El Museo del Barrio de Nueva York, el mayor latino de EE UU, se reinventa con una nueva colecci¨®n permanente
La instituci¨®n exhibe 500 obras, incluidas m¨¢s de cien adquisiciones desde 2000 y encargos a artistas, con una apuesta por la diversidad y contra el relato dominante
Si hay un museo en Nueva York que sea un contenedor de conceptos, propuestas y reivindicaciones pol¨ªticas, no es otro que el Museo del Barrio, llamado as¨ª, en castellano, pese a hallarse en Manhattan, al norte de la llamada milla de los museos. Ligado en sus or¨ªgenes a la di¨¢spora puertorrique?a de la ciudad, en su doble condici¨®n de ciudadanos e inmigrantes, el Museo del Barrio recupera impulso tras la pandemia con la presentaci¨®n m¨¢s ambiciosa en m¨¢s de dos d¨¦cadas de su colecci¨®n permanente: una muestra llamada, en espanglish, Something Beautiful: Reframing La Colecci¨®n (Algo hermoso: Reencuadrando la colecci¨®n).
La pandemia lastr¨® la actividad y la difusi¨®n del museo, que ya llevaba un a?o cerrado cuando se abati¨® el coronavirus en 2020. Ahora, por primera vez en su g¨¦nero -es el museo latino m¨¢s importante de EE UU-, la exposici¨®n presenta 500 obras de arte, incluidas m¨¢s de cien nuevas adquisiciones desde 2000 y encargos a artistas, a trav¨¦s de exposiciones rotativas a lo largo de un a?o. Dividida en ocho secciones tem¨¢ticas y siete presentaciones de artistas, Something Beautiful hace hincapi¨¦ en los artistas ind¨ªgenas y no ind¨ªgenas, las mujeres y la diversidad casi inabarcable de la experiencia latina. Como recordaba Patrick Charpenel, director del museo, en un recorrido por las instalaciones el pasado jueves, el Museo del Barrio es m¨¢s que una galer¨ªa o una pinacoteca: tiene una marcada dimensi¨®n pol¨ªtica, militante y activista.
Desde vasijas y ¨²tiles rituales ta¨ªnos y otros atribuidos al grupo siboney con una antig¨¹edad de varios siglos, hasta las m¨¢s rabiosas expresiones cuir, el Museo del Barrio es un paseo por las ra¨ªces al sol -tan a¨¦reas como pujantes- de generaciones de creadores latinos (latinxs, en la graf¨ªa y denominaci¨®n inclusivas del museo). Desde que en 1971 recibiera la primera gran donaci¨®n de importancia, un portfolio de autores puertorrique?os con vocaci¨®n de artistas sociales llamado La estampa puertorrique?a, el grabado y el car¨¢cter social han impreso el devenir del museo, y hoy los grabados son un ¨¢rea central de la colecci¨®n permanente.
Junto a cl¨¢sicos como Rafael Tufi?o, nacido en Brooklyn y retornado a San Juan, donde muri¨® en 2008, a quien se conoce como el pintor del pueblo, de quien el museo expone el precioso retrato de una Lavandera, al contempor¨¢neo David Antonio Cruz, autor de una expresiva Piet¨¤ puertorrique?a, la colecci¨®n permanente incluye grabados, muestras textiles, arte cin¨¦tico o en movimiento y fotograf¨ªas, como las sensuales y surreales series Photopoems y Acting as Behavior del conocido artista Papo Colo, que perge?¨® el concepto de ¡°identidad cero¡± para liberarse de la carga de especificidad, la etnicidad y la cultura, tambi¨¦n para reformular la propia masculinidad.
