El carpintero met¨¢lico que bucea en el archivo de la Biblioteca Nacional en busca de textos olvidados
Francisco Garc¨ªa Castro espiga piezas olvidadas: desde art¨ªculos de Picasso o Emilia Pardo Baz¨¢n a un poema traducido al euskera de Rafael Alberti
Una cosa azul pasa lentamente por detr¨¢s de Francisco Garc¨ªa Castro, all¨¢ arriba, en la nave industrial en la que trabaja. Parece una nave espacial.
¨DNo, es un puente gr¨²a. Es que los compa?eros est¨¢n trabajando con cristales o algo as¨ª.
Garc¨ªa Castro, de 52 a?os, es carpintero met¨¢lico, trabaja con aluminio, fabricando puertas, barandillas o ventanas, instalando mamparas o persianas. Habla encuadrado en una videoconferencia desde la empresa en la que se emplea, en Estepona. Cuenta que su gran afici¨®n es el arte y la cultura, como le inculcaron desde ni?o en su hogar de clase trabajadora. Ahora lo que le tiene enganchado es el buceo en los archivos digitalizados de la Biblioteca Nacional de Espa?a (BNE), un oc¨¦ano de informaci¨®n en el que busca piezas olvidadas y en el que ha hecho algunos hallazgos sorprendentes.
Se puso a curiosear porque disfruta mirando manuscritos antiguos, viejas caligraf¨ªas o esas revistas de principios del siglo XX con portadas coloridas y un exquisito dise?o. ¡°La maqueta, la tipograf¨ªa, las ilustraciones son mucho m¨¢s bonitas que las de ahora¡±, opina. Ah¨ª sucedi¨® el primer hallazgo: un art¨ªculo de Pablo Picasso, titulado El arte moderno, en un n¨²mero de la revista Cartel de las artes de 1945.
¡°Que se pretenda clasificar mis obras en una u otra escuela me hace indignar, porque yo no soy ni impresionista ni expresionista. No quiero ser m¨¢s que un artista¡±, escribe el genio malague?o. En plena posguerra, el texto, que hab¨ªa sido escrito a?os antes, en 1929, en el que el pintor ofrece un an¨¢lisis de la creaci¨®n de su ¨¦poca, hab¨ªa escapado de las garras de la censura. ¡°Lo llev¨¦ al Museo Casa Natal de Picasso, en M¨¢laga, y no ten¨ªan constancia de su existencia. Eso me dio una inyecci¨®n de moral y me puse a buscar m¨¢s¡±, cuenta el carpintero.
Los hallazgos de Garc¨ªa Castro son una cura de humildad para los que escribimos en prensa: lo que se publica es flor de un d¨ªa y pronto se pierde en la ventolera g¨¦lida del tiempo. Incluso si el que firma es un gigante como Pablo Ruiz Picasso. Menos mal que hay iniciativas de digitalizaci¨®n como la de BNE, por si alguien nos rescata alguna frase que otra en un futuro lejano.
La BNE lleva afan¨¢ndose en la digitalizaci¨®n de su material desde principios de este siglo, cuando empez¨® a digitalizar las ¡°joyas¡± de su colecci¨®n, seg¨²n explica Alicia Pastrana, jefa del ?rea de Colecciones Digitales. ¡°Se ha prestado especial atenci¨®n a colecciones como la de prensa del s. XIX, no solo para difundirla, sino tambi¨¦n porque est¨¢ impresa en papel de mala calidad, con tintas muy corrosivas, y su consulta f¨ªsica la deteriora mucho¡±, explica.
El laboratorio de digitalizaci¨®n de la Biblioteca puede digitalizar un mill¨®n de p¨¢ginas al a?o, unos 2.000 ejemplares, de los 700.000 de dominio p¨²blico que conserva la instituci¨®n (son 33 millones en total). Pero se han dado al menos tres procesos de digitalizaci¨®n masiva, en el que se contrata a empresas externas para acelerar el proceso. En el actual, se digitalizar¨¢n en tres a?os (hasta abril de 2024) cuatro millones y medio de p¨¢ginas de prensa, 3.350.044 p¨¢ginas de material librario (libros, manuscritos, fotograf¨ªas, grabados, mapas, etc.) y un mill¨®n de minutos de audio, todo con la financiaci¨®n de los fondos europeos de recuperaci¨®n. Hasta ahora llevan digitalizados 54.416 documentos.
