Luis Bermejo, int¨¦rprete: ¡°El rey Juan Carlos es un puro disparate¡±
El actor sube a los escenarios con el m¨ªtico personaje de Azar¨ªas de ¡®Los santos inocentes¡¯, la obra cumbre de Miguel Delibes
Dice que el dolor est¨¢ muy presente en su vida y que el teatro y la risa le sirven para autorregularse. Luis Bermejo, nacido en Madrid en 1969, viene de una humilde familia extreme?a, concretamente de Zarza de Mont¨¢nchez, un pueblo al que no lleg¨® el agua corriente hasta los a?os ochenta del siglo pasado. Y es a ese campo, a sus padres y abuelos desde el que le llegan los olores y colores de Los santos inocentes, la obra cumbre de Miguel Delibes, que, dirigida por Javier Hern¨¢ndez-Sim¨®n, llega a las naves del Matadero del Espa?ol de Madrid (desde hoy, jueves 11 de mayo, al 11 de junio) despu¨¦s de una larga gira. Bermejo da vida a Azar¨ªas (el papel que hizo Paco Rabal en la pel¨ªcula del mismo t¨ªtulo de Mario Camus), por el que ha conseguido el premio al mejor actor de teatro en los recientes galardones Tal¨ªa; mientras que Javier Guti¨¦rrez hace el personaje de Paco El Bajo, que hizo en la pantalla Alfredo Landa. Bermejo, que se puso en la piel del rey Juan Carlos en la obra El Rey, vuelve a los escenarios tambi¨¦n con dos funciones: El minuto del payaso y Los que hablan.
Pregunta. ?Qu¨¦ sugieren hoy las palabras ¡°Milana, bonita¡±?
Respuesta. Es un canto a la libertad. Es un mantra para desprenderse de ataduras y patrones.
P. ?Qu¨¦ vigencia tiene la historia que narr¨® Delibes en Los santos inocentes en 1981?
R. Hemos asumido la doctrina del capitalismo y vivimos en una era de neoliberalismo y por ello la obra tiene una vigencia total. Se sigue teniendo miedo a perder el trabajo y a ponerse enfermo. Ese miedo que tiene Paco el Bajo, que se obliga a ir a cazar a pesar de estar cojo, lo vemos hoy a nuestro alrededor.
P. ?Cu¨¢ntas veces ha visto la pel¨ªcula de Mario Camus?
R. La he ido viendo a trozos. Para este proyecto me he le¨ªdo a conciencia la novela dos veces. Pero el trabajo, sobre todo, ha sido apelar y llamar a mi abuelo y a todas las boinas de los pueblos. La boina es un s¨ªmbolo que hay que reivindicar.
P. ?Qu¨¦ reacciones ha sentido del p¨²blico ante este retrato l¨²cido de la Espa?a de aquellos a?os?
R. La verdad es que ha sido todo un ¨¦xito, si lo medimos por la recepci¨®n del p¨²blico. Los santos inocentes, adem¨¢s de teatro social, tiene mucho de documento de una ¨¦poca. La respuesta de los espectadores traspasa lo art¨ªstico. En la cuenca asturiana, en Avil¨¦s, se acercaron unos se?ores para agradecernos que habl¨¢ramos de ellos. Con esta funci¨®n, he tenido la misma sensaci¨®n de cuando hicimos Las manos, tambi¨¦n con Javier Guti¨¦rrez, que era un ejercicio de memoria sobre los a?os cuarenta y para el que entrevistamos a nuestros padres, nuestros abuelos sobre c¨®mo viv¨ªan entonces.
P. ?En este sentido, hay algo tambi¨¦n de aliento o necesidad de memoria hist¨®rica?
R. Absolutamente. Se habla de unos a?os, los sesenta, en los que hubo un ¨¦xodo importante del campo a la ciudad. A m¨ª, que vengo de una familia de campo en Extremadura, Los santos inocentes me lleva a mis padres, mis abuelos. Es un ejercicio de memoria, en el que est¨¢ muy presente la guerra y la posguerra, la miseria, la precariedad, la escasez y el deseo de saber. Yo he escuchado mucho a mis padres y abuelos esa necesidad por saber, por aprender, porque ven¨ªan de un pueblo en el que, tras la derrota de la Rep¨²blica, se cort¨® el proyecto de las Misiones Pedag¨®gicas. Y, con ello, desapareci¨® la posibilidad de crecer y de progresar. En mi pueblo, el agua corriente se empez¨® a instalar en los ochenta.
P. Hacer el papel de Azar¨ªas, que en el filme bord¨® Paco Rabal, ?es un acto de valent¨ªa?
R. Es una pel¨ªcula emblem¨¢tica que est¨¢ en el imaginario popular y que marc¨® un camino. Tengo muy presente a Paco Rabal y honro su memoria, tambi¨¦n la de Juan Diego, Terele P¨¢vez o Alfredo Landa, pero cuando salgo al escenario miro hacia arriba y tengo a mi familia, a mi padre, que falleci¨® a los dos meses de empezar a trabajar en esta funci¨®n, y a mis abuelos. Me lleva a los olores y los colores del pueblo, al que sigo yendo. Cada vez que hago esta obra es una ofrenda a mis padres y abuelos, a la tierra extreme?a.
P. ?Es Azar¨ªas un h¨¦roe de la resistencia humana?
R. Es un ser mitol¨®gico. Para hacer de Azar¨ªas tambi¨¦n me he fijado en esos payasos de cine y teatro, como Buster Keaton, Harold Lloyd o Chaplin, que tanto nos han iluminado o el payaso de las bofetadas de Le¨®n Felipe. Es un ser libre al que uno se quiere acercar. Azar¨ªas quiz¨¢s solo puede explicarse su vida mirando hacia arriba y volando, corriendo, gritando. As¨ª libera su dolor. Es un hombre que vive con perplejidad todo el dolor que le rodea. Me he acercado a ¨¦l, tambi¨¦n a trav¨¦s de ese dolor, porque el dolor est¨¢ muy presente en mi vida.
