Jazm¨ªn Beirak, ensayista: ¡°Debemos defender la cultura como algo m¨¢s que un espect¨¢culo¡±
La investigadora en pol¨ªticas culturales apuesta por un modelo que se integre en la vida de la ciudadan¨ªa a trav¨¦s de la participaci¨®n, m¨¢s all¨¢ del anzuelo tur¨ªstico o la serie de Netflix
¡°La cultura no tiene relevancia social¡±, dice Jazm¨ªn Beirak. Dentro de los c¨ªrculos en los que se mov¨ªa, afines a la cultura, parec¨ªa que ten¨ªa importancia, pero en cuanto se abri¨® a otros mundos descubri¨® que lo cultural no interesaba demasiado. ¡°Era como si solo incumbiese a los que est¨¢bamos implicados¡±, explica.
Beirak (Madrid, 44 a?os), hija de exiliados argentinos, estudi¨® Historia del Arte en la Universidad Aut¨®noma de Madrid, interpretaci¨®n con Cristina Rota, se politiz¨® en el ambiente de los centr...
¡°La cultura no tiene relevancia social¡±, dice Jazm¨ªn Beirak. Dentro de los c¨ªrculos en los que se mov¨ªa, afines a la cultura, parec¨ªa que ten¨ªa importancia, pero en cuanto se abri¨® a otros mundos descubri¨® que lo cultural no interesaba demasiado. ¡°Era como si solo incumbiese a los que est¨¢bamos implicados¡±, explica.
Beirak (Madrid, 44 a?os), hija de exiliados argentinos, estudi¨® Historia del Arte en la Universidad Aut¨®noma de Madrid, interpretaci¨®n con Cristina Rota, se politiz¨® en el ambiente de los centros sociales okupados, trabaj¨® en los museos de la Biblioteca Nacional y ahora es la responsable de Cultura de M¨¢s Madrid en la Asamblea de la Comunidad. Su libro Cultura ingobernable (Ariel) reflexiona sobre c¨®mo hacer llegar a la ciudadan¨ªa una cultura participativa, m¨¢s all¨¢ del espect¨¢culo y con poder transformador.
Pregunta. ?Qu¨¦ pasa con la cultura?
Respuesta. Est¨¢ atrapada entre dos nociones. Hay quien la ve como un objeto de consumo, relegada a los momentos de ocio. Hay quien tiene una idea elitista de la cultura, que la coloca fuera de su alcance. As¨ª que no hay una relaci¨®n cotidiana, terrenal y mundana con la cultura.
P. Pero todo el mundo sabe que, de alguna manera, es importante.
R. S¨ª, es una noci¨®n que tenemos, porque lo hemos escuchado muchas veces. En Barcelona preguntaron en una encuesta si las bibliotecas eran importantes, y la gente dijo que s¨ª, pero luego no ten¨ªa tan claro por qu¨¦.
P. ?Cu¨¢l es el problema?
R. Las pol¨ªticas culturales no se han hecho pensando en la gente corriente, sino m¨¢s bien en el sector profesional (sin que se hayan mejorado sus condiciones). Tambi¨¦n se ha puesto el foco en la producci¨®n de oferta cultural, sin entender que la funci¨®n de la pol¨ªtica no es generar una gu¨ªa del ocio.
P. ?No deben programar cultura las instituciones p¨²blicas, por ejemplo, en teatros o museos?
R. S¨ª, pero eso no es lo m¨¢s importante. Lo importante es generar la condiciones necesarias para que la gente pueda crear cultura por s¨ª misma. La gente sabe que es destinataria de las pol¨ªticas sanitarias o educativas, que es la protagonista, en la cultura no pasa lo mismo. Siente que la pol¨ªtica cultural se hace para otros. As¨ª surge el recelo hacia los ¡°subvencionados¡±, etc¨¦tera.
P. ?Es la cultura igual de importante que la educaci¨®n y la sanidad?
R. Lo primero: no creo que haya por qu¨¦ contraponer derechos, cuando adem¨¢s, sabemos que los problemas que tenemos, tan complejos, han de afrontarse desde diferentes ¨¢mbitos. Por ejemplo, las herramientas culturales sirven en el ¨¢mbito de la salud, no son cosas antag¨®nicas.
P. ?Y segundo?
R. Me da la sensaci¨®n de que, como la cultura se ha restringido al campo de lo et¨¦reo y lo espiritual, no se le da el valor material que tiene: interviene en c¨®mo se dan las relaciones sociales. Las pr¨¢cticas culturales tienen que ver con esa generaci¨®n de comunidad que tanto se reivindica en tiempos individualistas. Como dice Joan Subirats [actual ministro de Universidades]: la cultura es el ascensor social en el s. XXI, como lo fue la educaci¨®n en el XX. Sirve para redistribuir.
P. ?Pero qu¨¦ entiende por cultura?
R. Por un lado, se puede entender como el conjunto de las artes, los libros que leemos, las pel¨ªculas, los videojuegos; o, de manera m¨¢s antropol¨®gica, como las pr¨¢cticas y valores de una sociedad, todo lo que hacemos los seres humanos. En otro eje, podemos entenderla como una serie que vemos en Netflix desde el sof¨¢ o como una forma de participar de la vida, una forma de percibir las cosas, entenderlas, pensarlas¡ Yo creo que tiene que ver con ambas visiones. Y creo que desde las pol¨ªticas p¨²blicas hay que fomentar esa faceta activa y creativa.
