Tardor Sanchis Sinisterra: oto?o para un dramaturgo en inagotable primavera
La Sala Beckett de Barcelona rinde homenaje con un ciclo de espect¨¢culos y actividades a su fundador, uno de los creadores fundamentales del teatro contempor¨¢neo en Espa?a
Llega la Tardor Sanchis, el oto?o que dedica al dramaturgo Jos¨¦ Sanchis Sinisterra (Valencia, 83 a?os) la Sala Beckett de Barcelona, el espacio que ¨¦l mismo fund¨® en 1989 (en su primera sede del barrio de Gr¨¤cia). La Tardor es un intenso ciclo o m¨¢s bien un verdadero Festival Sanchis compuesto por seis espect¨¢culos, cinco lecturas dramatizadas (incluida la de la ¨²ltima obra del autor, Correr tras un ciervo herido), charlas, mesas redondas y otras actividades en torno a la figura del creador poniendo el ¨¦nfasis en su influencia en el teatro espa?ol contempor¨¢neo y especialmente su relevante papel en el panorama esc¨¦nico catal¨¢n. El prop¨®sito es hacer un reconocimiento p¨²blico a Sanchis como dramaturgo (autor de m¨¢s de 80 obras), pedagogo y activista (fund¨® la legendaria compa?¨ªa El Teatro Fronterizo y el espacio La Corseter¨ªa de Madrid), e invitar a disfrutar de sus obras.
Entre los espect¨¢culos del ciclo, El lector por horas con direcci¨®n de Carles Alfaro, y nuevos montajes de otros verdaderos cl¨¢sicos como ?Ay, Carmela!, con direcci¨®n de Yolanda Porras, y ?aque o de piojos, dirigida por Daniela De Vecchi y el propio Sanchis. Tambi¨¦n, Castroponce, teor¨ªa y praxis para una vanguardia del siglo XXI, de Pablo Rosal (un autor que les recuerda a los organizadores a Sanchis y que abre el ciclo en la Beckett el mi¨¦rcoles), Los desiertos crecen de noche, en puesta en escena de Clara Sanchis, hija del dramaturgo, y David Lorente, y Vitalicios, dirigida por el mismo Sanchis y Eva Redondo. A destacar asimismo las lecturas dramatizadas de El cerco de Leningrado, con direcci¨®n de Ramon Sim¨®, Perdida en los Apalaches (Mario Gas) y Una artista del sue?o (Sergi Belbel)
A la organizaci¨®n del ciclo, que se alarga hasta finales de octubre, se han sumado el Teatro La Abad¨ªa de Madrid (hermanado con la Beckett), el Instituto Valenciano de Cultura (el teatro Rialto de Valencia acoger¨¢ dos visiones de El lector por horas desde la danza y desde el circo respectivamente), las salas barcelonesas Tantarantana, La Gleva, Versus y Goya, la Fundaci¨®n Romea y el Institut del Teatre (donde Sanchis fue inolvidable maestro y donde dar¨¢ una clase).
Nada menos oto?al, por supuesto, que Sanchis (aunque era tentador que la Beckett titulara El oto?o del patriarca). Ni son sus 83 a?os desde luego ning¨²n ¡°invierno de desventura¡±, pues el dramaturgo vive en una constante e inagotable primavera creativa de la que no paran de florecer, compulsivamente, nuevos proyectos e ideas (tiene tres obras m¨¢s empezadas, dice). Pero lo de la Tardor, el oto?o, viene como un gui?o del ciclo que ¨¦l mismo orquest¨® en la Beckett y otras salas (entre ellas las desaparecidas Artenbrut y Malic) en torno a la figura de Harold Pinter, la Tardor Pinter de 1996, un acontecimiento que congreg¨® al propio Pinter y figuras a las que se echa hoy tan de menos como Rosa Novell y Jordi Dauder, fallecidos ambos como el mismo autor de El montaplatos.
A Jos¨¦ Sanchis (ya nunca m¨¢s Pepe, por el PP) ya de entrada que lo comparen con Pinter le produce un sarpullido de modestia y mucha grima lo del homenaje, pero desembarc¨® para presentar su Tardor con una ilusi¨®n y una emoci¨®n que no disimulaban su natural discreto y su vieja militancia brechtiana, tan recelosa de las efusiones emocionales (¡°?ten¨¦is desfibrilador?¡±, inquiri¨® ir¨®nico). Le pusieron en el escenario de la Beckett, ante innumerables amigos, en un acto que ya fue un pre¨¢mbulo del homenaje y que evidenci¨® el cari?o que se le tiene en la que fue tantos a?os su ciudad (y lo sigue siendo).
