dinamita la museolog¨ªa lineal. Y tampoco cumple al pie de la letra con un recorrido cronol¨®gico, se empieza por el presente hacia el pasado ¡°m¨¢s blanco¡±, aunque con licencias.
Los marcos transparentes tienen otra funci¨®n: permiten ver la parte de atr¨¢s de los cuadros, toda esa informaci¨®n que no muestran los museos tradicionales, donde las piezas cuelgan en paredes. Y es ah¨ª, en las traseras, donde Pedrosa, siguiendo las directrices de Bo Bardi, ha colocado las cartelas. El efecto de tres dimensiones que pretende conseguir el MASP es el siguiente: en una vitrina se exponen dos figuras que representan al diablo en la cultura africana. El cristal permite ver al fondo el cuadro Rosa y azul o Las ni?as de Cahen d¡¯Anvers, de Renoir, donde se representa a dos peque?as sonrientes. Una de ellas muri¨® en el campo de exterminio de Auschwitz. El visitante primero ver¨¢ las piezas africanas; detr¨¢s, el cuadro del pintor impresionista. Luego podr¨¢ leer toda esta informaci¨®n en las cartelas, que tendr¨¢ que buscar en la parte posterior. Y al final, tendr¨¢ otra versi¨®n de la historia.
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El museo le volver¨¢ a invitar a la reflexi¨®n ante dos piezas colocadas en este caso una al lado de la otra. Est¨¢ la versi¨®n idealizada de la muerte de una mujer ind¨ªgena firmada por Victor Meirelles y, a su lado, la perspectiva cr¨ªtica del artista y activista Denilson Baniwa, con un collage que representa la deforestaci¨®n del Amazonas, sobre la que ha colocado la silueta de un ind¨ªgena asesinado como si se tratara de la escena de un crimen.
Este es el a?o que el museo ha dedicado a las historias ind¨ªgenas y en 2024 llegar¨¢n las de la diversidad sexual. Como recordaba Pedrosa en una entrevista en EL PA?S, el museo ha acogido en sus salas arte ind¨ªgena en muestras individuales o colectivas. Por eso no dudan en sacarle los colores a los grandes maestros. Uno de los dos cuadros de Gauguin del MASP, que representa a las mujeres ind¨ªgenas de Tahit¨ª, dejar¨¢ de colgar en esta sala en unas semanas para formar parte de una exposici¨®n con la que el museo quiere criticar la visi¨®n colonial que el pintor imprimi¨® sobre estas comunidades.
Los que van a replantear esta perspectiva son los tres comisarios ind¨ªgenas que el MASP incorpor¨® en 2022. El nombramiento del tr¨ªo refleja la creciente fuerza y relevancia del arte ind¨ªgena en los museos, galer¨ªas y ferias de Brasil. La ¨²ltima Bienal de S?o Paulo, en 2021, puso especial mimo en invitarlos y concederles un destacado protagonismo. Este museo dio ese paso antes y trata de mantener un di¨¢logo m¨¢s fluido con sus compatriotas, no solo con los denominados grandes maestros.
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