Alana S. Portero, el viaje inici¨¢tico de la hero¨ªna trans
La novela ¡®La mala costumbre¡¯ (Seix Barral) parte de una infancia en el barrio obrero de San Blas para explorar la b¨²squeda de la identidad en el Madrid de la subcultura g¨®tica


Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que las personas trans se representaban como ¨¢ngeles ca¨ªdos: pobres, marginadas, apaleadas, rondadoras de los senderos nocturnos, casi siempre dedicadas al trabajo sexual. El estereotipo est¨¢ cambiando, pero esos seres rotos, bondadosos y dolientes son los que conoci¨® Alana S. Portero en su juventud en el barrio obrero de San Blas y en las callejuelas rec¨®nditas del centro de Madrid. ¡°Para m¨ª siempre fueron un ejemplo de dignidad¡±, explica la autora, nacida en la capital en 1978. Su novela La mala costumbre (Seix Barral), que ya tiene contratadas 11 traducciones (se habl¨® mucho de ella en la pasada Feria de Fr¨¢ncfort), trata sobre descubrirse trans y no saber muy bien qu¨¦ hacer y qu¨¦ sentir al respecto, qu¨¦ hacer con el coraz¨®n en ese caso, pero tambi¨¦n sobre la clase obrera perif¨¦rica y menguante. Y sobre esa ciudad hermosa y horrenda que es Madrid.
¡°Esas mujeres trans que fui conociendo durante mi vida, y que fueron referentes para m¨ª, estuvieron siempre marginalizadas, casi siempre dedicadas al trabajo sexual. Siempre fueron las peor tratadas, por ejemplo, en la Ley de Peligrosidad Social [una ley franquista que no se derog¨® completamente hasta 1995]. Cuando lleg¨® la amnist¨ªa de la Transici¨®n, salieron los presos pol¨ªticos a la calle, pero ellas se quedaron dentro¡±, cuenta Portero. En su novela, trenzada con algunos mimbres de realidad autobiogr¨¢fica, aunque no solo, van apareciendo una retah¨ªla de personajes que van guiando el camino de la protagonista, alguien que, desde su infancia en la triste periferia de los trabajadores, va descubriendo su identidad como mujer trans en un mundo que no est¨¢ preparado para recibirla. Todo envuelto en un ambiente de costumbrismo m¨¢gico que transforma la realidad cotidiana en algo po¨¦tico. El hallazgo que surge en lo m¨¢s peque?o.

La historia se estructura en torno a elementos del viaje del h¨¦roe que teoriz¨® el mit¨®logo Joseph Campbell y por el que han transitado los h¨¦roes de los relatos desde Gilgamesh a Luke Skywalker, tambi¨¦n con elementos de la ¨¦pica griega (se compone de 27 cantos): cuando surgen las dificultades aparece una figura oracular, se da una revelaci¨®n y contin¨²a el viaje. Como en el camino de todo h¨¦roe, aunque aqu¨ª deber¨ªamos hablar de hero¨ªna, hay un regreso al hogar, tras sufrir una transformaci¨®n. Ya nunca volver¨¢ a ser la misma. El camino no es f¨¢cil, y los citados referentes, arrojados al arc¨¦n de la existencia, no presentan un futuro muy halag¨¹e?o al que decide seguirlo. ¡°Es fr¨ªvolo y rid¨ªculo decir que la gente transiciona por capricho¡±, explica Portero, ¡°quien dice esas cosas es que no ha hablado ni diez minutos con una persona trans¡±.
En la novela se transluce, como en su obra po¨¦tica anterior, su gusto por lo g¨®tico, por lo rom¨¢ntico, por lo legendario y lo mitol¨®gico, tambi¨¦n su formaci¨®n como medievalista. ¡°Alguien que no encuentra referentes puede acabar tirando por la magia y los mitos. Adem¨¢s, ese mundo est¨¢ lleno de elementos de transformaci¨®n, de personajes que cambian su aspecto y se convierten en animales o semidiosas¡ Eso, claro est¨¢, me apelaba¡±, explica. Esas brumas le atrajeron desde ni?a, y ya de joven, tras la lectura de los poetas rom¨¢nticos, se integr¨® en la subcultura g¨®tica, sus m¨²sicas, atuendos, literaturas y clubes nocturnos, que entonces bull¨ªan en Madrid, y que se describen en el texto. Era ah¨ª, en ese lado l¨¢nguido, sensible y oscuro, donde la autora (y el personaje) mejor pod¨ªa desplegar su ambig¨¹edad: es lo com¨²n en ese contexto social, tanto en lo relacionado con el aspecto f¨ªsico como con las facetas sexuales o, digamos, espirituales. Es otra forma de estar en el mundo.
