Dionisia Garc¨ªa, la poeta de 94 a?os que sigue escribiendo versos y ganando premios
Su obra ¡®Clamor en la memoria¡¯, un homenaje a su vida en compa?¨ªa del marido, recientemente fallecido, ha sido galardonado con el Nacional de la Cr¨ªtica
¡°Algunas noches, antes de dormir, le digo: ?Salvador, por qu¨¦ no vienes? ?Por qu¨¦ no vienes y me dices algo? Pero solo hay silencio¡±, dice Dionisia Garc¨ªa. Salvador Montesinos era su marido, que falleci¨® el 21 de enero de 2021 (Dionisia recita la fecha con una solemnidad dolorosa) y desde entonces permanece callado. Ella cree que ese silencio viene de otro lugar que desconocemos, otro lugar donde Salvador vive ahora. ¡°Soy creyente: no puede ser que pasemos un rato por aqu¨ª y luego ya no haya nada¡±.
La poeta de 94 a?os escribi¨® un libro al recuerdo de las largas d¨¦cadas que vivi¨® con su marido, al que conoci¨® en tiempos universitarios, y con el que tuvo cuatro hijos. Todav¨ªa se dec¨ªan ¡°te quiero¡±. El poemario, titulado Clamor en la memoria (Renacimiento), ha sido distinguido este a?o con el Premio Nacional de la Cr¨ªtica en la modalidad de poes¨ªa. Era un libro que necesitaba escribir para llenar del alg¨²n modo la ausencia de quien siempre estuvo ah¨ª, el que fue amante, amigo y apoyo, la persona con quien compart¨ªa las lecturas y el sentido del humor. Ten¨ªan mucho en com¨²n: Salvador nunca conoci¨® a su madre, Dionisia perdi¨® a la suya a los dos a?os. ¡°La sombra que me ha dejado no se va a ir nunca¡±, lamenta. A su longeva edad, Garc¨ªa sigue manteniendo una envidiable lucidez y perge?ando nuevos proyectos literarios, nuevos poemarios, tal vez una novela. ¡°La poes¨ªa surge de la vida, para escribir poes¨ªa hay que vivir¡±, dice.
No es una principiante: tiene una nutrida trayectoria de poemarios, relatos y aforismos. Naci¨® en la localidad albacete?a de Fuente ?lamo, en 1929, donde empez¨® de ni?a escribiendo obras teatrales para representar en los patios, sac¨® el bachiller en Albacete, se licenci¨® en Filolog¨ªa Hisp¨¢nica en Murcia y all¨ª hizo familia y carrera literaria: se dice que en esta ciudad todo el mundo la quiere. Hasta tiene una calle (y otra en su pueblo natal) y un premio de poes¨ªa con su nombre. Es toda una instituci¨®n en el panorama cultural de la urbe, que tambi¨¦n re¨²ne a otros poetas de renombre como Eloy S¨¢nchez Rosillo o Gin¨¦s Aniorte.
Eso s¨ª, debut¨® tarde, con 47 a?os, en 1976, con El vaho en los espejos. Es porque es muy perfeccionista. ¡°Soy muy obsesiva con la correcci¨®n. Creo que cuando ponemos algo en la mesa del mundo es para que las personas se acerquen, y debemos tener cuidado, no hacer cualquier cosa, sino aquello que sale, m¨¢s que del coraz¨®n, del alma¡±, apunta. Recibe a muchos j¨®venes poetas a los que da consejo (¡°les ayudo, porque tambi¨¦n me ayudaron a m¨ª¡±), y su principal sugerencia es que no se den prisa. De la poes¨ªa de Garc¨ªa se ha destacado, precisamente, la luminosa serenidad, y eso que ella se tiene por una mujer nerviosa que se ha ido domando. Salvador siempre le dec¨ªa que, ante cualquier atisbo de ansiedad, se repitiera la frase ¡°No pasa nada¡±, que ella ha tomado casi como un lema.
Lo cuenta en una estancia de su casa de 200 metros cuadrados, en una calle c¨¦ntrica, llena de recuerdos, muebles con solera, cuadros de artistas amigos y hasta una colecci¨®n de quinqu¨¦s. ?lbumes de fotos que muestra con nostalgia al visitante. Antes viv¨ªan aqu¨ª hasta nueve personas, contando hijos y abuelos, ahora permanece la poeta, que pasa el tiempo entre visitas, tertulias, lecturas y el cultivo de los recuerdos de una vida tan larga, porque la memoria tambi¨¦n se cultiva y se trabaja, y as¨ª da sus frutos. ¡°Me gusta estar aqu¨ª, recordando el ayer¡±, dice la poeta.