El Museo del Barrio no concede una visita risue?a y amable, f¨¢cil en suma, como la de otros museos cercanos (el Metropolitan, el Museo Jud¨ªo o la Colecci¨®n Frick). ¡°Esta colecci¨®n no entra en el canon de lo que coleccionan y presentan tradicionalmente los museos en Nueva York y en todo EE UU¡±, explica el mexicano Charpenel, ¡°y por eso queremos tratar de contar una historia que no se ha contado. Y es muy grave que hasta ahorita [no] le estemos dando visibilidad porque la historia cultural de EE UU ha sido muy mal contada, desde un canon euroc¨¦ntrico, occidental. Pero EE UU es un pa¨ªs muy diverso, de hecho pocos lo saben pero Queens [un condado de la ciudad de Nueva York] es la zona con mayor diversidad cultural del mundo¡±. Entre otros rasgos del car¨¢cter de Queens, figura la habitual celebraci¨®n de la Santa Muerte o una inacabable oferta gastron¨®mica latina.
Por eso, subraya Charpenel, el Museo del Barrio quiere ser ¡°una de esas instituciones que habla de la diversidad, porque somos la colecci¨®n latinx m¨¢s representativa y m¨¢s importante de EE UU y queremos abrir una serie de conversaciones sobre arte, sobre diversidad, y sobre representaci¨®n cultural en EE UU¡±, resume el director como uno de los objetivos de esta exposici¨®n.
Charpenel es consciente de que el Museo del Barrio interpela a un p¨²blico distinto del que habitualmente visita la milla de los museos, y eso tal vez explique su reducida afluencia, ¡°pero quisi¨¦ramos que llegara a todos, por eso hablo mucho de abrir una conversaci¨®n¡ con otros museos, con acad¨¦micos, una conversaci¨®n que resalte la importancia de la diversidad, de una producci¨®n cultural que lleva muchos siglos aqu¨ª, pero que no ha sido incluida en los relatos, en el canon de lo que supuestamente es el arte de EE UU¡±.
Tampoco, por su especificidad, desea limitarse a la comunidad latina como ¨²nico p¨²blico potencial, o mayoritario. Durante el cierre pand¨¦mico, recuerda el director, ¡°emprendimos la acci¨®n no solamente de incrementar a una velocidad importante la colecci¨®n, varias de las mejores piezas de la colecci¨®n son incorporaciones recientes, lo m¨¢s importante es que emprendimos un proyecto de investigaci¨®n para cuestionar la forma en que hab¨ªa sido reestructurada hist¨®ricamente la colecci¨®n en los a?os previos, para conectarla m¨¢s con su ra¨ªz, con el barrio, con su ra¨ªz pol¨ªtica y activista, su ra¨ªz cultural. Nuestro prop¨®sito fue acercarla mucho m¨¢s a lo que es, a la identidad de una comunidad que ha sido hist¨®ricamente marginada, excluida de las grandes instituciones culturales de EE UU¡±.
En una visita anterior al Museo del Barrio, a¨²n cerrado por la pandemia, una impresionante serie de fotograf¨ªas sobre la frontera ocupaba un lugar destacado en una de las galer¨ªas, frente al trabajo de otros artistas que exploraban los feminicidios como motivo de inspiraci¨®n y denuncia. Charpenel asume que el museo es tambi¨¦n un documento de actualidad, abierto ¡°a la exclusi¨®n, la marginaci¨®n, que son nuestros temas naturales¡, lo cuir, todo lo que tenga que ver con diversificar la experiencia cultural de los EE UU, es decir, con todas esas cosas que han sido hist¨®ricamente invisibilizadas. El prop¨®sito de esta instituci¨®n es descolonizar esos relatos dominantes¡±.
Como sosten¨ªa en una entrevista con este diario el escritor Suketu Mehta, que se crio precisamente en el barrio al que alude Charpenel, el gran miedo del trumpismo es que EE UU deje de ser un pa¨ªs blanco en una generaci¨®n, tambi¨¦n que deje de hablar en ingl¨¦s, como si la del castellano no fuera ya una realidad incontestable y casi hegem¨®nica. De la mano del idioma, tambi¨¦n del espanglish, las culturas de la Am¨¦rica Latina avanzan en la forja de la gran cultura estadounidense.
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