James Ivory, cineasta: ¡°He vivido mi homosexualidad sin miedo y sin culpa¡±
A punto de cumplir 95 a?os, el director estrena su primera pel¨ªcula desde 2009, un documental sobre un viaje de juventud a Afganist¨¢n que tambi¨¦n funciona como relato de su despertar er¨®tico
Tras un par de d¨¦cadas de relativo olvido, James Ivory (Berkeley, California, 94 a?os) protagoniza una especie de renacimiento. El Oscar al mejor guion adaptado en 2018 por Call Me By Your Name, el primero de su larga carrera, provoc¨® que una nueva generaci¨®n se acercase a su trabajo. ¡°Estos redescubrimientos han sucedido siempre, en todas las artes. La diferencia es que a m¨ª me pasa sin haber muerto todav¨ªa¡±, bromea el director desde su casa en Claverack, una mansi¨®n decimon¨®nica en el valle del r¨ªo Hudson, en el Estado de Nueva York. Al rev¨¦s, Ivory est¨¢ muy vivo. Adem¨¢s de sus memorias, Solid Ivory, publicadas hace algo m¨¢s de un a?o, se preparan dos documentales sobre su vida y su obra: Merchant Ivory, sobre su relaci¨®n con su productor, Ismail Merchant, e In Search of Love and Beauty, que contar¨¢ con las opiniones de los actores que convirti¨® en estrellas, como Hugh Grant, Emma Thompson o Helena Bonham Carter.
El cineasta se monta en la ola con el documental que ha codirigido con Giles Gardner, James Ivory, el largo viaje, que acaba de estrenar Filmin. En ¨¦l, visiona de nuevo las im¨¢genes filmadas durante el viaje que hizo a Afganist¨¢n a los 32 a?os para rodar una pel¨ªcula financiada por la familia Rockefeller, que nunca lleg¨® a montar. Regresar al a?o 1960 le permite relatar c¨®mo era el Kabul de la ¨¦poca, ¡°una ciudad de casas de barro, antes de la llegada de los sovi¨¦ticos, los estadounidenses y los talibanes¡±. Pero tambi¨¦n narrar su juventud en Oreg¨®n, su despertar sexual ¡ªen di¨¢logo con la historia homoer¨®tica del emperador mogol Babur, que tambi¨¦n fascin¨® a E. M. Forster, a quien Ivory ha llevado tres veces al cine¡ª y su encuentro con Merchant, punto de partida de una de las colaboraciones m¨¢s longevas de la historia del cine y de una relaci¨®n sentimental de cuatro d¨¦cadas. El documental funciona como un ep¨ªlogo a su larga trayectoria y parece responder a la voluntad de contar su versi¨®n de la historia con transparencia tras muchos a?os de medias verdades.
La vida de Ivory puede leerse como una historia de falos. Por lo menos, as¨ª la narra el propio director en su autobiograf¨ªa, en la que pasa revista a todos los miembros viriles con los que se ha topado. ¡°Bueno, no fueron tantos. Solo dos o tres¡¡±, sonr¨ªe. Sus p¨¢ginas lo desmienten. Est¨¢ el de su mejor amigo del colegio, que intent¨® introducirse en la boca sin rozar el interior de sus mejillas ¡°para evitar los g¨¦rmenes¡±. Est¨¢ ¡°el prepucio rosado y colgante¡± de otro, observado furtivamente en el gimnasio, que le recordaba ¡°a las antiguas estatuas de m¨¢rmol¡± de los manuales de arte griego. Est¨¢ ¡°la polla de aspecto pesado¡± de Ted, otro colega, ¡°de la variedad mangueras de jard¨ªn¡±. Y, por ¨²ltimo, tambi¨¦n ¡°la verga rosada que conjuntaba con las mejillas¡± del escritor Bruce Chatwin, con quien tuvo una aventura.
Asombra que Ivory, maestro del cine de ¨¦poca m¨¢s refinado, el del deseo amordazado y la sexualidad recatada de las eras victoriana y eduardiana, que no admiti¨® su idilio con Merchant hasta su muerte en 2005, se suelte de esta manera en la recta final de su vida. ¡°No me da verg¨¹enza. No quer¨ªa ser insincero ni callarme cosas¡±, responde. En realidad, sus pel¨ªculas no fueron tan reprimidas como se suele creer. Su debut, La joven pareja (1963), ya inclu¨ªa un personaje homosexual, igual que Autobiograf¨ªa de una princesa (1975), Las bostonianas (1984) o un cl¨¢sico del cine queer como Maurice (1987). ¡°Fui educado en el catolicismo, pero cuando lleg¨® el momento de elegir entre la religi¨®n y mi sexualidad, decid¨ª dejar la iglesia. No tengo envidia de los gays j¨®venes, porque yo tambi¨¦n experiment¨¦ mi deseo con libertad. He vivido mi sexualidad sin miedo y sin culpa¡±.