Por las paredes cuelgan retratos de otras ¨¦pocas, fotos con gentes de la cultura como Jorge Guill¨¦n (con el que tuvo fuerte amistad), Fernando Savater, Luis Antonio de Villena o Mar¨ªa Kodama. Su pasi¨®n por Borges tambi¨¦n la acredita un volumen en gran formato sobre el autor argentino que tiene sobre la mesa. Se considera nieta de la generaci¨®n del 98 y la del 27, la gran tradici¨®n espa?ola. ¡°Yo soy de la generaci¨®n del 50¡å, explica, ¡°de hecho, tuve gran amistad con Francisco Brines¡±. Su labor cultural no se limit¨® a la escritura: en 1979 cofund¨® la revista Tr¨¢nsito, que lleg¨® hasta 1983, y tambi¨¦n fue coeditora en Bergar, donde public¨® obra de Jos¨¦ ?ngel Valente, Jaime Siles o Mar¨ªa Zambrano. Otros de sus poemarios son El enga?o de los d¨ªas (Tusquets, 2006), Las palabras lo saben (Renacimiento, 1993), Imaginaciones y olvidos (Huerga y Fierro, 1997) o el reciente Mientras dura la luz (Renacimiento, 2021).
¡°Este es mi cobijo¡±, dice refiri¨¦ndose al estudio donde trabaja, completamente forrado de libros, sobre todo de poes¨ªa, tambi¨¦n de pensamiento (para Garc¨ªa la poes¨ªa y el ensayo son g¨¦neros emparentados por la necesidad de precisi¨®n), ordenados por editoriales o por procedencias: Murcia, Espa?a, Estados Unidos. Sobre la mesa hay papeles con poemas manuscritos con letra cuidada, como si se le fueran presentando m¨¢gicamente y ella tuviera que pillarlos al vuelo como se atrapa una mariposa. ¡°Los poemas se le presentan a una, pero una tiene que estar receptiva a los poemas y no distra¨ªda con otras cosas¡±, cuenta. El rapto po¨¦tico no admite entretenimientos mundanos. ¡°Estoy rompiendo muchos papeles ¨²ltimamente, poemas de mi primera ¨¦poca en los que ya no me reconozco¡±, explica antes de ofrecer ensaladilla y pollo con patatas como almuerzo. ¡°Tendremos que comer, ?no?¡±. Y as¨ª sucede, entre tantos objetos y recuerdos, y esa foto de una reuni¨®n navide?a con sus 15 nietos y bisnietos. Ahora, sin Salvador, ya no es lo mismo.
Alaba la vida cultural de la ciudad de Murcia, y cuenta que va a comenzar a asistir a una tertulia que, por deferencia, van a celebrar en la cafeter¨ªa debajo de su casa. ?C¨®mo es ser poeta desde la periferia, lejos de los grandes centros donde se representa la vida literaria? ¡°Yo creo que la poes¨ªa necesita silencio y reflexi¨®n, y creo que aqu¨ª hay menos ajetreo y distracciones que en las grandes ciudades¡±, explica.
Desde esa atalaya del tiempo a la que a¨²pa la edad avanzada, la poeta ve el mundo con extra?eza. Con la tecnolog¨ªa se maneja (prefiere Instagram a Facebook, dice), pero con razonables cautelas. ¡°No puede ser que la tecnolog¨ªa vaya m¨¢s r¨¢pida que las personas¡±, explica, ¡°creo que la tecnolog¨ªa y el ser humano tienen que ir a la par¡±. El hiperconsumo tambi¨¦n le parece condenable, sobre todo porque distrae de la espiritualidad y Garc¨ªa es una mujer con hondas creencias religiosas: la fe le hace ¡°tener confianza y esperanza¡±.
¡°Vivimos obnubilados con comprar cosas, con los grandes almacenas, pero incluso los m¨¢s ricos, cuando mueren, se van sin nada¡±, piensa. ¡°Este capitalismo exacerbado, ese deseo constante de comprar y poseer, nos distrae de la verdadera vida¡±, a?ade. De la cabeza est¨¢ bien, aunque le fastidia notablemente cuando se le olvida un dato o un vocablo no acaba de encontrar su camino en el cerebro. ¡°No me gusta nada, no me gusta nada cuando se me va una palabra¡ pero al final siempre aparece¡±.
Otro de los g¨¦neros que m¨¢s ha trabajado Garc¨ªa es el del aforismo, que recopila en el libro El pensamiento escondido (Renacimiento). Cuando se le pregunta qu¨¦ es un aforismo, da una respuesta que parece uno: ¡°Es una frase breve que deja al lector preparado para pensar¡±.
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