Riccardo Muti: ¡°No me baso en lo pol¨ªticamente correcto, sino en la calidad¡±
El legendario director italiano hace balance del pasado, el presente y el futuro de la m¨²sica cl¨¢sica, tras sus conciertos de despedida como titular de la Sinf¨®nica de Chicago
Riccardo Muti (N¨¢poles, 81 a?os) es proverbialmente el ¡°¨²ltimo mohicano¡± de la direcci¨®n orquestal. Su sucesi¨®n al frente de la Sinf¨®nica de Chicago, tras George Solti, Daniel Barenboim, Bernard Haitink y Pierre Boulez, invita a hablar del final de una era. Vi¨¦ndole trabajar estos d¨ªas en el Orchestra Hall de Chicago, preparando sus ¨²ltimos conciertos como titular del conjunto con la Missa solemnis de Beethoven, era posible verificar su capacidad para trasformar el sonido de casi dos centenares de voces e instrumentos. Lo hac¨ªa combinando la m¨¢xima exigencia sobre el podio con un ambiente distendido en los descansos, donde baja al patio de butacas a charlar, comenta an¨¦cdotas o cuenta alg¨²n chiste.
Pero estos conciertos han puesto fin a 54 a?os como titular en una orquesta o un teatro de ¨®pera. Una trayectoria que inici¨®, en 1969, cuando fue nombrado director del Maggio Musicale de Florencia. Sigui¨® con la Philharmonia de Londres (donde sucedi¨® a Otto Klemperer, en 1973) y la Orquesta de Filadelfia (donde relev¨® a Eugene Ormandy, en 1980). Despu¨¦s se mantuvo 19 a?os como director musical de La Scala de Mil¨¢n. Y en 2010 se convirti¨® en el 10? director musical de la Sinf¨®nica de Chicago.
Han pasado 13 a?os y la orquesta de Illinois ha renovado su plantilla y ampliado su repertorio. Tambi¨¦n ha forjado una relaci¨®n muy especial con Muti, plasmada con su nombramiento honor¨ªfico, el pasado 23 de junio, como director em¨¦rito vitalicio. Una etapa con mayor presencia en la ciudad y en el circuito internacional, pero tambi¨¦n marcada por las dificultades de una pandemia global. Con varios ciclos sinf¨®nicos importantes, dedicados a Schubert, Schumann, Brahms y Beethoven, y el estreno de 16 nuevas composiciones, aunque destacan cinco ¨®peras de Verdi en versi¨®n de concierto. Al mismo tiempo, orquesta y director han publicado 13 discos en CSO Resound y han cosechado dos premios Grammy.
Muti recibi¨® a EL PA?S en el Orchestra Hall, durante los ensayos de los d¨ªas 21 y 22 de junio, y tambi¨¦n en su hotel de Chicago, el 23. Una conversaci¨®n donde el legendario maestro italiano hace balance del pasado, el presente y el futuro de la m¨²sica cl¨¢sica, comenta sus principales planes venideros y desvela lo que quiere hacer ahora que tendr¨¢ un poco m¨¢s de tiempo.
Pregunta. ?De qu¨¦ se siente m¨¢s orgulloso en estos 13 a?os como director musical de la Sinf¨®nica de Chicago?
Respuesta. De mi relaci¨®n tan afectuosa con los m¨²sicos de la orquesta. No ha habido un solo problema o momento de tensi¨®n entre nosotros. Y hemos tocado juntos con gran placer un inmenso repertorio, desde Vivaldi y Bach hasta compositores contempor¨¢neos americanos.
P. Veo que volver¨¢ en septiembre como director em¨¦rito, para estrenar una nueva composici¨®n de Philip Glass, y tambi¨¦n har¨¢ con la orquesta, en enero, una extensa gira europea.
