Silvio Berlusconi: noches de arte, pasi¨®n y teletienda
El magnate compr¨® compulsivamente en los tres ¨²ltimos a?os de vida unos 25.000 cuadros en programas de subastas televisivas nocturnos invirtiendo m¨¢s de 20 millones de euros. Sus herederos no saben qu¨¦ hacer con ellos
Las fiestas pod¨ªan llegar a ser extenuantes. Pero tambi¨¦n, especialmente en los ¨²ltimos tiempos, algo frustrantes. De modo que Silvio Berlusconi, fallecido el pasado junio, se reclu¨ªa en su habitaci¨®n y, como sol¨ªa hacer en los viejos tiempos como vendedor inmobiliario, se refugiaba en la magia del tel¨¦fono a partir de las 22.30. Esta vez, sin embargo, acud¨ªa al aparato como comprador. O m¨¢s bien como pujador compulsivo en subastas telef¨®nicas de arte italiano. En programas de teletienda, en suma. En diciembre de 2019 sucedi¨® por primera vez.
-Hola, s¨ª¡ Ese cuadro me lo quedo yo.
-Buenas noches. ?Es usted un cliente nuevo? ?C¨®mo se llama?
-Soy Silvio Berlusconi.
-Ya, claro. Adi¨®s.
El napolitano Giuseppe De Gregorio ten¨ªa desde hac¨ªa tiempo un programa de teletienda de arte en el canal 129. Una suerte de subasta en directo en la que los televidentes pujaban por obras de arte de todo tipo, generalmente de un valor econ¨®mico modesto y una escasa importancia. Aquella noche de diciembre recibi¨® una llamada inesperada. El problema es que colg¨® el tel¨¦fono dos veces a quien consider¨® un bromista que se hac¨ªa pasar por el cuatro veces primer ministro para tomarle el pelo. ¡°Llaman muchos graciosillos. A veces algunos dicen que son Napole¨®n Bonaparte. Pero aquel hombre volvi¨® a llamar dos veces m¨¢s. Y a la tercera me dijo: ¡®Mire, anote este n¨²mero, llame y pregunte ah¨ª qui¨¦n soy. Ver¨¢ que no le miento¡¯. Era la secretaria del presidente¡±, recuerda De Gregorio al tel¨¦fono.
Berlusconi, que entonces ten¨ªa ya 82 a?os, comenz¨® a llamar casi cada noche. No se perd¨ªa una puja de ninguno de los cuatro programas semanales de NewArte. Podr¨ªa haber acordado todo directamente con el propietario, que estaba alucinado con lo que suced¨ªa. Pero le gustaba todo aquel proceso. Lleg¨® un momento en que el programa decidi¨® ponerle una l¨ªnea privada para ¨¦l solo. Y ¨¦l lo compraba todo. Hab¨ªa veces que De Gregorio hab¨ªa adquirido material para satisfacerle durante un mes, pero Il Cavaliere lo devoraba todo en una sola velada. ¡°Era impresionante. Durante tres a?os estuvimos llevando cada mes dos o tres camiones enormes llenos de cuadros a su casa de Arcore. Nos hicimos muy amigos. Y me dijo que quer¨ªa construir la colecci¨®n de cuadros m¨¢s grande de Italia. De modo que le proporcion¨¦ la mercanc¨ªa. Cuando termin¨¢bamos nos preguntaba: ¡®?C¨®mo? ?Ya hab¨¦is terminado?¡±, recuerda.
El due?o de Mediaset comenz¨® a comprar tambi¨¦n fuentes, esculturas, jarrones, centros de mesa. Pero, sobre todo, cuadros modestos, de 100 euros o 200. Lleg¨® a adquirir a De Gregorio m¨¢s de 7.000 obras. ¡°Le gustaban mucho los que aparec¨ªa Par¨ªs, porque ¨¦l hab¨ªa vivido en Francia. Y tambi¨¦n los de Venecia. Tambi¨¦n le mand¨¦ pintar por un artista cuadros con escenas en Mil¨¢n muy bonitas. Compraba un poco de todo, pero tambi¨¦n seleccionaba. Casi todo de artistas contempor¨¢neos. No quer¨ªa cosas caras ni importantes. Solo obras bonitas que expresaran algo¡±, explica De Gregorio. Para su cumplea?os, De Gregorio le regal¨® una estatua de tres metros de alto a imagen y semejanza del magnate. Otra vez, le llev¨® 10 kilos de limones de la Costa Amalfitana. ¡°Era muy humilde¡±.
