¡®Todos los nombres de dios¡¯: inteligencia artificial para un nuevo 11-S en el aeropuerto de Barajas

Al cine espa?ol le suele entrar el tembleque cuando se trata de hablar de su historia contempor¨¢nea. Por diferentes razones (pol¨ªticas, sociales, culturales, econ¨®micas), pero el hecho de que no haya pel¨ªculas lo suficientemente ambiciosas y relevantes sobre hechos tan desgraciados y se?eros como la tentativa de golpe de Estado del 23-F o los atentados yihadistas del 11-M en Madrid quiz¨¢ lo diga todo. Una excelente ficci¨®n que apuntaba aquellos cr¨ªmenes terroristas, aunque de soslayo, No habr¨¢ paz para los malvados (Enrique Urbizu, 2011), y una estupenda miniserie documental sobre los atentados de Las Ramblas y Cambrils, 800 metros (Le¨®n Siminiani, 2022), son lo m¨¢s cercano que hemos estado de abordar nuestra reciente tragedia terrorista, mientras otros pa¨ªses lo han afrontado de manera central en obras con particular enjundia.

Por eso, en principio, era bienvenida una pel¨ªcula como Todos los nombres de Dios, escrita por Gemma Ventura y dirigida por Daniel Calparsoro, que encara un atentado terrorista de corte islamista en el aeropuerto de Barajas desde todos los personajes y flancos posibles: uno de los terroristas suicidas, del que no se sabe si se ha arrepentido en el ¨²ltimo momento o no le han funcionado los explosivos; el taxista que, a punta de pistola y en medio de la tragedia, debe sacarlo de all¨ª tras ser tomado como reh¨¦n; la familia del taxista, con drama reciente en su hogar; los altos mandos de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado encargados del caso; la familia del terrorista superviviente, madre y hermana; y los organizadores del atentado, que a¨²n tienen el poder y las ganas de seguir provocando muertes.

Sin embargo, la pel¨ªcula lo acaba fiando todo a una imagen que, aunque se produzca con el metraje muy avanzado, podemos desvelar aqu¨ª pues los responsables de la producci¨®n han decidido basar en ella el tr¨¢iler y hasta el p¨®ster: un ciudadano espa?ol con un chaleco bomba caminando por la Gran V¨ªa de Madrid, previamente desalojada, seguido por una interminable fila de furgones policiales. C¨®mo se llega hasta ah¨ª tendr¨¢ que averiguarlo el espectador en el cine, pero resulta descorazonador que un trabajo tan amplio en todos sus frentes, sobre un tema crucial que nos toca de cerca tanto en lo pol¨ªtico como en lo sentimental, decida virar su historia hacia algo tan banal. As¨ª, el cl¨ªmax dram¨¢tico y su sistem¨¢tica criminal parecen m¨¢s propios de una truculenta pel¨ªcula americana del mont¨®n (por ejemplo, de la saga Objetivo: Londres y Objetivo: la Casa Blanca), con sus sofisticados sistemas tecnol¨®gicos (tanto los de los polic¨ªas como los de los fan¨¢ticos), que de una intriga terrorista compleja y trascendente ambientada en Espa?a que pretenda salirse del m¨¢s simple entretenimiento.

Calparsoro, como suele ser habitual en el director de Invasor y Cien a?os de perd¨®n, realizador de encargo con s¨®lida profesionalidad, ofrece dinamismo con la c¨¢mara y el aspecto general es de una pel¨ªcula pulcra, competente y digna. Ahora bien, si a la imagen le sumamos el guion, la utilizaci¨®n de la m¨²sica y las diversas e inveros¨ªmiles revueltas del libreto en el desenlace, que llevan al relato no hacia el terreno de la pol¨ªtica o la sociedad, sino al suspense de la cuenta atr¨¢s de toda la vida, tambi¨¦n tenemos un producto obvio y vacuo, que se limita a recoger aspectos atractivos de otras pel¨ªculas sobre el terrorismo mucho mejores (de Paradise Now a Los caballos de Dios), para luego no desarrollarlos.

De modo que, si acaso, lo que queda es un subtexto interesante, del que tampoco hace gala el guion y que puede pasar desapercibido para el espectador de refresco y palomitas al que quiz¨¢ vaya dirigida la pel¨ªcula, que a pesar de no germinar del todo est¨¢ ah¨ª como punto de inter¨¦s uniendo las historias: la compasi¨®n como motor de nuestras vidas.