P. ?Por?
R. Me acerco mucho a los personajes a trav¨¦s del dolor, para poder transformarlo y explicarme el dolor del alma, el dolor social, de incomprensi¨®n. El payaso al que doy vida en el Minuto del payaso tambi¨¦n es un hombre con dolor.
P. Ha conseguido por este personaje el premio de los galardones teatrales Tal¨ªa en su primera edici¨®n, que tambi¨¦n ha votado la obra como mejor espect¨¢culo ?Es la mejor manera de animar a un actor?
R. No est¨¢ mal, ?no? Alimenta tu agujero yoico, como me dec¨ªa siempre Cristina Rota. Soy un tipo melanc¨®lico y nost¨¢lgico y pensaba que, seg¨²n fuera creciendo, se me iba a pasar, pero no, se me va agudizando.
P. ?Es la melancol¨ªa la que le lleva a hacer una obra como Minuto del payaso desde hace diez a?os?
R. Para luchar contra la amargura que te lleva a la desgana est¨¢ la risa. A m¨ª la risa me salva del miedo. He descubierto que con un sombrero y una nariz roja y poniendo cara de gilipollas frente a un espejo puedo enfrentarme a cualquier cosa. Me parece un gesto sanador. Un payaso es alguien que asume su rid¨ªculo, lo asume y lo expresa en un escenario. Es alguien que te invita a re¨ªrte de ti mismo. Tambi¨¦n tiene algo de profeta y de poeta, alguien que te indica el camino. Mi padre, en este sentido, era un gran payaso.
P. Entonces, con el sombrero y la nariz roja, ?se ve el mundo diferente?
R. La m¨¢scara de la nariz te posibilita la transformaci¨®n. Volviendo al dolor, mi dolor lo he sabido manejar de la transformaci¨®n en el teatro. Sentir el aguacero de la risa de los espectadores es absolutamente liberador y maravilloso. Es una manera de legitimar el ni?o que llevas dentro. Necesito la risa y el humor en mi vida. Esto tambi¨¦n me lo trato en terapia.
P. ?Va a terapia?
R. S¨ª, desde hace ocho o diez a?os. Es un lugar de escucha. Durante mucho tiempo renegu¨¦ de ella, pero ahora digo que es muy recomendable. Fui por un tema concreto y salieron muchas cosas. Como dice mi terapeuta, somos como un armario que hay que vaciar, tirar algunas cosas y ordenar otras.
P. ?De qu¨¦ le gustar¨ªa especialmente hacer parodia hoy en Espa?a?
R. La s¨¢tira me apasiona y creo que habr¨ªa muchas cosas que parodiar. Por ejemplo, de todo lo que tiene que ver con este momento tan extra?o de pol¨ªticos, el caso del Tito Berni, la corrupci¨®n, la llegada del rey Juan Carlos a Sanxenxo, del alcalde de Madrid, de Pablo Iglesias y Yolanda D¨ªaz juntos. Es que el humor ayuda a esclarecer las verdades.
P. Hizo del rey Juan Carlos en la obra El Rey, que se estren¨® en 2016. ?Qu¨¦ le sugiere ahora la figura del monarca?
R. Con la obra de El Rey tratamos al rey em¨¦rito con absoluto respeto. Me encantar¨ªa que la viera para que se diera cuenta de lo honestos y respetuosos que fuimos con su figura y la versi¨®n de su reinado. Ahora me sugiere que nos quedamos cortos. El rey Juan Carlos ha superado la ficci¨®n de la obra de teatro. El rey Juan Carlos es un puro disparate. Se ha cargado a todos los potenciales mon¨¢rquicos que pod¨ªa haber.
P. En la obra subyac¨ªa la pregunta de que para qu¨¦ ha servido la monarqu¨ªa estos ¨²ltimos 50 a?os. ?Para qu¨¦ ha servido, en su opini¨®n?
R. Tambi¨¦n me lo pregunto yo. Ha servido para que nos demos cuenta de que el rey es un embajador, ?pero de qui¨¦n? De los poderosos, ser¨¢.
P. ?Fue todo ese deseo de transformaci¨®n en otros lo que le llev¨® a ser actor?
R. A m¨ª me ayud¨® a sanar. Tuve una infancia cabrona, me pas¨¦ mucho tiempo en el hospital durante la adolescencia por una enfermedad y cuando sal¨ª, en esos tumbos de la juventud, me di cuenta de que en el teatro pod¨ªa jugar, saber de m¨ª, autorregularme. Luego est¨¢ tambi¨¦n el azar y el misterio. Cuando llego a la escuela me encuentro con gente a la que le pasaba lo mismo que a m¨ª. Y la suerte, cuando me voy encontrando con Alberto, Nathalie [Poza], con Willy [Guillermo Toledo], luego con Javi, [Javier Guti¨¦rrez], con Andr¨¦s [Lima], un grupo con enormes inquietudes teatrales y art¨ªsticas.
P. Vuelve a los escenarios con El minuto del payaso, pero tambi¨¦n con Los que hablan, una obra que se estren¨® hace tres a?os.
R. Es que yo soy un actor de repertorio. Estoy seguro de que la de El rey la vamos a volver a hacer, habr¨¢ que cambiar algunas cosas, pero con toda seguridad volveremos porque es una figura de la que hay todav¨ªa muchas cosas que decir, hay que rescatarla. La rescataremos.
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