Turismo cultural con ¡®numerus clausus¡¯: los monumentos se blindan contra las visitas masivas
Varias ciudades europeas, como Atenas, Par¨ªs y Venecia, restringen las entradas a sus atracciones tur¨ªsticas tras la avalancha de visitantes de este verano. El futuro apunta, seg¨²n los expertos, a una mayor regulaci¨®n en todo el continente
A las 12 del mediod¨ªa del ¨²ltimo domingo del verano, ya no quedan entradas para acceder al Parten¨®n. Un pu?ado de visitantes que han subido a pie, bajo un sol de justicia, la colina sagrada que lleva a la Acr¨®polis, dedicada a mayor gloria de la diosa Atenea en el siglo V antes de nuestra era, se dan de bruces con la nueva pol¨ªtica para acceder a la mayor atracci¨®n tur¨ªstica de la capital griega. En la entrada, algunos tratan de negociar, sin ¨¦xito. ¡°Es como si usted va al teatro y no hay localidades: no le van a dejar entrar. Aqu¨ª sucede lo mismo¡±, razona una vigilante, en un remedo de di¨¢logo socr¨¢tico, ante un turista brasile?o. Desde comienzos de septiembre, el monumento limita sus visitas a 20.000 entradas al d¨ªa, a raz¨®n de unas 2.000 por hora, para evitar el riesgo de saturaci¨®n que se dibuj¨® durante la avalancha de turistas en verano, lo que oblig¨® a las autoridades a intervenir con rapidez.
¡°Las visitas, solo en junio y comienzos de julio, ya aumentaron un 80% respecto a las cifras de 2019. Est¨¢bamos alcanzando r¨¢pidamente nuestros l¨ªmites¡±, argumenta la ministra griega de Cultura, Lina Mendoni. ¡°Las nuevas medidas, que fijan un n¨²mero determinado de visitantes por hora, responden a la necesidad de proteger el monumento, que es nuestra principal preocupaci¨®n, adem¨¢s de mejorar la experiencia de los visitantes en este sitio hist¨®rico¡±. Es decir, que el arte y el patrimonio se disfrutan mejor sin aglomeraciones y que ellos mismos son sus primeras v¨ªctimas. Despu¨¦s de ¡°consultas extensas¡± con los operadores tur¨ªsticos, se fij¨® este nuevo l¨ªmite num¨¦rico. Hasta entonces, se permit¨ªa que entraran una media de 23.000 personas al d¨ªa. ¡°Puede parecer un n¨²mero ligeramente inferior, pero la diferencia es importante. El acceso a la Acr¨®polis se realiza a trav¨¦s de una ¨²nica puerta. Era muy dif¨ªcil para el personal atender a tantos visitantes. Adem¨¢s, la mayor¨ªa de los grupos visitaban el lugar antes del mediod¨ªa, lo que creaba verdaderos embotellamientos¡±.
¡°El turismo es deseable, pero en exceso da?a nuestros monumentos y su entorno f¨ªsico y humano¡±, dice la ministra griega de Cultura
Semanas despu¨¦s de la puesta en marcha de la nueva normativa, las ¨²nicas colas a la vista en la hora punta dominical se encuentran delante del Parten¨®n. Decenas de visitantes buscan el ¨¢ngulo perfecto para hacerse un selfi, sin que salga a contraluz y evitando que aparezcan en el encuadre los andamios que dan cuenta de la laboriosa restauraci¨®n del templo. En el resto de su vasto per¨ªmetro, las masas circulan sin ning¨²n obst¨¢culo mientras siguen el paso de gu¨ªas que los dirigen por el recinto, como si esto fuera un Hamel¨ªn hel¨¦nico, ofreciendo explicaciones hist¨®ricas y arqueol¨®gicas en un enmara?ado esperanto de lenguas: ingl¨¦s, franc¨¦s, ¨¢rabe, chino, castellano.
