Antonio Gala, v¨ªctima de su personaje
El escritor, fallecido este domingo a los 92 a?os, fue desde joven un personaje controvertido: su sentido del humor mordaz, c¨¢ustico, ingenioso, tronchante le cost¨® alg¨²n encontronazo con amigos y un abismo a¨²n mayor con enemigos
Unas veces dec¨ªa que ¨¦l no coleccionaba bastones, que el asunto es que coleccionaba amigos que regalaban bastones. Otras apuntaba que ¨¦l no llevaba bastones por est¨¦tica, sino por est¨¢tica. El hecho real es que el bast¨®n lo empez¨® a llevar por un peque?o esguince del tobillo, cuyas molestias s¨®lo duraron un mes, pero descubri¨® que llevar bast¨®n era maravilloso porque por fin sab¨ªa qu¨¦ hacer con las manos cuando paseaba, cuando charlaba o le entrevistaban. Pero se daba la circunstancia de que el bast¨®n tambi¨¦n pertenec¨ªa al atuendo de un personaje que ¨¦l mismo hab¨ªa creado para exhibir y del que siempre fue v¨ªctima y verdugo. Y lo exhib¨ªa a todas horas, salvo que los que le rodeaban no supieran qui¨¦n era Antonio Gala, fallecido este domingo a los 92 a?os.
De ah¨ª que cuando viajaba al extranjero, nada m¨¢s bajar del avi¨®n se deshac¨ªa de su bast¨®n, de sus andares de paso corto y delicado, de sus cadencias en la forma de hablar tan particular, entre melodiosa y cursi, entre po¨¦tica y afeminada, y se convert¨ªa en un ser ¨¢gil, divertido, de largos silencios, al tiempo que desbordante parlanch¨ªn al que gustaba contar lo que tuviera que ver con la historia de all¨ª donde estuviera, lo que pon¨ªa de manifiesto, sin engolamientos, su vasta cultura sobre los temas m¨¢s diversos. Y su sentido del humor mordaz, c¨¢ustico, ingenioso, tronchante, que a veces le cost¨® alg¨²n encontronazo con amigos y un abismo a¨²n mayor con enemigos. Una cultura que adquiri¨® no s¨®lo por su permanente curiosidad por todo, sino tambi¨¦n porque pas¨® un largo periodo en un convento donde le¨ªa compulsivamente, sobre todo libros de historia de las m¨¢s diversas civilizaciones. Ello ocurri¨® no por vocaci¨®n religiosa, sino porque haciendo la mili sus superiores le pillaron in fraganti con otro soldado y, como salida digna para eludir un consejo de guerra, le ofrecieron a su padre ingresarle en un convento de frailes.
?l fue el primero en darse cuenta de que su teatro fue perdiendo fuerza con los a?os y los seguidores de sus primeros textos dram¨¢ticos, un¨¢nimemente aplaudidos entre los entendidos, se alejaban de sus propuestas, a las que se achacaba que se iban quedando antiguas y con un nivel de calidad inferior a lo que se pod¨ªa encontrar en el mercado. Las nuevas generaciones que emanaban del teatro independiente estaban muy lejos de su teatro, y las producciones de calidad adscritas a la cartelera tradicional en los a?os setenta tambi¨¦n empezaron a darle la espalda. Eso influy¨® mucho a la hora de dar un paso decidido a la narrativa, que inici¨® con El manuscrito carmes¨ª, al que siguieron otros muchos t¨ªtulos, algunos llevados al cine con desigual ¨¦xito, entre otras cosas porque el propio Gala no dudaba en cargarse p¨²blicamente una pel¨ªcula basada en una novela suya, si algo no le hab¨ªa gustado, como ocurri¨® con La pasi¨®n turca.
De ah¨ª el miedo del director Pedro Olea cuando invit¨® al primer pase privado del filme M¨¢s all¨¢ del jard¨ªn a Antonio Gala, al que hab¨ªa prohibido asistir al rodaje. ¡°Menudo alivio cuando dijo: ¡®No s¨¦ si es mi novela, pero es una gran pel¨ªcula¡±, dice Olea nada m¨¢s enterarse de la muerte del escritor, al que estos a?os ha ido a visitar a la Fundaci¨®n Antonio Gala de C¨®rdoba, donde ha pasado su ¨²ltimo y triste periodo de vida. ¡°Hicimos una gran amistad y nos re¨ªamos mucho, sobre todo de cosas que no puedo contar¡±, concluye entre risas picaronas el director vasco.
Otro de sus grandes amigos durante varias d¨¦cadas, al igual que el pintor Jos¨¦ Agost, fue ?ndr¨¦s Pel¨¢ez, director durante d¨¦cadas del Museo Nacional del Teatro, quien se ha mostrado especialmente triste por la noticia de la desaparici¨®n del escritor: ¡°Despu¨¦s de tantos a?os y tantos amigos, ha muerto absolutamente solo¡ y sobre todo rodeado de personas que no hicieron ning¨²n bien por ¨¦l¡±. Una de sus grandes penas fue no haber sido elegido nunca acad¨¦mico de la Real Academia Espa?ola.
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