¡°No es raro que las personas trans que se refugien en lo g¨®tico¨D confirma la autora¨D. En aquella ¨¦poca era el lugar perfecto para los experimentos de g¨¦nero, ah¨ª estaban permitidas cosas que en cualquier otro lugar estaban condenad¨ªsimas¡±. No solo eso, hilvanada en el texto tambi¨¦n se encuentra una nutrida gu¨ªa de la cultura pop asociada a lo LGTBI, de Madonna a David Bowie, de Boy George a Terenci Moix. ¡°Para m¨ª la cultura pop fue un santoral, figuras a las que me encomendaba de alguna manera, y eso azuzaba mis ganas de crear¡±, dice Portero, ¡°era, adem¨¢s, hacer mi propia mitolog¨ªa contempor¨¢nea¡±.
Lo trans en el barrio obrero
Cuando la hero¨ªna de esta historia vuelve transformada a San Blas, San Blas (¡°ese lugar que construy¨® el franquismo para estabular a la clase trabajadora¡±) tambi¨¦n ha cambiado. ¡°Este barrio obrero era un lugar duro para vivir, pero hab¨ªa un tejido vecinal que se reflejaba en lo pol¨ªtico: las asociaciones vecinales en los a?os 70 y 80 eran potent¨ªsimas. Para bien o para mal, las vecinas se conoc¨ªan y estaban pendientes unas de otras. Eso se ha perdido por completo con los nuevos modos de vida¡±, dice la autora. Se han dado en los ¨²ltimos tiempos, adem¨¢s, debates en el seno de la izquierda sobre si es compatible la raigambre obrera y la lucha por las condiciones materiales con las nuevas luchas, llamadas identitarias, en donde se incluye la cuesti¨®n trans.
En la obra de Portero no parece haber dilema ni contradicci¨®n entre identidades, entre lo obrero y lo trans, ni entre preocuparse por los retos que acarrea ser cada una de esas cosas. ¡°Estas pol¨¦micas son importadas de la iglesia evang¨¦lica estadounidense y aqu¨ª han sido compradas por una parte izquierda¡±, dice Portero. ¡°Se piensa que es una amenaza para la figura del obrero de mono azul y cara manchada de grasa, pero una puede ser obrera de muchas maneras. Esa pol¨¦mica me parece una imbecilidad, pero ha conseguido desplazar el marco y ahora estamos viendo c¨®mo la ultraderecha se ha venido muy arriba. Hasta difunden las teor¨ªas absurdas como los chemtrails [estelas qu¨ªmicas]¡±.
Sectores del feminismo tradicional tambi¨¦n se han levantado contra ciertos aspectos de la Ley Trans, como la autodeterminaci¨®n de g¨¦nero, y los m¨¢s extremos han impugnado lo trans en general. Son corrientes, se?ala Portero, que existen desde los a?os 70 y han ido apareciendo y desapareciendo, resurgiendo con las olas conservadoras. ¡°Yo puedo entender que haya dudas, y creo que se puede hablar de todo, pero la violencia que se ha empleado en este sentido es injust¨ªsima¡±, dice la novelista, ¡°Puedo entender incluso que desde la intolerancia no quieran saber nada de nosotras¡ pero la violencia es intolerable. No se puede erradicar a un grupo de personas¡±. Observa la autora una regresi¨®n en muchos aspectos en los que se hab¨ªa conseguido cierto consenso y aceptaci¨®n, un retroceso a tiempos peores, aunque no tanto en su vida personal, en el ambiente que la rodea, en su barrio, en los bares, en el mercado, como en las redes sociales y en el debate p¨²blico. ¡°Las redes sociales no son un retrato fiel de lo que pasa fuera, creo que el mundo es un lugar mejor que ese retrato deformado¡±.
?Y Madrid? ¡°He tratado de contar Madrid, esta ciudad sin la grandilocuencia de otras capitales, lo m¨¢s bonito que pod¨ªa contarla. Soy muy madrile?a, y estoy muy orgullosa, me da mucha pena en lo que se est¨¢ convirtiendo la ciudad, en lo que se ha convertido ya: una ciudad gentrificada en la que te animan a consumir todo el rato y que excluye a gente todo el rato¡±, concluye la autora.
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