El cerebro humano es una m¨¢quina que se alimenta de cuentos
El escritor brit¨¢nico Will Storr analiza el papel de las narraciones en la historia de la humanidad, desde las tragedias griegas a las series pasando por la literatura, el cine, la publicidad y hasta el relato pol¨ªtico
Dicen que en las novelas la vida tiene sentido, pero que en la realidad no lo tiene. El mundo es ca¨®tico, en gran medida imprevisible e imperceptible, y la vida, como suele decirse, es aquello que ocurre mientras hacemos otros planes. Para crear cierto orden y dotar de sentido est¨¢ el cerebro. Pero esa masa gris¨¢cea de kilo y medio de peso no es una m¨¢quina de procesamiento l¨®gico-matem¨¢tico, como un ordenador, sino un procesador de narraciones. A nuestro cerebro le gusta que le cuenten cuentos para entender el mundo y, sobre esa base, se ha edificado principalmente la historia de la literatura y la ficci¨®n en general.
Lo explica el escritor brit¨¢nico Will Storr en su ensayo La ciencia de contar historias (Capit¨¢n Swing), en el que ahonda, bas¨¢ndose en la psicolog¨ªa, la neurociencia y el an¨¢lisis de las narraciones ¨Ddesde las tragedias griegas o los novelones rusos hasta las series televisivas¨D, en c¨®mo el cerebro se nutre de los relatos, engarzando causas y efectos, para su correcto funcionamiento. Para comprender a las otras personas, para ponernos en su lugar, tambi¨¦n es preciso que creemos narrativas sobre lo que esas personas piensan y que nos resulta inalcanzable: el cerebro tambi¨¦n elabora modelos sobre la mente de los dem¨¢s (al menos en el caso de que conf¨ªe en que no son actores como sucede en El show de Truman). ¡°Hemos evolucionado para experimentar el mundo en forma narrativa. Esto se debe, en parte, a que la realidad es demasiado compleja para que la entendamos. La narrativa lo simplifica todo. Tambi¨¦n nos motiva para levantarnos de la cama cada ma?ana y superar obst¨¢culos y enemigos¡±, explica.
Tendemos a creer ¡®hechos¡¯ que halagan la historia heroica que al cerebro le gusta contar sobre nosotros y nuestras tribus, en lugar de la verdadWill Storr, autor del ensayo 'La ciencia de contar historias'
Storr describe algunas de las formas en las que este funcionamiento nos afecta, haci¨¦ndonos a veces un poco delirantes. ¡°Tendemos a creer hechos que halagan la historia heroica que al cerebro le gusta contar sobre nosotros y nuestras tribus, en lugar de la verdad ¨Dse?ala el autor¨D. Tambi¨¦n nos hace irracionales acerca de otras personas. Al cerebro narrador le gusta dividir el mundo en h¨¦roes y villanos¡±. Esta gran simplificaci¨®n hace com¨²n que veamos a las personas en el lado opuesto del espectro pol¨ªtico como enemigos o, directamente, como malas personas. En realidad, son personas que utilizan otros relatos para explicarse c¨®mo funciona el mundo, relatos con los que nosotros no comulgamos. As¨ª, es normal que nos cueste cambiar de opini¨®n, porque esos cambios pueden dinamitar los pilares de las narrativas que sostienen nuestra existencia: nos caemos al vac¨ªo.
Narraciones por doquier
Las narraciones est¨¢n por todas partes, no solo en las novelas y las pel¨ªculas, sino en la publicidad, en las historias empresariales, en las tribunas de los parlamentos o en las p¨¢ginas de este y otros peri¨®dicos. Numerosas compa?¨ªas recurren al storytelling con fines comerciales: la historia del abuelo que fund¨® la f¨¢brica de pasta en N¨¢poles o la del joven emprendedor californiano que inicia su viaje hacia el ¨¦xito en un garaje. En la pol¨ªtica se habla con frecuencia de la importancia de ganar ¡°la batalla del relato¡±, de imponer la propia versi¨®n de los hechos, los propios h¨¦roes y villanos. Hasta en el universo del cotilleo delirante de S¨¢lvame, asistimos a un continuo y alambicado relato que mantiene a no pocos espectadores pegados a las pantallas ¨Daunque su poder de atracci¨®n parece estar en declive¨D.
Se usa y abusa del relato de manera brutal, vivimos en una sociedad bombardeada por relatos que muchas veces se usan para fines perversosAntonio Rodr¨ªguez Almod¨®var, escritor e investigador
¡°Se usa y abusa del relato de manera brutal, vivimos en una sociedad bombardeada por relatos, que muchas veces se usan para fines perversos¡±, opina Antonio Rodr¨ªguez Almod¨®var, escritor e investigador del cuento de narraci¨®n oral. El experto denuncia la utilizaci¨®n de las narraciones para encumbrar h¨¦roes con pies de barro, para glorificar el ¨¦xito econ¨®mico como un objeto m¨¢gico o para justificar las guerras. Uno de los personajes paradigm¨¢ticos del cuento maravilloso es el h¨¦roe falso, que Rodr¨ªguez Almod¨®var identifica con Vlad¨ªmir Putin, que justifica la guerra ante la ciudadan¨ªa rusa mediante la tergiversaci¨®n del relato. ¡°Es un falso h¨¦roe para una falsa historia¡±, dice el escritor, ¡°es urgente llegar al pueblo ruso con la historia verdadera. No s¨¦ si el nuevo due?o de Twitter [por Elon Musk] podr¨¢ conseguirlo. Ojal¨¢. Es tan urgente como llevar alimentos y armas defensivas a Ucrania¡±.
