El doble exilio de Eduardo Blanco-Amor, el genio olvidado de las letras gallegas que vivi¨® en Argentina y fue amigo de Lorca
Se reedita ¡®Los miedos¡¯ (1963), la novela, silenciada por la censura, del escritor, que vivi¨® cinco d¨¦cadas en el exilio y construy¨® una obra inclasificable marcada por la disidencia est¨¦tica y sexual
En enero de 1961 las votaciones del Premio Nadal estuvieron especialmente re?idas. Hasta la pen¨²ltima ronda, un manuscrito pis¨® los talones al relato ganador, que finalmente fue El curso, de Juan Antonio Payno. La novela descartada se titulaba Los miedos y, meses despu¨¦s del fallo, el secretario del concurso, Rafael V¨¢zquez Zamora, confes¨® en un encuentro con estudiantes que era posible que Destino, la editorial que convocaba el certamen, quisiera publicarla, aunque ¡°no como finalista, porque entonces, como ya ha ocurrido, se descubrir¨ªa que es mejor que la premiada¡±.
Detr¨¢s de aquella novela presentada bajo seud¨®nimo estaba un nombre que no era desconocido para la cultura de la ¨¦poca: el escritor gallego Eduardo Blanco-Amor (1897-1979), un poeta, ensayista y narrador afincado en Buenos Aires. Los miedos, un singular relato de formaci¨®n escrito en su madurez, fue su intento de reintegrarse en el mundillo literario espa?ol. Cuando finalmente se public¨®, en 1963, inici¨® un periplo con la censura que, a la larga, hizo de ella una rareza y una novela de culto, escasamente difundida y casi maldita. Ahora, el catedr¨¢tico de Literatura de la UCM Emilio Peral Vega la ha recuperado en una edici¨®n cr¨ªtica para la colecci¨®n Letras Hisp¨¢nicas de C¨¢tedra, lo que supone de facto su reintegraci¨®n en el canon de la narrativa espa?ola del XX, y tambi¨¦n un ajuste de cuentas con la historia.
En su adolescencia, Blanco-Amor parec¨ªa tenerlo todo para desarrollar una carrera literaria en su Ourense natal. Sin embargo, en 1919 decidi¨® emigrar a Argentina. Le hab¨ªan acusado de pr¨¢cticas ¡°indebidas y contrarias a la moral y a la naturaleza¡±, una alusi¨®n poco velada a su homosexualidad, que por otro lado ¨¦l nunca quiso ocultar. En Buenos Aires comenz¨® una intensa actividad intelectual. Trabaj¨® en distintas publicaciones, fund¨® revistas, ejerci¨® como una especie de agregado cultural gallego en la capital argentina y afianz¨® su prestigio durante dos visitas a Espa?a, en 1928 y entre 1933 y 1935. En esta ¨²ltima entabl¨® una estrecha amistad con Federico Garc¨ªa Lorca, que se convertir¨ªa en un nombre fundamental en su biograf¨ªa. Blanco-Amor no solo corrigi¨® el manuscrito original de los Seis poemas galegos del granadino; tambi¨¦n fue su confidente sentimental, tal y como demuestra la correspondencia entre ambos.
De regreso a Buenos Aires, y tras el asesinato de su amigo al inicio de la Guerra Civil, el gallego se convirti¨® en un valedor de la obra lorquiana. Pronunci¨® conferencias sobre ¨¦l, elogi¨® los Sonetos del amor oscuro cuando apenas eran conocidos por una minor¨ªa y desarroll¨® una obra propia, po¨¦tica y dram¨¢tica, marcada por un intimismo modernista y con sabor local. ¡°Blanco-Amor se exili¨® muy pronto y eso lo desubic¨®, especialmente porque no lo hizo por la Guerra Civil, sino por cuestiones personales, as¨ª que los estudios del exilio no se han ocupado de ¨¦l¡±, apunta Peral Vega, experto en teatro y en literatura de la Edad de Plata, a prop¨®sito de esta posici¨®n exc¨¦ntrica. ¡°Adem¨¢s, es un autor marginal dentro de la narrativa de los a?os cincuenta y sesenta, porque parece que escribe antiguo, y tambi¨¦n por su diglosia, ya que altern¨® el gallego y el espa?ol en funci¨®n de su momento vital, de una manera muy natural pero que en este pa¨ªs se vive de un modo muy artificial¡±.
De hecho, su obra narrativa fue tard¨ªa: Blanco-Amor, amigo de Borges y de Castelao, empez¨® a escribir novelas pasada la cincuentena a instancias de su amigo, el dramaturgo asturiano Alejandro Casona, que le anim¨® a poner por escrito sus recuerdos de infancia. El resultado fue una novela de iniciaci¨®n, La catedral y el ni?o (de 1948, reeditada en 2018 por Libros del Asteroide), seguida de la que muchos consideran su obra maestra: A esmorga (1959), un fascinante relato neobarroco y tremendista escrito originalmente en gallego (y traducido por ¨¦l mismo al castellano como La parranda) que narra una tr¨¢gica jornada de juerga en el Ourense decimon¨®nico. Cuando emprendi¨® la redacci¨®n de Los miedos, su siguiente novela, el escritor afrontaba una madurez atribulada. ¡°En aquel momento, Blanco-Amor atravesaba un momento de depresi¨®n, porque en Buenos Aires no acababa de estar completamente instalado y empezaba a surgir en ¨¦l la idea de volver a Espa?a, una tierra que echaba mucho de menos¡±, explica Peral Vega. ¡°Por eso hab¨ªa intentado establecer un lazo literario con Espa?a que le permitiera tener una visibilidad que no acababa de tener en Argentina¡±. Sin embargo, el plan no hab¨ªa funcionado. Su primera novela tuvo problemas con la censura y tard¨® a?os en editarse en Espa?a. Lo mismo sucedi¨® con A esmorga, ¡°la gran decepci¨®n de su vida, porque tuvo una recepci¨®n muy menor entre los galleguistas¡±, explica el catedr¨¢tico.