Los responsables del lugar apuntan que, gracias a esta regulaci¨®n, las visitas se han ido redistribuyendo a lo largo de todo el d¨ªa, y no entre las 9.00 y las 13.00, como era costumbre. Cuando un turista no encuentra entradas para la ma?ana, pero s¨ª por la tarde, no lo duda. Las medidas se encuentran en periodo de prueba hasta abril de 2024, cuando el Gobierno griego evaluar¨¢ la situaci¨®n. ¡°Si se demuestra que el l¨ªmite de 20.000 visitantes diarios es ineficiente, no dudaremos en cambiarlo¡±, advierte Mendoni. El proyecto del Gobierno griego es extender esta pol¨ªtica a los 28 monumentos m¨¢s concurridos de su territorio, que concentran el 90% de las visitas tur¨ªsticas. ¡°Es evidente que el turismo es deseable para el pa¨ªs, contribuye al PIB y genera miles de puestos de trabajo, pero tenemos que encontrar formas de evitar que el exceso de turismo da?e no solo nuestros monumentos, sino tambi¨¦n su entorno f¨ªsico y humano. Debemos proteger a los residentes del ruido, la masificaci¨®n y el aumento de los alquileres. El turismo es una bendici¨®n, pero tenemos que controlar el sobreturismo¡±.
Ese neologismo, traducci¨®n del original en ingl¨¦s (overtourism), se ha convertido en la bestia negra de muchas de las capitales europeas que, en un tiempo no tan lejano, enfocaron su modelo econ¨®mico a seducir a n¨²meros masivos de visitantes, antes de que el asunto se les fuera de las manos. A mediados de la d¨¦cada pasada las cifras se dispararon. En 2016, el n¨²mero de turistas alcanz¨® los 1.200 millones en todo el mundo, 300 millones m¨¢s que en 2010 y el doble que en 1950. El bum de los vuelos de bajo coste y de las plataformas para los alquileres temporales aceler¨® esa tendencia. Los espacios p¨²blicos se congestionaron. La proporci¨®n entre visitantes y residentes se descontrol¨®. El tejido comercial se transform¨®. El turismo de cruceros afect¨® a la biosfera. Y ciudades como Berl¨ªn, Lisboa o Barcelona se llenaron de pintadas como Tourists go home (¡±turistas, vuelvan a casa¡±).
En 2019, cuando la cifra de movilidad tur¨ªstica ya alcanzaba los 1.500 millones de visitantes al a?o y rozaba el punto de saturaci¨®n, lleg¨® la pandemia. ¡°Hasta entonces, las aglomeraciones se interpretaban como un hecho inevitable, pero la covid demostr¨® que era posible limitar las entradas tur¨ªsticas si se tomaban medidas, y que eso era bueno para la preservaci¨®n de nuestros monumentos. De repente, imponer restricciones se volvi¨® factible y, sobre todo, aceptable¡±, se?ala Ko Koens, especialista en turismo urbano de la Inholland University de ?msterdam, otro de los puntos del mapa europeo que concentran una mayor afluencia de visitantes.
?msterdam ha cerrado su terminal de cruceros del centro hist¨®rico y ha impulsado una campa?a para disuadir las visitas de varones brit¨¢nicos, adem¨¢s de limitar la circulaci¨®n nocturna en su barrio rojo
Desde la pasada primavera, el c¨¦lebre barrio rojo de la ciudad holandesa, famoso por su tolerancia respecto a la prostituci¨®n y las drogas, ha tomado medidas en aras de una relativa racionalizaci¨®n: los bares cierran a la 1 y no a las 2, y el trabajo sexual ha quedado interrumpido entre las 3 y las 6 de la ma?ana. A mediados de 2023, ?msterdam cerr¨® su terminal de cruceros en el centro hist¨®rico y puso en marcha una campa?a para disuadir a los varones brit¨¢nicos de cometer excesos en la ciudad. Si usaban palabras clave con resonancias hedonistas en cualquier buscador ¡ªalcohol, drogas, prostituci¨®n¡ª, las autoridades les recordaban, a trav¨¦s de esos anuncios, que sus actos vand¨¢licos ser¨ªan penados con multas. ¡°Los visitantes seguir¨¢n siendo bienvenidos, salvo si se portan mal y causan molestias¡±, expres¨® Sofyan Mbarki, teniente de alcalde de la ciudad. ¡°?msterdam es una metr¨®polis, y eso supone bullicio y vivacidad. Pero, para que siga siendo habitable, hemos elegido la limitaci¨®n y no el crecimiento irresponsable¡±.