El siguiente hallazgo de Garc¨ªa Castro fue otro art¨ªculo, en este caso de Emilia Pardo Baz¨¢n, titulado La absoluci¨®n de los poderes. ¡°Es el primer art¨ªculo que publica despu¨¦s de separarse y mudarse a Par¨ªs¡±, explica el carpintero. Un texto cr¨ªtico y de car¨¢cter feminista. En la Casa Museo Emilia Pardo Baz¨¢n no ten¨ªan constancia. Luego vino un poema traducido al euskera de Rafael Alberti, titulado Izukantza Europa Ziar, en un n¨²mero de la revista 5, publicado en 1934 en Vitoria. La Fundaci¨®n Rafael Alberti tampoco ten¨ªa constancia de la traducci¨®n. Siguieron m¨¢s hallazgos relacionados con Manuel de Falla, Enrique Granados o el poeta Salvador Rueda.
¡°El que se me resiste es Lorca¡±, cuenta Garc¨ªa Castro. Es tal la lorcaman¨ªa, est¨¢ tan estudiada la obra y la biograf¨ªa del poeta granadino, que pr¨¢cticamente todo lo que produjo est¨¢ perfectamente ubicado. ¡°Eso s¨ª, lo he conseguido rozar¡±, a?ade el carpintero. Se refiere a un art¨ªculo cr¨ªtico con la compa?¨ªa teatral La Barraca, fundada por el poeta granadino, donde un tal Jos¨¦ Atienza cuenta que la compa?¨ªa fue abucheada en Soria y que tal vez se debiera a que contrataba a estudiantes de interpretaci¨®n y no a actores profesionales. Que hay mucha necesidad de trabajo en la profesi¨®n. ¡°A pesar de todo, es una cr¨ªtica constructiva¡±, dice el investigador amateur.
Un lobo solitario de la exploraci¨®n digital
Aunque Garc¨ªa Castro es un lobo solitario, en los archivos de la BNE se zambullen muchas personas (aproximadamente 1.700.000 en lo que va de a?o) y grupos de investigaci¨®n. Por ejemplo, el grupo Prolope, que descubri¨®, gracias a la Inteligencia Artificial, una obra desconocida de Lope de Vega (que se ha estrenado recientemente en los madrile?os Teatros del Canal). El departamento de Manuscritos, Incunables y Raros de la BNE ha elaborado un mapa con una relaci¨®n de sucesos (homicidios, terremotos, eventos astron¨®micos, casos de bujer¨ªa, etc) entre los siglos XVI y XVIII. ¡°El reconocimiento ¨®ptico de los caracteres ha hecho que ganemos una potencialidad en la b¨²squeda impresionante¡±, dice Pastrana.
En lo que va de a?o, algunas de las obras m¨¢s consultadas han sido la Gram¨¢tica de Nebrija, la primera edici¨®n de El Quijote, el C¨®dice de Fernando I y D?a. Sancha, del Beato de Li¨¦bana, el manuscrito del Poema del Cid o el de la Historia de las Indias de Nueva Espa?a e islas de la tierra firme.
Garc¨ªa Castro naci¨® en Tours, Francia, tiene 52 a?os, pero se crio desde los cinco meses en la ciudad malague?a de Estepona, a la vera del mediterr¨¢neo. Su padre era tallista de madera, pero como la labor artesanal no daba de comer, se dedic¨® a trabajar, entre otras cosas, en la f¨¢brica de Michelin, en Francia. Al nacer Francisco regres¨® a Estepona, para dedicarse al sector del autob¨²s.
¡°?ramos una familia trabajadora, con cinco hermanos, cada uno separado un a?o, y nuestros padres nos inculcaron a todos la inquietud cultural¡±, cuenta. En casa se le¨ªa, no solo la Enciclopedia Sopena, tambi¨¦n Stevenson o Delibes, al gusto de cada uno. ¡°Nunca vi a mi madre leyendo un libro, pero siempre hab¨ªa uno sobre la mesa¡±, dice. Es buen lector de poes¨ªa (cita al mexicano Jos¨¦ Emilio Pacheco o a la portuguesa Sophia de Mello) y hasta poeta: en 2014 public¨® el poemario Balada del viejo Bunk y otros poemas (Colecci¨®n Monosabio, Ayuntamiento de M¨¢laga), y en 2018 el cuaderno El engorroso plumaje del colibr¨ª esp¨¢tula (Imperdonable).
¡°Hay muchas pasiones: esta es la m¨ªa¡±. Garc¨ªa Castro dedica a la b¨²squeda en los archivos una hora o dos algunos d¨ªas laborables. Los fines de semana, cuando se acuesta su hija de ocho a?os, tiene m¨¢s tiempo. ¡°Hay ya me quedo hasta las dos o las tres de la ma?ana, leyendo, investigando, apuntando¡±, dice. Ahora tiene que seguir con el curro: ¡°Estamos preparando dos puertas correderas con persianas para colocar en una villa¡±.
Babelia
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