R. S¨ª, despu¨¦s de estrenar la Und¨¦cima sinfon¨ªa, de Philip Glass, que acabamos de publicar en el sello discogr¨¢fico de la orquesta, le habl¨¦ al compositor del Castel del Monte de Federico II, que se encuentra en Apulia. Una construcci¨®n del siglo XIII con una simbolog¨ªa m¨¢gica asociada con el n¨²mero 8. Y me ha dedicado una nueva composici¨®n titulada The Triumph of the Octagon (El triunfo del oct¨¢gono). Vamos a tocarla despu¨¦s en esa gira europea por Francia, Austria, Hungr¨ªa, Italia y Alemania. Y concretamente ser¨¢ la apertura de mi pr¨®ximo concierto en La Scala de Mil¨¢n.
P. Tambi¨¦n ha fortalecido mucho la relaci¨®n de la orquesta con esta ciudad.
R. Es verdad. Siempre pens¨¦ en la importancia que tiene acercar una orquesta a su ciudad y no solo atraer a su ciudadan¨ªa a la sala de conciertos. Por eso he promovido actuaciones gratuitas al aire libre en el Parque del Milenio. Y tambi¨¦n he tenido experiencias maravillosas hablando y haciendo m¨²sica para los presos juveniles del Illinois Department of Juvenile Justice. Chavales que no hab¨ªan tenido ninguna experiencia con la m¨²sica cl¨¢sica y a los que invit¨¦ a venir a nuestros ensayos. Hay mucho que hacer, obviamente no solo en Chicago, si queremos salvar la m¨²sica y atraer a las nuevas generaciones en un mundo tan cambiante.
P. ?Y ha dejado su impronta en el sonido de la orquesta?
R. La Sinf¨®nica de Chicago tiene una s¨®lida tradici¨®n. Pero cuando llegu¨¦, en 2010, me encontr¨¦ una orquesta muy alemana y trat¨¦ de aportarle la experiencia del canto oper¨ªstico mediterr¨¢neo. Est¨¢n muy contentos de haber interpretado conmigo varias ¨®peras de Verdi y de haber encontrado esa luz mediterr¨¢nea en la m¨²sica alemana que tanto amaba Wagner. Tambi¨¦n he apoyado un cambio generacional con la incorporaci¨®n de unos 30 nuevos m¨²sicos j¨®venes al conjunto, como el excelente trompetista espa?ol Esteban Batall¨¢n.
P. Su nombre no suele asociarse con la m¨²sica contempor¨¢nea, pero una de sus primeras iniciativas aqu¨ª fue crear el CSO Mead Composers-in-Residence que ha sido ocupado mayoritariamente por compositoras, como Anna Clyne, Elizabeth Ogonek, Missy Mazzoli y Jessie Montgomery.
R. Tiene raz¨®n, pero quiero subrayar que no eleg¨ª a esas mujeres atendiendo al complejo de inferioridad que hay en Estados Unidos en cuestiones de raza o de g¨¦nero. Las partituras que examin¨¦ de ellas me parecieron m¨¢s interesantes que las de ellos. No me baso en lo pol¨ªticamente correcto, sino en la calidad. Y para m¨ª todos somos iguales: negros, blancos, amarillos, altos, bajos. Por supuesto, si alguien tiene algo en contra de los afroamericanos o de los latinos me parece muy mal. Pero priorizar eso frente a la calidad creo que es un error. En mi ¨²ltimo disco, aparte de una composici¨®n de Jessye Montgomnery, he grabado una estupenda obra de Max Raimi, que es un violista de la Sinf¨®nica de Chicago. Y lo he hecho para demostrar que a menudo hoy los m¨²sicos de orquesta est¨¢n mejor preparados que los directores.
P. Tambi¨¦n acaba de dirigir el Andante moderato, de Florence Price, en su Concert for Chicago, la primera compositora cl¨¢sica afroamericana.
