Otro paso ganado
El proyecto en el que est¨¢ trabajando Andr¨¦s Trapiello es descomunal y, como todo lo monumental en este pa¨ªs, apenas tiene el eco que merece
Pues se?or, este es ya el n¨²mero veinticuatro. Cada volumen suele tener unas quinientas p¨¢ginas, de modo que llevamos ya doce mil, mucho m¨¢s que Proust. Y eso que no se ha acabado, Dios no lo quiera, porque el libro del que forma parte como cap¨ªtulo n¨²mero veinticuatro durar¨¢ lo que le dure la respiraci¨®n a Andr¨¦s Trapiello. Si llega un d¨ªa en que deja de respirar, Dios lo impida, pues se habr¨¢ terminado la novela llamada Sal¨®n de pasos perdidos.
Porque es una novela. Desmesurada, pero novela. Y aunque, seg¨²n cuenta en la p¨¢gina 112, algunos amigos suyos verdaderos o fingidos le han recomendado que lo deje ya, ¨¦l razona con mucha lucidez por qu¨¦ no va a dejarlo y por qu¨¦ va a seguir mientras el cuerpo aguante. Dado que los lectores aguantan y aunque sean escasos, no hay raz¨®n para ser ¨¦l mismo su peor lector.
A mi modo de ver este es un proyecto descomunal y como todo lo monumental en este pa¨ªs apenas tiene el eco que merece. Veamos, estamos hablando de una novela que es, necesariamente, la vida de su autor, como lo es la Recherche de Proust, y quienes la seguimos lo hacemos por la misma raz¨®n por la que leemos al franc¨¦s, a saber, una prosa impecable, inteligente, ir¨®nica, en coloquio con el lector y mediante la cual nos cuenta las cosas que ve o le pasan.
Naturalmente no lo leemos por saber qu¨¦ le pasa a Trapiello ni si ha comprado jam¨®n york o de bellota, que es algo totalmente trivial, sino por o¨ªr c¨®mo suena el espa?ol cuando lo ta?e un gran instrumentista. De modo que da lo mismo si nos cuenta una lectura en Bruselas, con un director de instituto casi dickensiano, paginas c¨®micas que no desmerecen las de Baudelaire en su Pauvre Belgique!, o si lo que cuenta es la muerte de Delibes que viene casi a seguido y muestra una emoci¨®n y un cari?o entra?ables.
No es el transcurso vital de Trapiello el argumento de esta novela sino ella misma. Leemos su novela porque nos interesa su novela. Y eso es algo de lo que muy pocas novelas pueden sentirse orgullosas. Que la prosa misma sea la protagonista es en verdad una rareza. Casi todo lo que hoy se publica busca interesar al lector por un asunto convulso, sea un sufrimiento, una operaci¨®n a vida y muerte, una pareja t¨®xica, una aventura desbocada. Trapiello nos cuenta la vida humilde de un escritor sustancialmente normal, y todo aquello que le rodea.
Uno de sus maestros, Azor¨ªn, fue sobresaliente en la descripci¨®n de lo humilde y lo obsoleto. Como si fuera un pintor flamenco, igual figura una calle del viejo Le¨®n entre palacios, que una caba?a agr¨ªcola en Levante o un puchero desportillado. El lector se queda fascinado por esa prosa cristalina, de una pureza ins¨®lita capaz de contar todo lo grande y lo peque?o, ¡°Who sees with equal eye, as God of all,/ A hero perish, or a sparrow fall¡±. Algo as¨ª sucede en las memorias de Trapiello, pero ahora me percato de que he escrito ¡°memorias¡± y no lo son. Son, desde luego, asuntos que ¨¦l ha conocido personalmente, pero no forman parte de su biograf¨ªa porque su vida es de lo m¨¢s escueto: sentarse a la mesa para escribir a todas horas, todos los d¨ªas, a?o tras a?o.
Esta es la raz¨®n por la que el volumen, titulado ?ramos otros, no se pueda comprar en librer¨ªa. Hay que encargarlo directamente a Trapiello en su direcci¨®n de internet. Se trata de una lectura para poca y muy escogida gente. No merece la pena meterla en los enormes desaguaderos que alimentan el pantano de la actualidad. Hay que pescarlo en un peque?o arroyo truchero que fluye escondido entre pe?as y abrojos, por decirlo como Azor¨ªn.
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