Recuperar a Jes¨²s de Nazaret
El consumismo, la fiesta, la iluminaci¨®n y el despilfarro han dejado en el olvido al verdadero protagonista de estas fechas
El desmesurado consumo, la competencia en la iluminaci¨®n de las calles, las plazas y los centros comerciales, los excesos en la alimentaci¨®n, el desperdicio de una tercera parte de la comida que va a la basura y los aspectos m¨ªticos, iconograf¨ªa navide?a, en estas fiestas de Navidad han ensombrecido, ocultado u olvidado a su verdadero protagonista: Jes¨²s de Nazaret, a quien me gustar¨ªa recuperar de tama?o olvido o falseamiento, pero no en su car¨¢cter folcl¨®rico, consumista, cultural y sensiblero, sino en su dimensi¨®n ¨¦tica, prof¨¦tica y liberadora.
Las religiones han sido siempre objeto de cr¨ªtica, con raz¨®n, y muy especialmente a partir de la modernidad. De ellas se ha dicho que fomentan la superstici¨®n, el fanatismo y la intolerancia. A Dios o a los dioses y las diosas tambi¨¦n les han llovido cr¨ªticas por doquier. Unas veces se les ha negado su existencia por entender que carece de base emp¨ªrica. Otras se ha atribuido su origen al miedo, a la necesidad de consuelo y de protecci¨®n frente a la naturaleza o a las amenazas de nuestros cong¨¦neres.
La cr¨ªtica toca de lleno en la l¨ªnea de flotaci¨®n de las instituciones religiosas que dicen defender los derechos de la divinidad cuando se olvidan con frecuencia de defender los derechos humanos, y muy especialmente los de las personas y los colectivos empobrecidos. A ellas se les ha acusado de pervertir el mensaje aut¨¦ntico de los fundadores, alienar psicol¨®gicamente a sus fieles, generar sentimientos de culpa, imponer sumisi¨®n y relegar a un rol inferior a las mujeres.
Jes¨²s de Nazaret, sin embargo, se salva de todas las cr¨ªticas, o de casi todas. Sobre ¨¦l hay una especie de consenso. Casi todo el mundo habla bien de ¨¦l y coincide en reconocer sus valores y cualidades: fil¨®sofos y fil¨®sofas, te¨®logas y te¨®logos, artistas, personalidades religiosas, poetas, novelistas, cient¨ªficos, santos, santas, directores de cine, etc. Son personas de diferentes religiones, e incluso no creyentes, agn¨®sticos, ateos¡
Escribe Gandhi: ¡°El esp¨ªritu del Serm¨®n de la Monta?a ejerce en m¨ª casi la misma fascinaci¨®n que la Bhagavad Gita. Ese serm¨®n es el origen de mi afecto por Jes¨²s¡±. Afirma el escritor Albert Camus: ¡°Yo no creo en su resurrecci¨®n, pero no ocultar¨¦ la emoci¨®n que siento ante Cristo y su ense?anza. Ante ?l y ante su historia no experimento m¨¢s que respeto y veneraci¨®n¡±. Observa la fil¨®sofa Simone Weil: ¡°Antes de ser Cristo, es la verdad. Si nos desviamos de ¨¦l para ir hacia la verdad, no andaremos un gran trecho sin caer en sus brazos¡±. Rousseau confesaba: ¡°Si la vida y la muerte de S¨®crates son las de un sabio, la vida y la muerte de Jes¨²s son las de un Dios¡±.
Nietzsche, que defini¨® a Dios como ¡°nuestra m¨¢s larga mentira¡± y proclam¨® su muerte, define a Jes¨²s como el ¡°gran simbolista¡± y ¡°buen mensajero¡±, que ¡°muri¨® tal como vivi¨®, tal como ense?¨®, no para ¡®redimir a los hombres¡¯, sino para mostrar c¨®mo se ha de vivir. Lo que ¨¦l leg¨® a la humanidad es la pr¨¢ctica: su comportamiento ante los jueces, ante los sayones, ante los acusadores y ante toda especie de calumnia y burla, su comportamiento en la cruz¡±.
?ticamente intachable
Yo tambi¨¦n me cuento, modestamente, entre los admiradores de Jes¨²s de Nazaret y coincido con el testimonio de La¨ªn Entralgo, quien, en la presentaci¨®n de su libro El problema de ser cristiano, aseveraba: ¡°El nervio central de la conducta cristiana no es la imitaci¨®n de Cristo, entre otras razones, porque Cristo es inimitable. Lo propio del cristianismo es el seguimiento de Cristo desde y con la propia vida¡±.
El lugar de convergencia de los diferentes testimonios laudatorios hacia Jes¨²s de Nazaret es su actitud ¨¦tica, su praxis liberadora, su compromiso con las personas y los grupos m¨¢s desprotegidos, su defensa de las causas perdidas, su ser-para-los-dem¨¢s, su estilo de vida desprendido, su mensaje humanista y ecol¨®gico. Su actitud solidaria y compasiva con el pr¨®jimo necesitado, la radicalidad de su denuncia de todos los poderes: pol¨ªtico, religioso, econ¨®mico. Todo el mundo coincide en que Jes¨²s fue una persona ¨¦ticamente intachable, de gran talla moral.
Es esta dimensi¨®n ¨¦tica, preterida por no pocas de las cristolog¨ªas dogm¨¢ticas, la que hoy quiero destacar en estas fiestas en plena sinton¨ªa con la teolog¨ªa del seguimiento de Dietrich Bonhoeffer, Johann Baptist Metz, J¨¹rgen Moltmann y las teolog¨ªas de la liberaci¨®n, que lo presentan como liberador.
Babelia
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