No es la ¨²nica ciudad que ha tomado cartas en el asunto. Hace un mes, mientras la Unesco se planteaba incluirla en su lista negra de patrimonio en peligro, Venecia anunci¨® una nueva tasa de cinco euros para los turistas que pasen el d¨ªa en la ciudad, que recibe unos 30 millones de visitantes al a?o. Destinada solo a quienes no pernocten en Venecia, se pondr¨¢ en marcha en la primavera. En Croacia, Dubrovnik, donde residen solo 41.000 personas pese a acoger a unos 1,5 millones de visitantes al a?o, tambi¨¦n estudia limitar la llegada de los cruceros y la apertura de nuevos restaurantes. En Islandia, el ca?¨®n de Fja?r¨¢rglj¨²fur tuvo que cerrar al p¨²blico tras aparecer en Juego de tronos y en un v¨ªdeo de Justin Bieber. Y en Austria, grupos de manifestantes protestaron este agosto contra el turismo en la localidad de Hallstatt, patrimonio de la humanidad, donde viven 700 habitantes, pero que recibe a unos 10.000 visitantes al d¨ªa en temporada alta.
En Par¨ªs, tras la pausa que marc¨® la pandemia, el Museo del Louvre tambi¨¦n opt¨® por los numerus clausus en junio de 2022: desde entonces, pone a la venta un m¨¢ximo de 30.000 entradas al d¨ªa y solo da acceso a los visitantes espont¨¢neos ¡°en caso de baja afluencia¡±. Para entrar, en la mayor¨ªa de casos, hay que comprar una entrada previamente por internet.
En Espa?a, si bien los l¨ªmites de visitantes existen en parques naturales y otros lugares patrimoniales como las cuevas prehist¨®ricas, estos no afectan a los museos. El Museo Reina Sof¨ªa de Madrid, que recibi¨® a tres millones de visitantes en 2022, no contempla poner en marcha medidas como las del Louvre. El a?o pasado vendi¨® el 67% de las entradas en taquilla, frente al 28% adquiridas por internet. La reserva solo es obligatoria para grupos y en el caso de exposiciones blockbuster, como las dedicadas a Dal¨ª o Picasso, con aforos espec¨ªficos para el acceso. El Museo del Prado, con 2,5 millones de visitantes en 2022, cuenta con un aforo m¨¢ximo de 3.000 visitantes por hora (unos 30.000 visitantes diarios), que sus responsables aseguran que ¡°nunca se ha alcanzado¡±. Actualmente, la media es de 9.000 visitantes al d¨ªa. Por su parte, la Alhambra de Granada s¨ª cuenta con un aforo m¨¢ximo de 2.763.500 visitantes al a?o, por razones de conservaci¨®n, una cifra que rebas¨® en 2019. Para evitar que suceda de nuevo, ultima un sistema para acceder a los palacios nazar¨ªes en tandas de 30 minutos, con un m¨¢ximo de 300 entradas por turno.
Koens considera que, a lo largo de la pr¨®xima d¨¦cada, se impondr¨¢ una regulaci¨®n cada vez m¨¢s estricta. ¡°Si la progresi¨®n sigue al mismo ritmo, dentro de 10 a?os ?msterdam acoger¨¢ un cuarto adicional de turistas. Es decir, cinco o seis m¨¢s que los 21 millones actuales. Cabe preguntarse si hay espacio suficiente para esos n¨²meros¡±, analiza el experto, pese a que pronostica problemas si se restringe la libertad de circulaci¨®n en los espacios p¨²blicos. Por ejemplo, limitar el tr¨¢fico peatonal en determinados barrios. ¡°?Qui¨¦n tendr¨ªa derecho a entrar y qui¨¦n no? Yo mismo no vivo en el centro de ?msterdam. ?Se me impidir¨¢ acceder a ciertos lugares? Puede ser un campo de minas, pero no hay que descartarlo. Los ayuntamientos europeos estudian todas las posibilidades. No suceder¨¢ inmediatamente, pero no me sorprender¨ªa que se impusieran estas medidas a medio plazo¡±. Existen otras a¨²n m¨¢s extremas. Por ejemplo, el economista suizo Bruno Frey propone desde 2020 la creaci¨®n de ¡°originales recreados¡±, r¨¦plicas id¨¦nticas de los sitios m¨¢s tur¨ªsticos en un lugar cercano a su emplazamiento.
