Lina Meruane: el despertar de la conciencia de la escritora ¡®chilestina¡¯
La autora, nacida en Chile y descendiente de palestinos, viaja a sus or¨ªgenes, abraza su identidad y reflexiona sobre la manipulaci¨®n del lenguaje en el conflicto ¨¢rabe-israel¨ª en un libro a medias entre la novela y el ensayo
Lina Meruane tiene fuertes ra¨ªces palestinas, pero vivi¨® su juventud sin reparar demasiado en ellas. Fuera del mundo ¨¢rabe, Chile es el pa¨ªs con mayor di¨¢spora palestina. Ah¨ª llegaron los abuelos de Meruane, cristianos ortodoxos, en tiempos de la Primera Guerra Mundial, cuando Palestina formaba parte del Imperio Otomano. Y all¨ª naci¨® la escritora, en 1970, mezclando en su c¨®digo gen¨¦tico las ra¨ªces palestinas y las italianas de la otra rama familiar. Este 15 de mayo, en mitad de una escalada de violencia en la zona, se cumplen 75 a?os de la creaci¨®n del Estado de Israel, lo que los palestinos llaman la Nakba, la Cat¨¢strofe, cuando buena parte de la poblaci¨®n fue expulsada del territorio que habitaba.
¡°Crec¨ª como una chilena com¨²n y corriente, integrada en la comunidad: es un pa¨ªs con mucha mezcla, mi aspecto era parecido al de los dem¨¢s¡ alguna vez me llamaron turca, como se llamaba rusas a las rubias, pero sin mala intenci¨®n. Era todo muy chileno a excepci¨®n de algunos platos ¨¢rabes y algunas historias que se contaban en casa¡±, explica la autora en la librer¨ªa madrile?a Rafael Alberti. A los chilenos de origen palestino tambi¨¦n se les llama coloquialmente ¡°chilestinos¡±.
Se calcula, afirma Meruane, que hay en Chile entre 500.000 y 800.000 descendientes de palestinos (¡°es dif¨ªcil asegurar cu¨¢ntos¡±); es la mayor cifra absoluta de Latinoam¨¦rica, aunque el porcentaje relativo m¨¢s alto con respecto a la poblaci¨®n se da en Honduras. Meruane publica Palestina en pedazos (Random House) un libro en tres partes (tres ¡°pedazos¡±) en los que narra su toma de conciencia como palestina. Es un texto que ha ido escribiendo y publicando por etapas (¡°para desgracia de mis editores¡±, dice), y que llega ahora a la que se espera que sea su configuraci¨®n final.
La palestinidad de la autora surge, despu¨¦s de tantos a?os de apacible chilenidad, cuando est¨¢ terminando su doctorado en Nueva York y dos aviones se estrellan de improviso contra dos rascacielos. Es el 11 de septiembre de 2001 y los primeros se?alados por el atentado, en mitad del humo y la incertidumbre, antes de que emerja la sombra de Al Qaeda, son los palestinos. Meruane comienza a sentir el rechazo. ¡°Una identidad tiene m¨¢s f¨¢cil surgir cuando algo se le opone¡±, dice la autora, ¡°yo me doy cuenta de mi identidad cuando veo que est¨¢ problematizada: cuando no se pon¨ªa en cuesti¨®n no pensaba demasiado en ella¡±. As¨ª comienza a investigar sobre sus ra¨ªces, pero la historia de las familias no est¨¢ escrita en los libros, hay que reconstruirla como en una misi¨®n detectivesca, recuperando el relato que los mayores no siempre contaron, visitando los lugares donde sucedieron los hechos, viajando a la casa del abuelo, aunque ya no sea de la familia.
Mezcla de ensayo y narrativa, de car¨¢cter fragmentario, en el primer tramo del volumen (Volverse palestina) se narra el primer viaje de la autora a Oriente Medio, en el segundo (Volvernos otros) se reflexiona sobre la manipulaci¨®n del lenguaje en el conflicto ¨¢rabe israel¨ª, y en el tercero (Rostros en mi rostro), se tratan las confusiones en torno a la identidad. En ocasiones, en sus tr¨¢nsitos aeroportuarios, a la escritora la tomaban por israel¨ª.
Viaje a Palestina
En aquel primer viaje, en 2012, Meruane llega a la ciudad de Beit Jala, una tierra que es la suya, pero que no acaba de serlo. ¡°A diferencia de las pel¨ªculas de Hollywood, yo no experiment¨¦ una especie de reconocimiento instant¨¢neo, f¨ªsico o emotivo por estar ah¨ª o por encontrarme con gente que era de mi familia, porque no la reconoc¨ªa como familiar¡±, cuenta, ¡°no tuve la sensaci¨®n de haber llegado a casa, sino de llegar a un lugar muy violentado donde la mayor¨ªa viv¨ªa una situaci¨®n de opresi¨®n constante que iba empeorando con los a?os¡±. Se da cuenta de su privilegio por haber nacido, casualmente, en un lugar lejano tras la migraci¨®n de sus abuelos. Aparece el s¨ªmbolo de la llave, propio de la di¨¢spora, que se refiere a la idea de que la casa propia qued¨® en otro lugar y a la esperanza de alg¨²n d¨ªa poder regresar, abrir la puerta, y volver a tomar posesi¨®n del hogar, aunque eso sea solo una quimera. La casa del abuelo de Meruane sigue en pie, aunque ocupada por otros.