En Los miedos el autor regres¨® al paisaje de su infancia para asumir la voz de un ni?o de unos 10 a?os que ensaya distintas formas de afrontar el miedo junto a otros chavales con los que veranea en el pazo de su abuela, una propiedad se?orial a las afueras de Ourense. Peral Vega considera que su inter¨¦s reside, adem¨¢s de en el tema ¨C¡±la novela de aprendizaje no est¨¢ muy desarrollada en nuestra narrativa del siglo XX¡±¨C, en cierto tono homoer¨®tico y en un estilo propio con escaso parang¨®n en su ¨¦poca. ¡°Es un narrador un poco a contracorriente, algo desubicado en el tiempo¡±, apunta el catedr¨¢tico. ¡°El estilo de Blanco-Amor es preciosista, un tanto neobarroquizante, se deleita en la propia escritura y en una selecci¨®n l¨¦xica enormemente depurada. Es un estilo un tanto a?ejo, que refleja devoci¨®n por una manera de narrar m¨¢s propia de finales del XIX o del principio del XX, que de los a?os sesenta¡±.
Por el contrario, la audacia con que Blanco-Amor plasma el deseo homoer¨®tico la ubican en una posici¨®n de vanguardia entre sus contempor¨¢neos. Entreverados en la trama infantil hay varios episodios ¡ªun encuentro sexual entre dos moradores del pazo, y un momento en que el protagonista presencia la masturbaci¨®n de un adolescente¡ª que entraron en colisi¨®n con la moral de la ¨¦poca. En un primer momento, ¡°a¨²n reconviniendo algunos episodios, la novela pas¨® la censura, que es algo curioso¡±, explica Peral Vega. Tras su publicaci¨®n, sin embargo, la Direcci¨®n General de Informaci¨®n, el ¨®rgano franquista encargado de la censura, recibi¨® una carta de denuncia que, adem¨¢s de subrayar los pasajes m¨¢s expl¨ªcitos de la novela, posiblemente alertaba del pasado republicano y la homosexualidad de su autor. ¡°La gran decepci¨®n de Blanco-Amor fue descubrir que esa delaci¨®n la hab¨ªa ejecutado alguien a quien ¨¦l consideraba como un amigo¡±. Peral Vega se refiere al intelectual gallego Jos¨¦ Mar¨ªa Castroviejo, autor de la denuncia, cuyo documento original no se ha localizado. ¡°En todo caso, debi¨® de ser muy contundente y detallada, tanto como para revertir dos juicios previos y plantear a los editores que dejaran morir la novela, literalmente¡±.
As¨ª sucedi¨®. Sin atenci¨®n cr¨ªtica ni ¨¦xito comercial, la novela pas¨® desapercibida. Para aquel entonces Blanco-Amor ya hab¨ªa regresado a Espa?a, donde permaneci¨® hasta su muerte. En una conversaci¨®n con EL PA?S en 1977, cuando Gonzalo Su¨¢rez estrenaba una adaptaci¨®n f¨ªlmica de A esmorga, subray¨® el papel formativo de sus cincuenta a?os de exilio. ¡°El verdadero acontecimiento de mi sino, como hombre y como escritor, fue el haberme formado y casi deformado en Buenos Aires¡±, explic¨®. ¡°De haberme quedado yo en Espa?a y afrontado la novela, me hubiera quedado en un Wenceslao Fern¨¢ndez Fl¨®rez, en un Mata o un pastiche de Valle Incl¨¢n¡±.
La recuperaci¨®n de Los miedos, con su regusto tardorrealista, su audacia er¨®tica modernista y su impecable pulso narrativo, permite reencontrarse con el heterodoxo que reivindicaba a Henry James, a Proust y a Faulkner, y que nunca se desprendi¨® de sus ra¨ªces gallegas. ¡°Blanco Amor no quer¨ªa estar solo; lloraba mejor si estaba con alguien, y le produc¨ªa tristeza -que no l¨¢stima- la gente pobre. Se pas¨® el d¨ªa y la noche buscando compa?¨ªa. [...] Le frecuentaban los miedos m¨¢s dispares¡±, escribi¨® Luis Mara?¨®n en EL PA?S un a?o despu¨¦s de su fallecimiento, el 1 de diciembre de 1979 en Vigo, de una embolia cerebral. Sesenta a?os despu¨¦s de su primera publicaci¨®n, la reedici¨®n de Los miedos rescata un texto que a¨²n espera lo que siempre quiso su autor: el encuentro con los lectores.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.