Tras el largo par¨¦ntesis pand¨¦mico, el regreso del turismo masivo durante este verano ha marcado un punto de inflexi¨®n. Europa, la regi¨®n que concentra la mitad de las visitas tur¨ªsticas en el mundo ¨Cun 54% del total, dicen los ¨²ltimos datos¡ª, alcanz¨® durante el primer semestre de 2023 el 91% de la ocupaci¨®n de 2019, seg¨²n el ¨²ltimo bar¨®metro de la Organizaci¨®n Mundial del Turismo (OMT), dependiente de la ONU. En el Mediterr¨¢neo se produjo un aumento del 1%; a falta de cifras oficiales, todo apunta que esa tendencia se intensific¨® durante los meses veraniegos. La normalidad se ha recuperado en tiempo r¨¦cord: en enero de 2021, la masa de turistas hab¨ªa ca¨ªdo un 86% respecto a los meses previos a la irrupci¨®n de la covid.
Las autoridades resuelven ahora un problema de 2019 con las herramientas que la gesti¨®n de la pandemia les leg¨®. ¡°Para m¨ª, el sobreturismo no existe. Lo que existe es una mala gesti¨®n de los flujos¡±, opina Alessandra Priante, directora regional para Europa de la OMT. ¡°El turismo de hoy exige una programaci¨®n. Cuanto m¨¢s planifiquemos, visitantes e instituciones, mejor ser¨¢ el resultado. En casos como los de Venecia o el Parten¨®n es una cuesti¨®n de supervivencia. La regulaci¨®n se va a generalizar en los pr¨®ximos a?os. No solo por los vecinos de esas ciudades, sino tambi¨¦n por el turista, que no deja de ser un ciudadano temporal. No puedes obligar a un visitante a no ir a un lugar, pero s¨ª puedes proponerle una alternativa o un incentivo. Por ejemplo, si no vienes este fin de semana pero lo haces dentro de dos, te proponemos una prestaci¨®n gratuita¡±.
Alessandra Priante, directora regional para Europa de la OMT: ¡°El turismo de hoy exige una programaci¨®n. Cuanto m¨¢s planifiquemos, mejor. La regulaci¨®n se va a generalizar en los pr¨®ximos a?os¡±
La capacidad de carga no es un problema nuevo. En Estados Unidos, los parques nacionales empezaron a aplicar las limitaciones de acceso en los ochenta, como tambi¨¦n algunas de las llamadas maravillas del mundo, como el Machu Picchu, en Per¨². Lo novedoso es su reciente extensi¨®n al turismo cultural en un entorno urbano. Pese a todo, algunos especialistas dudan de su eficacia. ¡°El problema no es la cola del Parten¨®n o la del Louvre, sino la gentrificaci¨®n, la vivienda tur¨ªstica y la privatizaci¨®n del espacio p¨²blico¡±, argumenta Claudio Milano, investigador en antropolog¨ªa social de la Universidad de Barcelona. ¡°Imponer cuotas disuasorias o instalar tornos a la entrada de Venecia son medidas cortoplacistas, pura acupuntura urbana que no afecta a los elementos estructurales¡±.
Para Milano, esta voluntad ¡°tecnocr¨¢tica¡± de descongestionar el turismo no cambiar¨¢ nada. Permitir¨¢ exhibir un mensaje de firmeza contra las masas de visitantes para rebajar el sentimiento antituristas en algunos puntos del mapa europeo. Por lo dem¨¢s, beneficiar¨¢ el mismo modelo que se empez¨® a gestar hace un par de d¨¦cadas. ¡°Simplemente mover¨¢ el foco de crecimiento hacia otros lugares. Terminada la conquista del centro, nos dedicaremos a turistificar la periferia. Expresiones como ¡®turismo de calidad¡¯ esconden una voluntad de estigmatizar al visitante con menos poder adquisitivo y buscar otro m¨¢s elitista, capaz de pagar m¨¢s, de gastar m¨¢s dinero. Hace tiempo que se ha puesto en marcha una higienizaci¨®n de las urbes para favorecer el consumo. El espacio p¨²blico ya se ha convertido en un lugar para consumir, m¨¢s que para vivir¡±.
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