Como en muchos relatos sobre Palestina, es constante la experiencia de atravesar odiosos checkpoints donde el Ej¨¦rcito maneja la vida de los habitantes disponiendo de su tiempo. ¡°Es una vivencia de continua humillaci¨®n¡±, dice la autora, ¡°porque t¨² puedes ir a una boda, a un parto, a tu propio parto, puedes ir a un bautizo, puedes realmente necesitar cruzar, pero no sabes si vas a poder. El control del tiempo es parte del proyecto colonial¡±. Una forma de resistencia ¡°muy sutil¡± es la forma en la que los palestinos tratan de ralentizar la actividad de estos puestos de control, demor¨¢ndose mucho en sacar los documentos, como en una forma de reapropiarse de los ritmos, como una venganza ¨ªntima.
Otras constantes de los relatos sobre Palestina que aqu¨ª aparecen son los problemas al cruzar aeropuertos, los continuos interrogatorios o el crecimiento lento de los asentamientos ilegales de colonos, que van haciendo met¨¢stasis sobre los territorios ocupados de Cisjordania, de naturaleza dif¨ªcilmente reversible y levantados por iniciativa de personas muy radicalizadas. O la presencia del tremendo muro que va fragmentando el territorio y alimentando cierta claustrofobia vital. ¡°Ante este panorama, hay mucha gente que prefiere no pasar, no moverse, vivir en reductos cada vez m¨¢s peque?os¡±, dice Meruane.
Uno de los asombros que la autora sostiene es ese que se da ante el hecho de que el Estado de Israel est¨¦ repitiendo contra los palestinos, de alguna manera, la persecuci¨®n secular que ha sufrido el pueblo jud¨ªo durante su historia. ¡°No soy la primera en decirlo, pero es una paradoja hist¨®rica muy tr¨¢gica que quienes fueron violentados, despose¨ªdos, expropiados, asesinados, encarcelados luego, al fundar su propio estado, repitan esa misma violencia contra otra comunidad que es la palestina. Me parece una gran tragedia hist¨®rica¡±, dice Meruane. Y se?ala que es una percepci¨®n que no se da exclusivamente en los palestinos, sino incluso en muchos miembros de la comunidad jud¨ªa, y miembros de esa generaci¨®n, casi extinguida, de los que vivieron el horror de los campos de concentraci¨®n. ¡°Tambi¨¦n dentro de la comunidad israel¨ª hay voces disidentes con las pol¨ªticas del Estado¡±, se?ala la escritora.
El lenguaje y la identidad
En la segunda parte del libro, explora las manipulaciones del lenguaje que se llevan a cabo para manejar el conflicto. Que se haga alusi¨®n de los ¡°vecinos jud¨ªos¡± en vez de a los colonos, o que se llame ¡°valla de seguridad¡± a lo que otros llaman ¡°muro de la verg¨¹enza¡±. ¡°Me pareci¨® interesante notar estas diferencias en las palabras que se dan de un lado y otro para no caer en las trampas de un discurso oficial que de esta manera quiere lavar su violencia¡±, a?ade, ¡°siempre me sorprendo viendo las noticias y dici¨¦ndome: no, eso no se dice as¨ª¡±. Se?ala, llevada a otro terreno, lo inapropiado del t¨¦rmino ¡°guerra¡± para el conflicto de Ucrania, porque denota cierta igualdad entre las partes. Prefiere el de ¡°invasi¨®n¡±.
En los ¨²ltimos tiempos la identidad es un asunto a investigar, a reconocer, sobre el que fundamentar la lucha pol¨ªtica. ?Por qu¨¦? ¡°Es una pregunta que me he hecho much¨ªsimas veces, y creo que no hay una sola respuesta para ello¡±, dice la escritora. Aventura que en las ¨²ltimas fases del siglo XX se publicit¨® la ret¨®rica de una globalizaci¨®n homogeneizadora, en la que todos est¨¢bamos en el mismo barco planetario. ¡°Pero eso ocurri¨® solo para un grupo de gente, no para todos¡±, dice Meruane, ¡°ahora estamos traspasados por muchas identidades: soy mujer, soy escritora, soy palestina, soy periodista, soy chilena. Es interesante ver c¨®mo, por un lado, hay un reconocimiento de esta multiplicidad identitaria y, al mismo tiempo, una gran presi¨®n por conseguir la definici¨®n de una identidad¡±, agrega la autora.
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