Toni Casares, el director de la Beckett, explic¨® que la intenci¨®n inicial era producir una obra de Sanchis, ¡°fundador de esta casa¡±, pero el proyecto fue creciendo hasta convertirse en ciclo y traspasar las paredes de la sala. Recalc¨® la importancia decisiva del maestrazgo del dramaturgo ¡°desde los talleres de la Beckett y tantos otros ¨¢mbitos¡±, alabando su excelencia pedag¨®gica y su capacidad para insuflar confianza en sus alumnos. Record¨® que entre los otrora disc¨ªpulos de Sanchis se encuentran maestros actuales como Belbel, Teresa Cunill¨¦, Carles Batlle o David Plana, todos los cuales se sienten herederos suyos. Particularmente destacable, dijo, ha sido la importancia de Sanchis para revalorizar la escritura teatral cuando esta se encontraba marginada de los espacios de creaci¨®n. ¡°No hay un m¨¦todo Sanchis de escritura¡±, continu¨®, ¡°pero si una aproximaci¨®n des solemnizada a la dramaturgia¡±. Para Casares, ¡°no se puede entender la aportaci¨®n de Sanchis sin recordar adem¨¢s su voluntad cr¨ªtica de incidencia social¡±.
¡°Y dicen que no es un homenaje p¨®stumo¡±, brome¨® Sanchis, alegremente abrumado por tanto elogio. ¡°Vanidad de vanidades¡±, a?adi¨®. Record¨® su llegada a Barcelona en 1972 ¡ªtras una salida complicada de Teruel, donde era profesor de instituto y el padre polic¨ªa de un alumno le acus¨® de corromper a la juventud y dirigir una c¨¦lula materialista y atea¡ª, adonde llegaba lo mejor del teatro europeo, Kantor, Peter Brook, Pina Bausch; un viaje inici¨¢tico a Par¨ªs, el Grec del 76, su trabajo en el Institut del Teatre en la ¨¦poca renovadora de Hermann Bonn¨ªn (cuya hija Nausicaa participa en el ciclo ahora), donde no dejaba a sus alumnos avanzarse un ¨¢pice en el programa, como sufri¨® en sus carnes Abel Folk; los inicios de su aproximaci¨®n a la teatralidad ¨¦pica y a la b¨²squeda de dramaticidad polim¨®rfica en materiales narrativos; la fundaci¨®n de El Teatro Fronterizo, La leyenda de Gigamesh, La noche de Molly Bloom, la Carta a la Maga de Rayuela, aquel osado Moby Dick resultado de la ¡°revelaci¨®n¡± de leer la obra de Melville con un nuevo foco; El Dorado, el ?aque con Manel Dueso y Miguel Climent, Kafka y El gran teatro de Oklahoma ¡ Pasear por la memoria de Sanchis es hacerlo por un territorio inmenso en el que el teatro campa con una libertad inesperada. ¡°A¨²n busco esa libertad¡±, reflexion¨® Sanchis, que explic¨® que su ¨²ltima obra no original La hora de la estrella es una versi¨®n de una novela de Clarice Lispector.
Y Beckett. Empezaron mal. ¡°Le hab¨ªa le¨ªdo en los a?os cincuenta, me parec¨ªa decadente, peque?oburgu¨¦s. Le ninguneaba. Pero Rosa Novell me pidi¨® que la dirigiera en Oh, els bons dies. Y me dije ¡®bueno, voy a asomarme a este Beckett¡¯. Y ca¨ª del caballo. Ah¨ª estaba todo lo que buscaba. Me convert¨ª en beckettiano. Y Beckett me llev¨® a Pinter, otro de mis grandes maestros. El lector por horas es mi plagio de Pinter¡±. El ¨¦xito ¡°involuntario¡± de ?Ay Carmela!, que le llen¨®, dice, sus arcas de doblones, le lanz¨® a abrir la Sala Beckett. Con una adaptaci¨®n propia de Bartleby, el escribiente, de Melville, de la que se har¨¢ una lectura dramatizada en el ciclo y en la que, advierte Sanchis, ¡°resuena muy claramente la idea de desobediencia civil¡±.
Sanchis es mucho m¨¢s, claro. Es la indagaci¨®n cu¨¢ntica, Perdida en los Apalaches, y El cerco de Leningrado. Y es Medell¨ªn, y el festival de Manizales. ¡°Mi vida tiene dos partes: antes y despu¨¦s de viajar a Am¨¦rica Latina. Siempre me hab¨ªa interesado la revoluci¨®n cubana, el sandinismo, la literatura frente al paisaje existencialista europeo¡±. ¡°Es un resistente¡±, sintetiz¨® Carles Alfaro, y ¡°alguien que nunca olvida la parte social del teatro¡±. Y alguien con una ¡°obsesi¨®n senil¡± (el propio Sanchis dixit) actual: la ¡°traslucidez¡±, como un rechazo a la transparencia y una apolog¨ªa de la opacidad; el gran misterio del teatro, que Sanchis Sinisterra sigue rastreando.
Babelia
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