R. Y en la gira europea dirigir¨¦ su Tercera sinfon¨ªa. Pero no lo hago porque Florence Price sea una dama ni por el color de su piel. Es una sinfon¨ªa muy hermosa. Y me parece culturalmente interesante mostrar en Europa que en Estados Unidos hab¨ªa a comienzos del siglo XX compositores afroamericanos que escrib¨ªan m¨²sica valiosa.
P. Suele decir que usted pertenece a una ¨¦poca que ya no existe. ?Qu¨¦ ha cambiado en la m¨²sica cl¨¢sica?
R. En el mundo de la ¨®pera, el principal cambio son los directores de escena. ?ltimamente he visto producciones terribles. Por supuesto que hay excepciones, pero la ¨®pera se ha convertido en la oportunidad para que estas se?oras y se?ores ejerzan su locura, su incompetencia y su falta de preparaci¨®n. Esto tambi¨¦n est¨¢ relacionado con la ausencia de autoridad de los directores de orquesta, que carecen de conocimientos de t¨¦cnica vocal. Todas las grandes voces del pasado fueron preparadas por directores de orquesta y la Callas no surgi¨® del cielo, sino que fue formada por Tullio Serafin. Hoy no hay tiempo para los ensayos musicales y todo se focaliza en la direcci¨®n de escena. En el mundo sinf¨®nico vemos algo parecido. Cada vez hay m¨¢s directores con 26 o 27 a?os que dirigen la Novena de Beethoven o su Missa solemnis e incluso se atreven a dirigir Falstaff, de Verdi, sin saber una palabra de italiano, lo que es imposible.
La ¨®pera se ha convertido en la oportunidad para que estas se?oras y se?ores ejerzan su locura, su incompetencia y su falta de preparaci¨®n
P. ?Por eso cre¨® hace casi 10 a?os su Italian Opera Academy?
R. S¨ª, y recibo cada a?o estudiantes magn¨ªficos de instituciones tan prestigiosas como la Hochschule f¨¹r Musik de Berl¨ªn, la Royal Academy of Music de Londres o el Curtis Institute de Filadelfia que no saben nada de ¨®pera. Mi maestro, Antonino Votto, siempre dec¨ªa que para ser un buen director de ¨®pera hay que haber aspirado el polvo del escenario. Se refer¨ªa a conocer todo los resortes t¨¦cnicos de la escena, adem¨¢s de todo lo relacionado con la m¨²sica. Hoy un director de orquesta no tiene autoridad, porque no tiene conocimiento. En mi caso, tras 10 a?os estudiando piano y composici¨®n, me pas¨¦ cinco acompa?ando cantantes en teatros y me permiti¨® ganar algo de dinero, pero tambi¨¦n aprender la t¨¦cnica vocal.
P. ?Por todo ello ya apenas dirige ¨®peras representadas?
R. Por supuesto. En Salzburgo dije basta despu¨¦s de 2017. Pero el pr¨®ximo a?o dirigir¨¦, en Tur¨ªn, una producci¨®n de Andrea de Rosa, de Un ballo in maschera de Verdi, y, en Palermo, otra de mi hija Chiara, de Don Giovanni de Mozart.
P. Su referente esc¨¦nico fue, sin duda, Giorgio Strehler, pero tambi¨¦n propuso colaboraciones esc¨¦nicas a figuras del cine como Ingmar Bergman, Federico Fellini y Bernardo Bertolucci.