Las historias son tambi¨¦n fundamentales en la vida cotidiana. ¡°La narrativa subjetiva es lo que nos gu¨ªa en cada decisi¨®n que tomamos¡±, explica Lisa Cron, especialista estadounidense en narratolog¨ªa y autora de numerosos libros en esa disciplina. Una vez que creemos algo, se convierte en parte de nuestra propia narrativa; se convierte, de manera inconsciente, en la lente invisible, el marco que usamos para leer el significado de las cosas. ¡°El significado no es inherente a la cosa en s¨ª, sino que es algo que leemos con respecto a nuestra narrativa, basados en lo que nuestra experiencia pasada nos ha ense?ado¡±, dice Cron.
Seg¨²n la ciencia, los sucesos de la vida se comprenden y se recuerdan mejor si van engarzados en esa historia que nos contamos todo el rato. El neuroeconomista Paul Zak ha se?alado que las historias generan oxitocina en el cerebro, una hormona que produce sensaciones agradables, aumenta la confianza y reduce el miedo social. Las neuronas espejo, adem¨¢s, cruciales para la empat¨ªa, nos permiten ponernos en el lugar de los protagonistas de los relatos, sufrir y alegrarnos con ellos, por eso lloramos o entramos en tensi¨®n cuando estamos sentados en la butaca del cine. Seg¨²n ha encontrado el Instituto del Cerebro de la Universidad del Sur de California, la lectura de historias provoca una respuesta universal en el cerebro, similar en cualquier ser humano, como si la capacidad de reaccionar a ellas formara parte de nuestra naturaleza m¨¢s fundamental.
La f¨®rmula secreta de los cuentos
¡°Tanto las sociedades como las mentes individuales desarrollan el pensamiento simb¨®lico gracias a las narraciones, a trav¨¦s de los cuentos, antes de llegar a pensamientos m¨¢s abstractos, como el filos¨®fico¡±, explica Rodr¨ªguez Almod¨®var. Los ancianos de la tribu explicaban el mundo mediante historias a los reci¨¦n llegados a la existencia, todos sentados alrededor de la hoguera, de igual manera que a los ni?os les explicamos el mundo cont¨¢ndoles cuentos, otorg¨¢ndoles un andamiaje mental para entender lo circundante. Pero estas narraciones tienen un doble significado. ¡°Todos los cuentos cuentan una historia, pero se refieren a otra¡±, dice el experto. A trav¨¦s de las moralejas de las f¨¢bulas adquirimos conocimiento sobre el mundo, m¨¢s all¨¢ de la peripecia concreta de una hormiga que es laboriosa o una cigarra que es holgazana.
La estructura de las narraciones parece anclada en lo m¨¢s profundo del cerebro, de la cultura humana, o de ambos. El formalista ruso Vlad¨ªmir Propp, en obras como La morfolog¨ªa del cuento, publicada en 1928, advirti¨® de que los cuentos maravillosos del folclore tienen hasta 31 funciones (no tienen por qu¨¦ cumplirlas todas), que sirven como elementos fundamentales de toda narraci¨®n. Por ejemplo, el h¨¦roe transgrede una prohibici¨®n, recibe un objeto m¨¢gico, entra en contacto con su antagonista, parte de su hogar o vuelve a casa. Con elementos como estos se construyen las historias fundamentales de la Historia, desde la epopeya de Gilgamesh a las pel¨ªculas de Hollywood, pasando por la Biblia, la Odisea o los cuentos populares.
El mit¨®logo Joseph Campbell tambi¨¦n encontr¨® una estructura subyacente en las historias, sobre todo en las mitol¨®gicas, como describi¨® en su c¨¦lebre obra El h¨¦roe de las mil caras, escrita en 1949 y recientemente reeditada en espa?ol por Atalanta. Ese monomito, que incluye momentos como la partida, la iniciaci¨®n, la culminaci¨®n o el regreso, sirvi¨® de inspiraci¨®n declarada al cineasta George Lucas para la creaci¨®n de la trama primigenia de Star Wars. El ¨¦xito fue rotundo, como si Lucas hubiera tocado una tecla enterrada muy profundamente en la cultura humana: a d¨ªa de hoy, en solo cuatro d¨¦cadas, la saga de Star Wars se ha convertido en un relato intemporal, una mitolog¨ªa contempor¨¢nea con millones de seguidores irredentos.
Campbell, a su vez, tom¨® inspiraci¨®n de los arquetipos del psic¨®logo Carl Gustav Jung, disc¨ªpulo de Freud: son im¨¢genes que, poblando el inconsciente colectivo de la humanidad, aparecen en diferentes culturas y en los sue?os de personas de todo tiempo y lugar. La madre, el creador, el guerrero, el buf¨®n, el h¨¦roe, representan estructuras psicol¨®gicas profundas. Las grandes historias, las que mejor funcionan y nos definen, son una combinaci¨®n recurrente de los mismos mimbres.
Babelia
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