El objetivo no era m¨¢s que ser el mayor coleccionista del pa¨ªs. ¡°El problema es que aquello no val¨ªa un pimiento. Se lo advert¨ª miles de veces, intent¨¦ imped¨ªrselo otras tantas. Pero nunca me hizo caso. Creo que se consolaba as¨ª cuando terminaron las fiestas Bunga Bunga¡±, se?ala su amigo Vittorio Scarbi, prestigioso cr¨ªtico de arte y actual secretario de Estado de Cultura. La realidad es que ahora los herederos del magnate no saben muy bien qu¨¦ hacer con el contenido del enorme hangar que compr¨® junto a la mansi¨®n para almacenar m¨¢s de 25.000 piezas.
El gusto de Berlusconi, recuerda tambi¨¦n Sgarbi, se fue moldeando con los a?os. Pero podr¨ªa decirse que parti¨® de la base de la colecci¨®n que encontr¨® ya hecha cuando compr¨® la villa San Martino en Arcore. La mansi¨®n hab¨ªa pertenecido al marqu¨¦s de Casati Stampa, que en 1970 asesin¨® a su esposa y al amante de esta despu¨¦s de una serie de idas y venidas de juegos er¨®ticos que hab¨ªa anotado cuidadosamente en su diario. La hija del asesino recibi¨® una herencia que inclu¨ªa aquella mansi¨®n del siglo XVIII y el tutor que le asignaron, Cesare Previti, le aconsej¨® vend¨¦rsela a un empresario entonces todav¨ªa poco conocido que le pag¨® una suma irrisoria. Ella, con tal de quit¨¢rsela de encima, acept¨®. El empresario, claro, era Berlusconi. Y Previti se convirti¨® luego en ministro de Defensa del Ejecutivo de Il Cavaliere.
Villa San Martino tiene una capilla con una pintura de Bonaccini. La casa albergaba tambi¨¦n un tintoretto que originalmente hab¨ªa sido atribuido a otro artista, un autorretrato de Rembrandt, un tiziano, algunas piezas de la escuela veneciana y un plinio nomellini. Pero al Cavaliere le gustaba otro tipo de arte, m¨¢s modesto, quiz¨¢ menos profundo. ¡°Era m¨¢s algo de escenograf¨ªa espectacular que un hecho cultural de relieve o conocimiento. No era un experto. No escuchaba a nadie, tampoco a m¨ª. Le dije que era mejor 20 millones de euros comprando 100 cuadros que comprando 24.000. Le daba igual¡±, insiste Sgarbi. ¡°Mira, una vez que dejas de llenar tus noches con las chicas, entonces las llenas con un televisor que te permite decir: ¡°Mirad esa naturaleza muerta¡±.
La familia, que ya ha repartido la herencia del magnate, tiene que decidir ahora qu¨¦ hacer con todas esas pinturas con una peliaguda salida en el mercado porque eran caprichos personales de ex primer ministro. Sgarbi, que representa al Estado en este tipo de asuntos, aporta una soluci¨®n. ¡°Yo har¨ªa una especie de parque de atracciones para ir a ver los cuadros de Berlusconi y contemplar los jardines de Arcore. Ya le digo que no vale la pena que los herederos se queden con esas obras. Pero ser¨ªa divertido representar un fen¨®meno barroco, surrealista¡ Yo creo que se puede justificar desde el punto de vista de la aventura, de la locura. Y la locura siempre es bella¡±. Y en eso Berlusconi, probablemente, habr¨ªa estado de acuerdo.
Babelia
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