P. ?C¨®mo influye, pues, la cultura en la pr¨¢ctica?
R. El soci¨®logo Eric Klinenberg habla de c¨®mo en una ola de calor en Chicago mat¨® a mucha gente, sobre todo en los barrios m¨¢s pobres. Pero en algunos de esos barrios hab¨ªa infraestructuras sociales, como bibliotecas, donde la gente se juntaba, y la mortalidad fue mucho menos, porque se hab¨ªan creado v¨ªnculos y redes de apoyo. En torno a una biblioteca del distrito de Villaverde, en Madrid, se organizaron los vecinos en pandemia y lograron aminorar los efectos. O el Performing Arts Center de Los ?ngeles, que abri¨® su plaza al p¨²blico en general, m¨¢s all¨¢ de sus espect¨¢culos, para que la gente fuera a bailar. Y fue un ¨¦xito.
La cultura puede ser una forma de participar de la vida, una forma de percibir las cosas, entenderlas, pensarlas¡ Y creo que desde las pol¨ªticas p¨²blicas hay que fomentar esa faceta activa y creativa
P. ?Por qu¨¦ la cultura da mal de comer?
R. A una minor¨ªa s¨ª le da bien de comer, a la mayor¨ªa no. Es un sector en el que no se distribuyen bien los beneficios a trav¨¦s de la cadena. La intermitencia del trabajo cultural crea inestabilidad, y la pol¨ªtica tiene que cubrir esos huecos. Todo esto provoca que solo quien ya tenga de comer, tenga dinero, colch¨®n familiar, etc, pueda dedicarse a la cultura. Este es uno de los problemas m¨¢s importantes. Hace nada sali¨® un informe en Reino Unido: son las clases acomodadas las que pueden dedicarse a la cultura.
P. Porque trabajar en cultura conduce a la precariedad...
R. S¨ª, y hay que poder permitirse ser precario. Quien no se lo puede permitir se va a trabajar a otro sector donde le den una n¨®mina mensual con la que pagar las facturas.
P. ?Las quejas del sector cultural han generado cierta animadversi¨®n hacia sus gentes?
R. S¨ª, sin duda, y tiene que ver con esa sensaci¨®n de que las cosas de la cultura solo se dirigen al propio sector, y que no incumben al resto de la ciudadan¨ªa. Pero m¨¢s all¨¢ de los prejuicios, tambi¨¦n creo que ya no sirve defender la importancia de la cultura repitiendo que es muy importante. No basta con manifiestos, art¨ªculos, declaraciones: tenemos que pensar de qu¨¦ manera conseguir que tenga ese car¨¢cter significativo. Que la cultura permee en la vida cotidiana y que la gente sienta su importancia en su propia experiencia vital.
P. Tal vez el ¨¢mbito en el que m¨¢s ¨¦xito ha tenido la cultura sea en el turismo, en la generaci¨®n del relato de las ciudades.
R. Se ha invertido mucho en ello. La cultura se ha utilizado como un mero recurso, para dinamizar otros sectores. Pero al final es una cultura para otros. Muchas veces valoramos m¨¢s la cultura cuando somos turistas que cuando estamos en casa. Pero este tipo de usos da m¨¢s fotos al pol¨ªtico de turno y genera m¨¢s flujo econ¨®mico que apostar por equipamientos de proximidad como bibliotecas, escuelas de m¨²sica, laboratorios ciudadanos o centros culturales, esos que se integran en la ciudad y la gente usa como si fuera su casa. De eso va la cultura.
La cultura se ha utilizado como un mero recurso, para dinamizar otros sectores, como el turismo. Pero al final es una cultura para otros
P. ?Qu¨¦ otros impactos puede generar, m¨¢s all¨¢ de imagen o visitantes?
R. La cultura se supedita al turismo, aunque quiz¨¢s habr¨ªa que supeditar el turismo a la cultura: hay estudios que se?alan que el impacto es mucho m¨¢s positivo. Creo que es importante medir el impacto de la cultura m¨¢s all¨¢ de las cifras de visitantes, de la ocupaci¨®n de las salas, de los espectadores, sino medir tambi¨¦n los impactos sociales, medioambientales, de inclusi¨®n social, de bienestar, de cohesi¨®n. Y se est¨¢ trabajando mucho en ese sentido. As¨ª podremos defender que la cultura es algo m¨¢s que un espect¨¢culo.
P. Hay modelos culturales, como el franc¨¦s, con mayor intervenci¨®n estatal, y otro, como el anglosaj¨®n, que conf¨ªan m¨¢s en la iniciativa privada.
R. Los primeros dan mayor protecci¨®n, pero pueden ser demasiado dirigistas y acabar ahogando la experimentaci¨®n. Los segundos dan m¨¢s independencia, pero al dejarlo en manos del mercado, son presos de la rentabilidad. ?Recursos o libertad? Yo creo que es un falso dilema: lo que tienen que hacer las instituciones es, precisamente, dar recursos para fomentar la libertad y la autonom¨ªa.
P. ?Qu¨¦ sabor de boca le ha dejado el caso de la presunta censura a la obra de Paco Bezerra en los Teatros del Canal, de la Comunidad de Madrid?
R. A la Comunidad se le hizo una bola de nieve el asunto. Trataron de no dar explicaciones, pero al final tuvieron que poner a Blanca Li a dar una rueda de prensa, que no fue muy conclusiva. Me queda la sensaci¨®n de que es un asunto que no est¨¢ resuelto, y que, m¨¢s all¨¢ del caso de Bezerra, la injerencia en la cultura en la Comunidad est¨¢ normalizada. No hay comit¨¦s independientes para otorgar subvenciones, por ejemplo. Los artistas no quieren conflictos porque tienen miedo a perder el apoyo de la administraci¨®n. Eso tambi¨¦n genera precariedad.