R. Es verdad. A Bergman lo conoc¨ª en Estocolmo y me pareci¨® un hombre con una gran sensibilidad musical. Le propuse una colaboraci¨®n y me dijo que se iba a retirar despu¨¦s de su ¨²ltima pel¨ªcula. Tambi¨¦n propuse hacer ¨®pera a Fellini, pero confes¨® que la palabra cantada le dec¨ªa poco y, a diferencia de la hablada, escapaba a su control. Y con Bertolucci imagin¨¦ que le interesaba la ¨®pera, tras su pel¨ªcula La luna, pero no fue as¨ª. No obstante, los tres me mostraron una modestia que hoy no existe, pues en la actualidad cualquiera se siente con la preparaci¨®n suficiente para afrontar la direcci¨®n esc¨¦nica de una ¨®pera. Recuerdo cuando hice Macbeth con Peter Stein en Salzburgo, que es para m¨ª el ¡°Strehler alem¨¢n¡±, y lo tildaron de tradicionalista. ?Qu¨¦ significa ser tradicionalista? Tengo la esperanza de que, en 10 o 15 a?os, todos estemos cansados de no entender nada y surgir¨¢ una nueva generaci¨®n que quiera volver a hacer ¨®pera de verdad.
P. Termina su libro L¡¯infinito tra le note (2019) reivindicando la necesidad de cultivar el presente para preparar el futuro de la m¨²sica cl¨¢sica. ?C¨®mo podemos hacerlo?
R. Es un tema que me preocupa mucho en un mundo tan cambiante. Hay una frase de Schumann donde compara a los compositores con los zapateros, y dice que en la ¨¦poca de Mozart se hac¨ªan nuevos zapatos que cualquiera pod¨ªa calzar, y por eso el p¨²blico sal¨ªa de Don Giovanni cantando L¨¤ ci darem la mano. Pero Schumann reconoce que en su tiempo, a mediados del siglo XIX, esos nuevos zapatos tan solo los pod¨ªan calzar algunas personas. Imagine hoy cuando se ha perdido casi por completo el contacto entre el compositor contempor¨¢neo y el p¨²blico. Personalmente creo que nuestro sistema fisiol¨®gico a¨²n se basa en la tonalidad, y nuestro cuerpo, nuestro cerebro, y nuestra sensibilidad a¨²n necesitan una melod¨ªa, ya sea en una escala griega, una escala egipcia, una escala amaz¨®nica o una escala gregoriana. Necesitamos cantar y compensar los ruidos y las disonancias. Y eso es algo que le pasa tambi¨¦n a los animales, como las vacas, que producen m¨¢s leche con Mozart que con la m¨²sica contempor¨¢nea.
P. De todos sus compromisos musicales del pr¨®ximo a?o, cu¨¢l le parece m¨¢s especial.
R. Sin duda, la invitaci¨®n de la Filarm¨®nica de Viena para dirigir, el pr¨®ximo 7 de mayo, el bicentenario del estreno de la Novena sinfon¨ªa, de Beethoven. Es un evento importante y considero un honor que la orquesta vienesa me lo haya pedido. Llevo trabajando con ellos de forma ininterrumpida desde 1971, y he dirigido en seis ocasiones su popular Concierto de A?o Nuevo. Creo que hemos establecido una especie de simbiosis al concebir el sentido de cada frase musical. Y lo considero como la culminaci¨®n de m¨¢s de medio siglo de trabajo conjunto en la comprensi¨®n de lo que resuena en el mundo vien¨¦s.
P. Pero ahora va a disponer de tiempo, al no tener ning¨²n compromiso como titular con ninguna orquesta. ?A qu¨¦ lo va a dedicar?
R. A disfrutar de la vida. Y tambi¨¦n a comprobar que hay estaciones, como la primavera y el invierno, y a verificar que existe el mundo. Conozco bien los hoteles y las salas de conciertos de innumerables ciudades, pero he visto poco de cada una de ellas. Me gustar¨ªa darle a la vida m¨¢s tiempo antes de irme de este mundo. Y luego tambi¨¦n me gustar¨ªa escribir un ¨²ltimo libro donde contar muchas cosas que todav¨ªa no he contado. De momento tan solo tengo el t¨ªtulo: Y ahora, la verdad. Hablar¨¦ de lo que sucede detr¨¢s del escenario y de c¨®mo es la vida de un artista. Cosas muy curiosas, muy particulares y c¨®micas y, a veces, muy dram¨¢ticas.
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