¡°Me enter¨¦ de que era adoptado en el patio del colegio. Fue culpa de las monjas, que eran unas tremendas cotillas¡±
Desde su infancia, Ivory entendi¨® que era un chico distinto, con habilidades para el dibujo y un inter¨¦s casi innato ¡°por el dise?o de interiores¡±. Mientras los otros ni?os quer¨ªan balones, ¨¦l pidi¨® a Pap¨¢ Noel una casa de mu?ecas, que se dedic¨® a decorar con esmero, como refleja el documental. Adem¨¢s, hab¨ªa sido adoptado por el due?o de un aserradero y su mujer. ¡°Me enter¨¦ en el patio del colegio. Fue culpa de las monjas, que eran unas tremendas cotillas y se lo hab¨ªan dicho a algunos ni?os¡±, recuerda. ¡°Fue un shock, pero lo super¨¦. Mis padres me quisieron locamente. Me dec¨ªan que, de todos los ni?os, me hab¨ªan escogido a m¨ª. Mi adopci¨®n dej¨® una marca en mi psique, pero no fue negativa¡±. ?Fue la sofisticaci¨®n de su cine una respuesta a la estrechez econ¨®mica de la Gran Depresi¨®n? ¡°Nosotros no ¨¦ramos pobres, aunque hubiera pobreza alrededor¡±, dice. ¡°Las pel¨ªculas de la ¨¦poca eran escapismo puro: filmes que transcurr¨ªan en lugares sofisticados, todo ese glamur de la MGM. Y eso s¨ª me influy¨®¡±.
Es curioso que un estadounidense de la costa oeste, un musulm¨¢n de Bombay como Merchant y una jud¨ªa alemana como Ruth Prawer Jhabvala, guionista de una veintena de sus pel¨ªculas, definieran el cine de ¨¦poca brit¨¢nico de finales del siglo XX. ?Ser extranjeros les benefici¨®? ¡°Probablemente. Fue una receta extra?a, s¨ª. Tal vez nos ayud¨® ser outsiders en un lugar como Inglaterra, tan reacio al cambio y tan marcado por la tradici¨®n¡±, dice. La pel¨ªcula de la que se siente m¨¢s orgulloso no forma parte de la gloriosa trilog¨ªa formada por Una habitaci¨®n con vistas (1985), Regreso a Howard¡¯s End (1992) y Lo que queda del d¨ªa (1993). ¡°No es la mejor, pero me gusta mucho la ¨²ltima que rod¨¦, La ciudad de tu destino final. Con ella llegu¨¦ al lugar al que siempre hab¨ªa querido llegar como director¡±.
¡°Si no hago pel¨ªculas no es porque no quiera, sino porque las aseguradoras no me dejan. Les da miedo que me muera a medio rodaje¡±
?Su pel¨ªcula m¨¢s infravalorada? ¡°Hubo tres: Esclavos de Nueva York [adaptaci¨®n del libro de Tama Janowitz], Jefferson en Par¨ªs y Sobrevivir a Picasso. La cr¨ªtica las destroz¨® y fueron fracasos de taquilla, pero a m¨ª me parecen muy buenas¡±. ?Cu¨¢l ser¨ªa la peor? ¡°Espero no sonar engre¨ªdo, pero me gustan todas mis pel¨ªculas¡±. ?Y qu¨¦ hubiera cambiado si hubiera dirigido Call Me By Your Name, como estaba previsto en un principio? ¡°Quitaron un par de escenas que me parec¨ªan importantes¡±, responde. Una de ellas hablaba de la llegada del sida, pero Luca Guadagnino la suprimi¨®, prefiriendo rodar un idilio en el sentido cl¨¢sico, ambientado en un jard¨ªn paradis¨ªaco, ¡°sin oposici¨®n ni contrariedad¡±. ¡°Pero Luca hizo un buen trabajo. La gente siempre sospecha que me disgusta esa pel¨ªcula, pero no es as¨ª. Me gust¨® mucho¡±, rectifica.
Cabe preguntarse por qu¨¦ no ha vuelto a dirigir desde 2009, estando en plena forma. ¡°La semana que viene cumplir¨¦ 95 a?os. La gente de mi edad no hace pel¨ªculas. Y no porque no quiera, sino porque las aseguradoras no me dejan. Les da miedo que me muera a medio rodaje¡±, asegura. Aun as¨ª, tiene un ¨²ltimo proyecto entre manos: la adaptaci¨®n televisiva de Para acabar con Eddy Bellegueule, el libro de ?douard Louis, que trasladar¨¢ la acci¨®n del norte de Francia al Oreg¨®n de su juventud. ¡°He escrito los dos primeros episodios y me gustar¨ªa dirigir alguno¡±, dice. En cambio, su proyecto de llevar al cine el Ricardo II de Shakespeare de la mano de Tom Hiddleston no ver¨¢ la luz. ¡°No pudimos reunir el dinero. Cre¨ª que en el Reino Unido habr¨ªa inter¨¦s, pero no lo hubo¡±, lamenta. ¡°Aunque creo que, si Ismail hubiera estado vivo, ya la habr¨ªamos rodado hace cinco a?os. ?l siempre lo consegu¨ªa todo. El problema es que ya no est¨¢¡±. Y entonces la conversaci¨®n se funde a negro, en todos los sentidos de la palabra.
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